GIRONA FC

El primer Pichichi ucraniano de LaLiga, un "león" con pies de gato que "era imposible de fichar"

Artem Dovbyk ha sido el máximo goleador de la competición en su primera temporada como rojiblanco.

Dovbyk, en la celebración de su tercer gol ante el Granada. /EFE
Dovbyk, en la celebración de su tercer gol ante el Granada. EFE
Lu Martin
Marc Mosull

Lu Martin y Marc Mosull

Artem Dovbyk es un tipo muy sonriente y cariñoso, sobre todo entre bastidores, donde reparte abrazos con la misma facilidad que ve puerta cuando juega. Sobre el césped, es frío como un témpano, inexpresivo; un punto adusto, incluso. Pero el pasado viernes, ante el Granada, se mostró mucho más elocuente que de costumbre: nervioso e inquieto hasta su primer gol -cada vez que el Girona marcaba se apresuraba a recoger el balón de la red y llevarlo hasta el centro del campo- y ansioso, a partir de entonces, consciente de que tenía que anotar como mínimo dos goles para igualar a Sorloth (23) como Pichichi de LaLiga.

"Pasará de los 24 goles", aseguraban desde el cuerpo técnico de Míchel a finales de 2023. No iban desencaminados: con su hat-trick, su segundo de la temporada, cerró el curso con, exactamente, 24 goles -siete de penalti- y ocho asistencias en Liga. Casi nada.

Por cierto, lo primero que hizo tras anotar el 7-0, que lo convertía en el Pichichi virtual de la competición, fue señalar y abrazar a Stuani, que le regaló su segundo tanto de la noche y le dejó tirar la última pena máxima de la campaña; un bonito gesto que cerró un curso de ensueño, que escenifica como el uruguayo, máximo goleador de la historia del club, le otorga el testigo del gol a Dovbyk, que esta campaña ha batido el récord de dianas en Primera de un futbolista del Girona (21) que poseía el charrúa, y que demuestra como vive ese vestuario, una verdadera hermandad, hoy por ti, mañana por mí.

Dovbyk chapurrea el castellano

En la penúltima jornada en Valencia, cuando Míchel cambió al ucraniano -en el 79'-, el vallecano le dijo "Sorloth ha metido cuatro goles" a lo que el ucraniano respondió con una palabrota de sorpresa, en español, lo cual confirma que cada vez entiende mejor el idioma y que está más integrado al territorio. De hecho, ayer en el balcón del Ayuntamiento, tras saludar en catalán -"Bona nit", dijo-, se dirigió a los aficionados en castellano: "Quiero agradecer a mi equipo por su apoyo y a los fans por su increíble entusiasmo. Esta temporada fue fantástica porque somos una familia". Lo hizo con la ayuda de un Aleix García que, como Daley Blind y Eric García, dominan el inglés y, dado que es el idioma con el cual se suele comunicar el gigantón cosaco en el vestuario, son de sus más allegados.

"Durante toda la semana le hemos estado picando un poco de que Sorloth le había pasado. Estamos muy contentos de que haya podido superarle", dijo el central ex del City tras el recital ante el Granada. También Míchel reconoció que el equipo se había propuesta ayudar a Dovbyk y desveló que iban a ver juntos el Osasuna-Villarreal del mediodía del sábado porque tenían programada una comida de equipo, en el Mas Solà. Finalmente, Sorloth no pudo marcar, lo cual significaba que Dovbyk era el Pichichi de LaLiga 2023-24. Y que la plantilla gerundense al completo lo pudo celebrar junto a él.

Un especialista dentro del área

De los 24 goles de Dovbyk, 23 los ha marcado dentro del área, un dato que deja a las claras que el atacante ex del Dnipro-1 es un depredador en esa zona, un especialista que se nutre del talento que tiene por detrás: Savinho, Miguel, Yan Couto, Tsygankov… Precisamente, su compatriota, junto al brasileño, ha sido el principal asistente (3) del delantero centro del Girona, además su gran apoyo en el vestuario.

Ambos, así como el utillero Julius, también ucraniano, son inseparables. Es fácil verles pasear por las tardes por la Plaça de L'Independencia, en el centro de la ciudad, comprando en un supermercado cerca de su casa con su familia o de camino al campo de entrenamiento desde la exclusiva urbanización del club de golf de Girona, donde viven ambos jugadores.

Abrazo de Dovbyk con Stuani tras el último gol del ucraniano.  EFE
Abrazo de Dovbyk con Stuani tras el último gol del ucraniano. EFE

Dovbyk es un zurdo cerrado -ha metido un único gol con la derecha- y un especialista con la cabeza; solo Sorloth (7) ha marcado más tantos que él con la testa. Y lo ha aprovechado el Girona, que esta temporada ha explotado como nunca las acciones a balón parado; no en vano, Eric García ha sido el defensa más goleador de LaLiga.

Un “león” con pies de gato

Es evidente que el exjugador del Dnipro-1 aprovecha a las mil maravillas su envergadura. "Está muy mazado, pero mucho…", se comenta en las entrañas de Montilivi. "Es un portento físico que tiene una musculatura de élite", lo cual le obliga a "comer como un león", señalan. O como un "toro", porque también así lo definen desde el club, destacando además que "es mucho más rápido de lo que parece". Pero dejando a un lado su complexión musculosa, lo que más sorprende del físico de Dovbyk, un bigardo de 189 centímetros de altura y 50 centímetros de hombro a hombro, es su pie, muy pequeño para el cuerpo que gasta el atacante del Girona.

En sus botas, por cierto, tiene serigrafiada la bandera de su Ucrania natal; pues Dovbyk, como Tsygankov, lleva su país en el corazón. Ayer en la fiesta de final de temporada, el delantero de Cherkasy, una pequeña e histórica ciudad en el corazón del territorio ucraniano de poco más de 250.000 que es la capital donde se crearon los cosacos, también llevó consigo en todo momento una bandera de su país de grandes dimensiones; primero colgada de su ancha espalda y después, cuando ya cayó la noche, de su cintura. Como ya sucedió el viernes en la primera celebración en Montilivi, Dovbyk fue uno de los más aclamados por los aficionados gerundenses, siempre al grito de "¡Pichichi! ¡Pichichi! ¡Pichichi!".

“Era imposible ficharlo y una semana después vino Pere Guardiola con él”

"No siento presión por el precio que han pagado por mí", aseguró con evidentes problemas de comunicación Artem Dovbyk en el día de su presentación, a principios de agosto. El Girona desembolsó unos ocho millones para hacerse con el 70% del pase del ucraniano, el fichaje más caro de la historia del club. "Necesitará su tiempo de adaptación por el cambio de idioma y estilo, pero se siente cómodo y tiene la gran suerte de tener a Tsygankov aquí", dijo aquel mismo día un Quique Cárcel, que no podía imaginar que en su primera temporada, la de adaptación, Dovbyk fuera a convertirse en el Pichichi de LaLiga de un Girona de Champions.

"Le dijimos a Pere que era imposible, pero una semana después volvió con el jugador fichado" explicaban en las oficinas de Montilivi sobre la contratación del delantero ucraniano, que le costó "la vida" al hermano del entrenador del City. Todo un acierto porque, dejando a un lado lo deportivo, su valor económico se ha multiplicado: según Transfermarkt su precio de mercado actual es de 30 millones de euros, el doble del que tenía cuando firmó.

El futuro de Dovbyk, en sus manos

Llegados a este punto, tras el fiestón del domingo por las calles de Girona para celebrar una temporada inolvidable, festejar el año que Montilivi fue una fiesta cada 15 días y que el club se metió en la Champions, nadie tiene claro si el león ucraniano con pies de gato, el Pichichi de la Liga, seguirá metiendo goles en rojo y blanco o jugará el año que viene en la Premier League, porque ofertas no le faltan. En el fondo, él decide.

Dovbyk, en el balcón del Ayuntamiento. RELEVO

Hay tres clubs, el Dnipro-1, el Midtjylland y el Girona, que esperan a ver qué dice. "Sabe que si es por nosotros se queda", aseguran desde la entidad catalana. Lo dice el Girona, Míchel, sus compañeros y sus vecinos, la gente que ayer volvió a corear su nombre en una fiesta de la que él tiene tanta culpa como los 85 goles que han hecho histórica esta temporada.