LA MIRADA

Querido capitán

Simeone, en el último partido en casa ante el Espanyol./GETTY
Simeone, en el último partido en casa ante el Espanyol. GETTY

Cuando un barco se hunde, el capitán debe ser el último en abandonar. Pero durante la deriva, ¿a quién seguir si no hay lugar donde anclarse?

El Atlético de Madrid hace meses que navega sin rumbo porque Simeone lo ha perdido. Y lo que es mucho peor, sus jugadores no acuden a su rescate. Ya no quieren tragar más agua por él, porque achicaron incluso cuando la corriente se calmó. Y cuando tocaba decidir si tomar velocidad de crucero, el Cholo creyó que lo más seguro siempre es regresar a puerto. Sin embargo, la tripulación ya se había comprado sus mejores esmóquines para las grandes noches del capitán, los animadores esperaban en cubierta los bailes de Joao y Griezmann y el contrato transatlántico ya se había firmado hasta 2024.

Al Cholo no se le despide. Sólo si él se quiere ir, y eso es tan improbable como lo era que el Titanic se hundiera. "Hasta ganar la Champions", dice. Recordando a los que dudan de su continuidad o de los que confían, en silencio, que amar también es soltar amarras.

Pero Diego, usted sabe que está tocado si los suyos no están por sacarle a flote. Que a algunos se les ha metido bajo el agua cuando intentaban sacar la cabeza y respirar aires nuevos. Que otros nados fueron sólo un espejismo. Que lo de creer es poder se ha quedado como mensaje en una botella. Que no se pueden cruzar los mares con una colchoneta ya reventada. Porque la buena memoria no se olvida, pero puede convertirle en verdugo de sus recuerdos. Que no hay ni brújula, ni tiempo que les lleve de vuelta donde usted siempre quiere ir. Ya fue, y fue maravilloso.

La vida es larga, y el camino, corto. La marea rojiblanca le traerá a Neptuno casi siempre que quiera. A menudo es mejor perderse, irse, para volver a encontrarse. No se deje arrastrar usted con ella.