OPINIÓN

Malas noticias para 'haters' y rivales: pese a su arresto, Gavi no está muerto

Gavi, centrocampista del Barcelona. /AGENCIAS
Gavi, centrocampista del Barcelona. AGENCIAS

Gavi ha pasado de ser decisivo en la consecución de la Supercopa de España en enero, donde fue titular ante el Athletic y en la final contra el Madrid, a suplente crónico mes y medio después. No juega de inicio en los partidos cruciales —ida de semifinales de Copa ante el Atleti— ni en las tardes destinadas a las rotaciones, como aquella de hace nada en Las Palmas ni ésta ante la Real. Lleva tres suplencias seguidas y en dos de ellas ni ha jugado.

Su caso no tiene nada que ver con la precaución ni la sobreprotección, pues su lesión de rodilla está olvidada para siempre y todos le ven a diario como una moto. De castigos o algo así, olvídense por lo que cuentan ahí adentro. A no ser que en el desayuno le hiciera una plancha a Flick y aún no haya trascendido. Hay pocos futbolistas más queridos dentro de ese vestuario y sus confidencias con el entrenador no las tienen ni los capitanes. Si algo ha podido tener peso este domingo son unas décimas de fiebre que el jugador tenía ayer y que al míster le animaron a sacarlo de sus planes. Nada más.

Su nuevo rol, por este accidente y por las anteriores suplencias, tiene que ver más con un par de realidades que, casualmente, están coincidiendo en el tiempo. Una, técnico-táctica: puede jugar en mil posiciones diferentes pero, en realidad, en ninguna de ellas es la mejor de las alternativas al no ser un especialista. Y hay otra que apela más a lo emocional: después de su irregular partido en el Sánchez-Pizjuán, donde fue sustituido al descanso, me da que Flick tiene sus peculiares planes para que vuelva a volar. Y eso pasa por picarle y, al mismo tiempo, no menospreciarle. Como Ancelotti con Modric, no sacarle es mejor que darle 10 minutos.

Tranquilidad. Hay quien cree que Gavi ha perdido fuelle, que se han esfumado parte de esos súper poderes que le hacían chocar con todo el mundo y ser la mosca cojonera y que, sin su esencia y con compañeros mucho más enchufados en este tramo del campeonato, será complicado que vuelva pronto al equipo ideal. Y a mí me da que es justo al contrario. Al igual que sucederá con Olmo, que entre lesiones e inscripciones llega a este tramo clave más fresco que el resto, el técnico alemán está afilando con sus decisiones el colmillo del centrocampista andaluz para tenerlo a punto ahora que hay que salir de caza mayor.

Gavi resume como nadie todo lo que Flick quiere de su equipo en el campo. Y pese a que su presentación en sociedad y la fama que le acompaña es la de un jugador con más corazón que cabeza, el canterano es básicamente lo que necesita este Barça para todo lo que viene: una vuelta en Copa a pecho descubierto en el Metropolitano, una pelea por LaLiga que la ganará quien más piernas tenga y un asalto a la Champions para el que se necesita en la misma dosis el talento de Lamine que de varios perros de presa. Y su aportación será fundamental en una época en la que el cansancio comenzará a hacer mella y urge la gasolina para mantener el suicida plan de apretar con la línea adelantada en cada centímetro del campo.

Flick habla sobre la suplencia de Gavi ante la Real Sociedad.La Liga

No me extrañaría nada ver a Gavi como titular este miércoles en Lisboa. El rival pide su concurso más que nunca y sacarlo de toriles ante el Benfica equivaldría a jugar con 12. Por todas las ganas contenidas que esparciría en el verde y porque sabe que, a dos semanas de la nueva lista de Luis de la Fuente, está en un momento decisivo de este curso.

Pero más allá de estos detalles circunstanciales, me niego a apoyar la corriente que extiende ese pensamiento de que Gavi es más parecido a Gravesen que a Deco. El '6' ordena la presión, muerde por él y por aquellos compañeros que, de vez en cuando, necesitan una jugada de respiro tras haber marcado las diferencias con balón. Hasta ahí estamos todos más o menos de acuerdo. Pero es que, además, y aunque se le reconozca mucho menos, crea mil espacios con su continuo movimiento entre líneas, es un gran llegador, busca las cosquillas a los mediocentros que no logran detectarle, gira el juego con mucho sentido, ayuda a encontrar rendijas porque juega a uno o dos toques y define con talento. Tiene mucho más fútbol es sus pies de lo que el reduccionismo le adjudica.

Si no me creen, hagan este ejercicio. Porque en el fútbol no hay encuesta a pie de campo (que no de urna) más fiable que la de preguntar a los propios profesionales. Y más allá de Pedri, Lamine y Raphinha, a los que cualquier adversario tacharía de la lista y pagarían porque no jugasen cuando se cruzan ante ellos, el siguiente sería Gavi. Y eso es por algo notorio que vas más allá de querer evitar moratones, el estrés al que somete su presencia y el desgaste al que obliga, similar a cuando toca perseguir a Valverde de área a área. Y si no tienen suficiente y siguen dudando, acudan a la ventanilla de Ancelotti, Simeone y más perfiles de su gremio. Gavi es un terremoto que agita el mundo y ellos preferirían siempre a De Jong, a Fermín o alguien como Pablo Torre que, aparte del nivelazo que aún no le han dejado mostrar, tiene cara de buena persona.

Flick, culpable de este arresto domiciliario, lo sabe mejor que nadie. Por eso, Gavi no está muerto y pronto, muy pronto, estará de nuevo de parranda. Gavi enfadado vale por dos.