El perico que compartía plato y mesa con los jugadores del Girona en tiempos de vacas flacas: "Iban en un solo coche para ahorrar gasolina"
Hace 15 años, el conjunto gerundense era de los más humildes de Segunda División.

Ángel Martínez nació y se crio, también futbolísticamente, en Germans Sàbat, en la parte oeste de Girona. Vivió en la ciudad de los cuatro ríos hasta que a los 16 años recibió la llamada de Josep Manel Casanova y se mudó a la antigua residencia del Espanyol, en un piso en el barrio de Gràcia de Barcelona. En la entidad perica fue quemando etapas desde categoría juvenil hasta debutar de la mano de Valverde con el primer equipo, en 2006, durante la temporada de la final de UEFA en Glasgow.
Vivió in situ el 'Tamudazo' y también el 'Delapeñazo'. Aquel partido en el Camp Nou, en febrero de 2009, fue el último de los más de 60 que disputó con la camiseta del Espanyol. Una entrada de Keita y su orgullo contribuyeron a su marcha. Tras una cesión en el Rayo, en 2010 regresó a Girona para jugar en el equipo de su ciudad por primera vez. En realidad, es como si llevara toda la vida allí, pues conocía a toda la plantilla y la realidad de uno de los equipos más humildes de Segunda, pues su hermano José Martínez, leyenda rojiblanca con 259 encuentros disputados, llevaba tiempo sufriendo en sus carnes las escaseces de la entidad.
Tanto es así que José y Ángel compartían plato y mesa en su casa, con su madre de cocinera, con los jugadores del Girona cuando no se podían pagar ni un menú. También ahorraban gasolina como buenamente podían. Nada ver que con el contexto actual, con el himno de la Champions sonando en Montilivi. Tras su cesión en el equipo gerundense, Ángel se marchó a Inglaterra -jugó en Blackpool, Milwall y Chesterfield- y volvió a su tierra para colgar las botas en el Sabadell, donde fue capitán general y empezó a labrarse su futuro lejos de los terrenos de juego, tal y como explicamos en la primera entrega de la entrevista con él en Relevo.
En esta segunda parte de la charla, Martínez, convertido en concejal de su ciudad, echa la vista atrás y analiza con perspectiva y sin pelos en la lengua la situación actual de Girona y Espanyol, los dos equipos de su vida que este lunes se enfrentan en el RCDE Stadium. Habla de los dos en primera persona, porque se los siente suyos a ambos, y firma que la temporada finalice con los pericos en Primera y los gerundenses clasificados para competición europea.
Eres de Girona de toda la vida, vecino del barrio de Germans Sàbat.
Sí. Empecé jugando en la UE Sàbat, que ahora es el Gironès-Sàbat, en campos de tierra. En alevín me fui a la mítica Penya Bons Aires, en Torres de Palau, y dos años después me fui al Vilobí, que tenía el Juvenil en División de Honor y el primer equipo en Tercera. En el segundo año de juvenil, cuando yo ya iba convocado con la selección catalana, me fichó el Espanyol. Me captó Josep Manel Casanova y seguí un poco los pasos de Corominas, que también salió del Vilobí.
¿Fuiste a vivir a la residencia del Espanyol?
Sí, a la antigua residencia, en Gràcia. Con Amanda, Javi, Manel, la Cheli de cocinera… Deportivamente, en el juvenil lo jugué todo y ganamos la Copa de Campeones. En mi primer año en el filial empecé sin ir convocado, pero al final jugué bastante con Rubi. Y subimos de Tercera a Segunda B. Curiosamente, el Girona de Raül Agné, en el que jugaba mi hermano, ganó la liga pero no subió en el play-off. Nosotros fuimos segundos y sí que ascendimos, ganando al Atlético Baleares y al Villarreal B, que había hecho 100 puntos.
Tu debut con el primer equipo fue en 2006.
Sí, en Segunda B seguí jugando y metiendo goles, y Valverde me llamó para jugar el último partido de la liguilla de la UEFA, contra el Austria de Viena. Fue mi debut con el primer equipo del Espanyol. Desde entonces, ya no volví a bajar al filial. Como había dos competiciones, pues De La Peña, Tamudo y compañía jugaban contra Benfica, Ajax… y yo jugaba en LaLiga, porque íbamos muy sobrados en la clasificación, no sufríamos aprietos por abajo. Bueno, es que la segunda unidad estaban Rufete, Pandiani, Corominas, Lacruz… era un equipo de garantías. Para situarnos, fue el año del 'Tamudazo' también.
Estabas en el campo cuando marca Tamudo el 2-2 al Barça, ¿verdad?
Sí, yo jugué la última media hora. Valverde reservó a Moisés Hurtado y entré un rato.

También estuviste en el 'Delapeñazo' de 2009.
Ese fue mi último partido con la camiseta del Espanyol. Antes de la media parte, choqué con Keita y me rompí el cuádriceps. Salí en camilla del Camp Nou. Después, se me complicó y tuve una calcificación. Eso era en febrero y estuve hasta la temporada siguiente fuera.
Pero tenías contrato, ¿no?
Sí, sí. No jugué en lo que quedaba de curso, llegué a la pretemporada siguiente con algún problema en el isquio, con Pochettino no había muy buen hilo y me salió la opción de salir cedido al Rayo de Pepe Mel, que estaba en Segunda. Y mira… ahora pienso que igual me equivoqué porque me quedaban tres años de contrato en el Espanyol, en Primera, pero era orgulloso y cómo veía que no me querían en ese momento, pues me fui. Al final, el orgullo te lo tienes que comer. Fíjate, me fui y no volví a jugar en Primera. El Rayo era un equipo para subir y nos salvamos en la penúltima jornada.
¿Qué recuerdo tienes del Espanyol?
Es mi casa. Ahora he tenido la suerte de volver como comentarista de Espanyol Media y ves la misma gente trabajando: Rafa Ramos, Eloy Pérez, etc. Se ha modernizado todo, pero mucha gente es la misma y las personas son las que hacen a este club especial. Y siento que tengo la estima de la afición por haber sido canterano y también porque creo que siempre he dado la cara y he defendido al Espanyol, como lo hago con el Girona. Y la gente lo valora mucho. Y mira que no soy ni Tamudo ni toda esta gente, pero siempre he tenido una gran conexión con el club y la gente. Estoy muy agradecido por ello.
"Estábamos pelados. Jito, Miki Albert y Manga venían de Barcelona en un coche para ahorrar gasolina. En tiempos de vacas flacas, Gerard López ayudó económicamente a algún compañero"
En el Girona apenas estuviste un año pero también eres muy querido.
En el Girona estuve solo un año, sí, cedido, pero también está ahí la conexión con mi hermano. Yo no estaba en el equipo, pero es que era como si fuera parte de él desde siempre porque iba a verlos con la familia y salía a cenar con los jugadores del Girona. Venían a comer a casa de mi madre. Es que había mucha conexión. Con Chechu, y también con los entrenadores Raül Agné y Rubi. Y todavía hoy la tengo con Geli, que es vecino, o Quique Cárcel, que me llama cuando hay temas de veteranos o Legends. También estoy muy agradecido.
Pusiste todo de tu parte para ir al Girona. Fue especial, ¿verdad?
Claro, tuve la suerte de jugar con mi hermano José y en un equipo que ya conocía perfectamente. No necesite ni adaptación porque conocía a todos los jugadores y al entrenador Raül Agné. Pude volver a casa y jugar en el equipo de mi ciudad. Hicimos buena temporada. Tengo un gran recuerdo de aquel año y el día a día era insuperable.
Te tocó vivir una época complicada. Decías en una entrevista al 'Diario AS' que incluso tenían que venir los jugadores a comer a casa de tu madre porque no se podían pagar ni un menú.
Sí, sí. Y en épocas anteriores, en Tercera hubo impagos… es que el club corría el riesgo de desaparecer. Jito, Miki Albert y Manga venían de Barcelona en un solo coche para ahorrarse gasolina. Estábamos pelados. En tiempo de vacas flacas, Gerard López [jugó en el Girona de 2009 a 2011] ayudó económicamente a algunos compañeros porque estaba la cosa muy mal. Hay que valorar mucho donde estamos y no hay que olvidar que no hace tanto teníamos muchas dificultades. El presidente Gusó, en paz descanse, llegó a decir que el club pendía de un hilo.

Como ha cambiado la cosa.
Éramos un equipo muy humilde, de los más humildes de Segunda. Tengo fotos con mi hermano en las que aparecemos con bragas recicladas, unos guantes viejos de no sé de que año, pantalones rotos. Nos duchábamos en Riudarenes con agua fría. No había servicios de fisio. Era todo muy amateur. El gimnasio era lo que era y hacíamos lo que podíamos con el poco material que teníamos, pero no nos quejábamos, ¿eh? Dimos un pequeño paso con un año digno y la gente vino al campo, pero porque se regalaban entradas. Ahora la gente casi ni puede comprarlas de la demanda que hay.
¿Cómo has vivido el sueño de la Champions?
Hostia, yo estuve en el primer partido y cuando sonó el himno de la Champions en Montilivi fue muy emotivo. Me acordé de muchos momentos y vivencias en ese mismo campo; de la portería del gol de Kiko Ratón… uf, me decía, '¿esto es de verdad?'. Pero esto va tan tan deprisa y somos tan inconformistas, que me da la sensación de que no hemos llegado a disfrutar de verdad de la Champions, que era algo histórico, un año para gozar. Y esa decepción se contagia en los jugadores y el equipo.
También creo que el equipo ha tenido mala suerte y que merecía pasar de fase. Y ahora, escuchas a la gente y parece que la Europa League no hace ilusión y creo que tenemos que aprender a valorar y disfrutar más los momentos. ¡Es que mira los equipos que juegan Champions! ¿Que la Europa League no hace ilusión? Hostia, no jodas. Hay que darle valor a lo que se ha conseguido. No puedes estar permanentemente comparándote con el del año pasado porque han cambiado muchas cosas y muchos jugadores. Con el tiempo se verá. Y creo que ha sido la nota negativa de este curso.
Me lo llevo al otro lado. El aficionado del Espanyol, ahora que su equipo lucha por subir o mantenerse, da al sensación que valora mucho más cuando ganaba títulos o jugaba finales europeas.
Le pasa al contrario. El aficionado del Espanyol todavía recuerda las épocas en las que ganaba Copas y jugaba la final de la Europa League y eso le genera frustración. Siempre se habla de la puntuación histórica del Espanyol y de las Copas y tal, pero es que eso sucedió hace 20 años, ahora es otra situación muy distinta. Hay que valorar el ahora, no puedes estar comparándote siempre con tu mejor versión, ni a nivel de club ni ya como jugador o individuo. Por ejemplo, yo no me puedo comparar con el Ángel Martínez de 20 años porque me voy a frustrar.

Tanto Espanyol como Girona tienen capital extranjero, pero no les está yendo igual de bien. ¿Cuál es la diferencia?
Hay que recordar que Chen pagó toda la deuda cuando llegó, que no era poca. Los accionistas le venden el club porque había un tufo importante. Y Chen ha invertido mucho, fichó en el inicio a Demichelis, Jurado, Reyes… igual lo deportivo no ha acompañado a la inversión. Y sobre todo no ha habido la estabilidad que sí ha tenido el Girona, es la gran diferencia entre ambos clubes. En Girona tienen la figura de Quique Cárcel y de Míchel Sánchez, que han sido pilares estables. Y en Espanyol ha habido muchos cambios de directores deportivos: Rufete, Catoira, Garagarza… los entrenadores también siempre están cuestionados.
Aunque no haya mucho margen para fichar, hay que estar muy agradecidos porque el Espanyol está saneado, tiene estadio propio… y hay equipos que están en situaciones muy peligrosas. La clave es que haya estabilidad para crecer poco a poco. Y también creo que en el Espanyol hay un problema de comunicación. El presidente está en China y no viene desde el Covid, y se echa en falta una figura institucional que no sea Manolo o Garagarza, que salen a dar la cara muchas veces. En Girona está Geli, por ejemplo. Es impecable y habla 'gironí', como suelo decir yo. En el Espanyol no existe una figura así que hable 'perico', que cuando un árbitro se equivoque salga a denunciarlo, siempre con educación. Falta esta figura.
Con Manolo es verdad que se ha logrado esa conexión con la gente y, fíjate, ya como mínimo hay cierta estabilidad y la figura del entrenador es indiscutible. Eso se nota en el rendimiento en el campo. Creo que la clave del crecimiento del Espanyol pasa por allí, que haya estabilidad, acumular una temporada entera con un entrenador y un proyecto. Es que si no sabes qué cocinero tienes, ¿qué compras en el mercado? Igual compras para hacer paella y el que viene quiere hacer carne.
"En el Espanyol no ha habido la estabilidad que sí ha tenido el Girona, donde tienen a Míchel y Quique Cárcel. En el Espanyol ha habido muchos cambios de entrenadores y directores deportivos"
En tiempos de limitaciones económicas, la cantera es fundamental.
Es el activo más preciado del club. No solo porque los futbolistas que salen pueden servir para el primer equipo, como moneda de cambio o para generar ingresos, sino porque ellos tienen sentido de pertenencia. Cuando vienen mal dadas, la gente que mantiene el grupo y el equipo son los que sienten el club, los que vienen de abajo. Y luego hay que afinar con los jugadores que vienen de fuera. Mira, ahora han venido Roberto y Urko y le han cambiado la cara al equipo. Roberto no es Mbappé, pero lucha y entiende muy bien lo que pide el club y Manolo. Se lo deja todo y tiene criterio con balón. Y Urko es un mediocentro que hacía falta para no hacer inventos en el centro del campo.
¿Y al Girona que le está faltando?
Coger una buena dinámica. Ojalá sea en esta recta final y pueda asegurarse cuanto antes la permanencia, que no olvidemos que debe ser el objetivo, y pelear por meterse más arriba, a ver si Europa.