BETIS - SEVILLA

El periodismo sevillano y el 'pacto de silencio' ante el derbi: "Nunca he dicho en público de qué equipo soy y nunca lo diré: igual el día que me jubile..."

En tiempos de periodismo de bufanda, los profesionales que siguen a Betis y Sevilla defienden su imparcialidad de puertas afuera en una ciudad pasional: "Todos somos de un equipo, pero nadie escribe con la camiseta".

Imagen del Betis-Sevilla de 2024. /GETTY
Imagen del Betis-Sevilla de 2024. GETTY
Mario Ornat

Mario Ornat

Este domingo el derbi vuelve a partir Sevilla por la mitad, a las puertas de abril, con todo lo que supone en una ciudad donde la primavera expone todo un catálogo de vehemencias. Betis y Sevilla. Sevilla y Betis. Ahora le llaman El gran derbi, aunque no le hacen falta etiquetas a un partido sustantivo en sí mismo: marcado por las circunstancias pero, en realidad, siempre más allá de ellas. Donde el miedo a perder juega tanto como el deseo de ganar. Dos mundos asomados el uno frente al otro en las ventanas de la ciudad, en las oficinas, las tabernas y a la mesa de las familias. Parientes en tensión perpetua y amigos encadenados con guasa al mandato visceral del antagonismo.

Y en medio de ese universo en continua expansión de hipérboles, la aspiración de un oasis: los medios deportivos de Sevilla tratan de sostener un inestable equilibrio de imparcialidad, sin exhibiciones de bufandeo. Esta actitud resuena por contraste. Por la tendencia general y porque se da precisamente en Sevilla, donde hasta los colores naturales parecen amplificados. No digamos los futbolísticos. "Aquí nadie escribe con la camiseta puesta", es el resumen.

En estos tiempos en que los periodistas suelen expresar de manera abierta sus afinidades y dan naturalidad a la filiación por un escudo, en Sevilla nadie dice abiertamente de qué equipo es. "Todo el mundo lo sabe, pero no lo digo en público nunca y jamás lo voy a decir. A lo mejor cuando me jubile, ya veremos", afirma con tanta seriedad como sorna Francisco José Ortega, veterano profesional y redactor jefe de Deportes de Diario de Sevilla. La postura de Paco Pepe resume el escenario general: aunque todo el mundo sepa, intuya o sospeche de qué pie cojea cada cual, los profesionales se resisten a hace pública su preferencia.

Es una declaración que firman los varios periodistas a los que Relevo les plantea reflexionar sobre la singularidad de esta excepción sevillana. Han sido y son innumerables los que siguen, opinan e informan indistintamente de ambos equipos, algo que no suele ocurrir, o no de esta manera tan notoria, en el espectro del periodismo. Y lo hacen con una cerrada defensa de su independencia, al margen de sus preferencias íntimas y acostumbrados a la suspicacia general. "No veo que nadie escriba con la bandera ni esté influenciado —defiende Andrés Ocaña, periodista de COPE en Sevilla—. Se quiere mucho a la profesión y, como es difícil ejercerla, porque unas veces te aprietan por un lado y otras veces por el otro, eso crea cierto desapego a los colores. Aquí no se escribe con la camiseta", asegura.

Lo más probable es que nadie les crea —algo asumido— cuando dicen cosas como ésta. Pero lo dicen todos y en términos muy parecidos. En una profesión marcada por una competencia directa, constante y a menudo despiadada —al punto del cainismo—, llama la atención la coincidencia a la hora de describir el panorama. El modo, las razones y el empeño con que los periodistas de Sevilla levantan un muro entre sus sentimientos personales y las obligaciones del oficio.

"Esta no es una ciudad cómoda para el periodismo", advierte Alonso Rivero, profesional de Canal Sur Radio, al frente del programa El pelotazo. "En Sevilla somos muy duales, muy de extremos. O eres de la Esperanza Macarena o de la Esperanza de Triana; o eres del Betis o del Sevilla", explica: "El hecho de que todo se viva así, incluido el fútbol, hace que en la mayoría de los casos uno tenga especial cuidado a la hora de declararse seguidor de uno u otro o de mostrar sentimientos hacia uno u otro".

"No veo que nadie escriba con la bandera o esté influenciado: unas veces te aprietan por un lado y otras, por el otro... y eso te provoca cierto desapego por los colores"

Andrés Ocaña Periodista de COPE en Sevilla

Esta ampliación del concepto de secreto profesional, en versión hispalense, se desarrolla como un pacto tácito. Funcionan los sobreentendidos y todo lo que se admita, si se hace, será bajo solicitud de anonimato. Incluso durante las conversaciones de este reportaje, que por supuesto las respetará. "Normalmente, aunque hay excepciones, nadie hace gala de ser del Sevilla o del Betis", redunda Manolo Aguilar, otro clásico de la Cadena SER en la capital andaluza. Eso sí: "Llevamos tanto tiempo en esto que más o menos todo el mundo sabe o intuye de qué equipo es cada uno. Nadie se esconde, todos tenemos amigos, conocidos..., pero no se hace público".

Ocaña describe de manera gráfica la presión ambiental bajo la cual, al respecto de sus preferencias futbolísticas, viven los periodistas sevillanos: "Hay que entender que el derbi se juega dos veces al año, a veces alguna más, pero los periodistas vivimos sometidos de manera permanente al escrutinio de las aficiones: siempre nos preguntan, por la calle, en todos lados: "Fulano, ¿de qué equipo eres? Me lo puedes decir, hombre, que no pasa nada...". Pero es falso. Para la prensa el derbi es diario", explica Ocaña.

Alonso Rivero también lo afronta de esa manera: evitando el pronunciamiento incluso fuera de los micrófonos: "Aquí en cuanto naces el padre o la madre, el abuelo o la abuela son de un equipo. Y cada uno tira para su lado", explica con humor. Pero después, el periodista convive con esa incómoda fiscalización: "Siempre te preguntan de qué equipo eres, todo el mundo. Yo evito decírselo a la gente a la que no conozco de nada, primero por eso y además porque, a la hora de ejercer mi profesión, no es lo importante", defiende el periodista de Canal Sur.

Por ahí entra el motivo que todos defienden: una concepción rigorista de la honestidad periodística. Esta regla no escrita no significa que los profesionales sevillanos sean neutrales en su vida privada. "Todos nos conocemos aquí. Todos sabemos de qué equipo es cada uno y el que diga que no es así, miente", enfatiza Ortega. Pero hace muchos años que decidieron —por tradición, por convencimiento, por necesidad, por ética profesional o por todo a la vez— que su labor informativa no debe estar condicionada. "Cuando estoy en la barra del bar, soy del equipo que soy, pero cuando ejerzo el periodismo no soy ni del Sevilla ni del Betis", afirma con rotundidad Ortega.

La postura contrasta de manera notoria con la acusada tendencia a que los periodistas —sobre todo en medios nacionales y de forma particular en ciertos formatos audiovisuales— se posicionen de manera abierta acerca de sus preferencias. El modelo de opinión mediática actual se ha construido sobre la identificación con un equipo, con informadores que se comportan con vehemencia partidista.

"No me gusta el tema del bufandeo", sostiene al respecto Francisco José Ortega. "Ahora mismo es un circo. El germen de todo fue la actitud de José Ramón de la Morena", dice en referencia a quien fuera director y estrella de El larguero en la Cadena SER. El programa que modificó para siempre el estilo tradicional de los espacios radiofónicos nocturnos. "Recuerdo cuando en antena le hacía comentarios a Araujo sobre que era del Sevilla y tal, y Araujo se descomponía", cuenta Ortega en referencia al Maestro Antonio Sánchez Araujo, voz de los equipos sevillanos durante más de cuatro décadas en la SER.

"No me gusta el 'bufandeo' de los periodistas. El germen de todo fue la actitud de José Ramón de la Morena: cuando le decía a Araujo que era del Sevilla, el 'Maestro' se descomponía"

Francisco José Ortega Redactor jefe de Diario de Sevilla

Esta cultura de la imparcialidad también guarda correspondencia con una ciudad equilibrada en su división. "Sevilla y Betis son dos entidades muy parecidas en lo que se refiere a número de aficionados, nivel deportivo etc. —explica Ortega—. Aunque en los últimos 20 años el Sevilla se ha disparado en el aspecto deportivo, en la sociedad el equilibrio es muy grande: se suele decir que hay más béticos que sevillistas, pero no es verdad, la diferencia no es significativa. Así que decir que apoyas a uno u otro es complicado".

"Todos conocemos aficionados de los dos equipos, entre amigos, en las familias... así que todo eso en cierta manera te hace empatizar: aquí el fútbol es una religión y eres partícipe de algo muy importante en el día a día", considera Rivero, de Canal Sur. La exaltación general induce una suerte de inevitable paranoia: "Digas lo que digas, nadie cree que estés siendo objetivo: siempre piensan que dices una cosa porque eres del otro equipo, aunque estés criticando al que en realidad es el tuyo propio", reconoce Manolo Aguilar, de la SER.

"Aquí cada comentario se mide, se analiza, se critica —cuenta Alonso Rivero—. Cuando trabajaba en Radio Marca, había mucha participación de oyentes y te cronometraban lo que habías hablado de cada equipo", recuerda el periodista de la emisora autonómica andaluza. El aficionado sevillano, da igual de qué orilla, interpreta a menudo cualquier comentario como una toma de partido. "Si hablo bien del Betis, me dicen que soy anti sevillista. Si hablo bien del Sevilla, soy anti bético", ejemplifica Ocaña. "Estamos sometidos a la información, pero sobre todo a la percepción de los aficionados. Todo se mide con ese rasero".

Naturalmente, como ocurre con casi todo, las redes sociales han exacerbado esta sensación. "Digo buenos días y me responden de todo. Es un acoso y derribo constante —lamenta Ocaña—. En COPE hago información del Betis pero, cuando estaba en Radio Marca y Onda Cero, hablaba del Sevilla. Para mucha gente en las redes sociales soy anti bético y sevillista. Me considero un periodista crítico, me gusta dar caña: y cuando dices algo que a la gente no le encaja con lo que ellos piensan, ya te hacen sospechoso".

En este aspecto, la existencia diaria de los periodistas sevillanos no se aparta del patrón habitual en cualquier ciudad, medio de comunicación y equipo. "Una parte de tus oyentes o lectores siempre tendrán prejuicios a la hora de escucharte, leerte o verte en TV", opina Alonso Rivero.

"Si miro todo lo que se dice en las redes y en la calle, a la siguiente opinión que tengo que dar llego mediatizado. Digo lo que creo, acierte o me equivoque, y me da igual la repercusión que tenga"

Manolo Aguilar Periodista de la SER en Sevilla

¿Se autocensuran de algún modo los profesionales de los medios en Sevilla, con el fin de que no los acusen de lo que son? ¿O de lo que no son? ¿Exageran una postura crítica con el fin de no hacerse (aún más) sospechosos?

Contesta Alonso Rivero, de Canal Sur: "Quizás al principio te afecta mucho más, te fijas más en lo que dices, tienes más cuidado. Pero con el tiempo creo que a la mayoría de periodistas nos pasa que distingues una cosa de la otra, porque es tu profesión hacerlo: y rebajas el nivel de pasión que tienes como aficionado", explica. Lo secunda Manolo Aguilar: "Es algo que haces naturalmente. A mí es que me da igual lo que digan —asegura—. Si miras todo lo que se dice en las redes sociales, a la siguiente opinión llegas mediatizado: digo lo que creo, acertada o equivocadamente. La repercusión que tenga en la calle me da igual".

La relación con los clubes es la otra pata tendente al desequilibrio cuando se trata del periodismo futbolístico. Gestionarlo no resulta sencillo en ningún lado, pero aún menos en una ciudad cuyas entidades han conocido a dirigentes definidos por su singularidad, por decirlo de un modo lo menos valorativo posible: "Presidentes como Lopera o Del Nido te señalaban con el dedo y te echaban a la gente encima", recuerda Manolo Aguilar, que le quita hierro al asunto. "Es diferente a otros sitios, pero no más complicado". A menudo, ocurre que es precisamente el club propio el que peor acepta la crítica: "En los dos lados hay gente que no sabe entender cuál es el lugar de los periodistas", aporta Ortega, de Diario de Sevilla. "Pero son situaciones que tienes que torear y aguantarlas, no pasa nada".

Además, hay otra convicción compartida por todos los compañeros: el respeto entre colegas. En general, no se usa la filiación futbolística latente como arma arrojadiza: "Aquí el nivel de periodismo es muy alto, de verdad —afirma Ocaña, algo que todos defienden—. Entre los compañeros esto se respeta muchísimo: hay un alto nivel de independencia, de valentía y de sentido crítico a la hora de escribir y hablar. El cachondeo, que lo hay, es interno nuestro, entre compañeros".

"En Sevilla hay una calidad periodística importante: se valora la información, tener una actitud crítica, y todos tratamos de ser lo más honestos posible"

Alonso Rivero Periodista de Canal Sur Radio

Este aspecto, en un momento en que la proliferación de tertulias y debates arrebatados puede enturbiar los argumentos, resulta muy llamativo. "Estoy de acuerdo", dice también Alonso Rivero. "En Sevilla hay una calidad periodística importante: se valora la información, tener una actitud crítica, y se trata de ser lo más honestos posible". Remata Ocaña la opinión de su compañero: "Hay por ahí algún periodista kamikaze que vive de echarte a la gente encima, pero no es lo habitual".

La actitud es compartida por todos. Se trata de un mecanismo de autodefensa individual y colectiva. Pero también la convicción de que, para bien o para mal y sin que nadie se considere precisamente un santo, el periodismo es así o no es: "Todas las noches duermo tranquilo —asegura Francisco José Ortega—. Tengo claro que periodísticamente soy imparcial... aunque todo el mundo vea siempre lo contrario". La frase anticipa lo que se sabe de sobra: naturalmente, el público no se cree nada. Y esto, como el valor de los soldados, se da por hecho.