OPINIÓN

¿Quién te ha visto, Sevilla?

La afición del Sevilla en el Sánchez-Pizjuán./EFE
La afición del Sevilla en el Sánchez-Pizjuán. EFE

Otro esperpento más. Un espectáculo de nuevo. Pero esta vez distinto -sí, aún cabe lugar para un despropósito mayor-. El Sevilla vuelve a abrir portadas por culpa de una lucha accionarial que le saca las vergüenzas a su propia afición y cada vez se vuelve más ridícula. El club ambicioso que viajaba por Europa con la cabeza bien alta y podía alardear de una caballerosidad imperial se ha convertido en esto. En una entidad que prefiere arrojarse cuchillos entre ellos mismos a tan sólo tres días de un derbi que ya ha empezado perdiendo.

Sí. El marcador comenzará con un 0-0 y el césped dictará sentencia, pero las cabecitas en Nervión lo harán sabiendo que han 'esquivado' otro capítulo negro de su historia. Y esquivado porque no hay mayor juez que el tiempo. Una historia que se ha llenado de oro en todo este siglo y que en apenas tres años se ha 'cubierto de gloria'. Entiéndase la ironía en una semana que debería ser únicamente de guasa sevillana, pero que ha dejado paso a una Junta vergonzosa. Por todos lados. Desde los que tejen estrategias que acaban siendo denunciadas ante el juez hasta los que han dirigido un aluvión de insultos -incluso contra un 'simple' accionista más- que han sellado el peor ecosistema posible antes de un derbi.

Si era lo que se proponían, han bordado el toreo. La afición no quiere a los actuales y anda cansada de una oposición que no para de estrellarse con un muro. Y cuyas formas tampoco recuerdan a aquellos tiempos añorados. Pasados. Muy pasados. Y el presente es negro. Muy negro. Tanto que sólo una solución es lo mínimamente viable: dejen paso a la nueva savia. Siempre con gente preparada. Que sientan esto como suyo y les duela. Pero es el momento de mirarse a las caritas y ser sinceros. Si todos levantan la mano y se dan golpes en el pecho alardeando de sevillismo, no habría gesto más honesto que ser sinceros con el escudo y la bandera. Lo único que jamás podrán arrebatarle a su gente.

¿Quién te ha visto, Sevilla? Un club envidiado por media Europa. Con una vitrina que tan sólo era superada por una dirección y organización de club que rozaba el sobresaliente. Con un señorío y talante de entidad con mayúsculas. Nada queda ya. 'Sólo' la plata del pasado, que recuerda lo vacío que es el presente. Y ni con un derbi, muchísimo más relevante para la historia y el devenir nervionense de lo que se piensan, a tres días son capaces de dejar el orgullo a un lado. Una lucha de egos con un único perdedor. Y se llama Sevilla.