SEVILLA

La maldición de Isco con Lopetegui

El jugador malagueño vuelve a quedarse sin el apoyo del entrenador que siempre cuenta con él.

Isco, en un partido con el Sevilla./Getty
Isco, en un partido con el Sevilla. Getty
Rodra P

Rodra P

Una historia de amor con maldición. La de Isco y Lopetegui. Cuanto más confía el entrenador vasco en el jugador malagueño, de pronto la suerte se les vuelve en contra, y sus caminos se separan. El último capítulo ahora en Sevilla, después de los episodios en la Selección y en el Real Madrid.

Isco era la estrella de España para el Mundial de Rusia en 2018, tras actuaciones redondas como el triunfo contra Italia en el Bernabéu. La gente le coreaba y Lopetegui le entregó las riendas de un equipo ilusionante. Todo se torció. Rubiales decidió despedir a su seleccionador por firmar con el Real Madrid antes de la cita mundialista. Y todo resultó ser un fracaso, para todas las partes. España defraudó con un Isco minimizado.

Entre lágrimas de emoción y rabia, Lopetegui llegó al Madrid y se reencontró con Isco. El verano en el que se fue Cristiano, el plan era que el crack del equipo fuese español. Lopetegui elevó el estatus de Isco al nivel de la Selección. El romance prometía pero volvió a ser un querer muy corto; duró 14 partidos. Con una cita perfecta, el 19 de septiembre de 2018 el Madrid ganó a la Roma 3-0 en el Bernabéu, bordando el fútbol y con un Isco reluciente. Una falsa ilusión que terminó en la otra punta: un 5-1 en el Camp Nou ese mismo octubre, con la lápida de Lopetegui.

En sus últimos partidos en el Madrid no le acompañó Isco. Sufrió una apendicitis en su mejor momento, en el peor momento. El andaluz se perdió cuatro partidos que terminaron por ser vitales, cuando Lopetegui más le necesitaba. Con la marcha del técnico vasco Isco no volvió a ser el mismo, y este verano se volvieron a encontrar, con la esperanza de salvarse el uno al otro.

Su historia empezó mucho tiempo atrás. Isco empezó a brillar en una sub-21 española que justo entrenaba Lopetegui. Sus caminos han ido siempre unidos pero están condenados a separarse antes de lo que querrían. Como si fuera una maldición. En Sevilla lo intentaron pero no salió ni en el principio. Y ahora vuelven a despedirse temiendo lo mismo: les espera un futuro peor.