El día en que Iago Aspas tocó por primera vez el cielo con el Celta: "No le conocía nadie y nos hizo un doblete; fue una locura"
Compañeros y rivales recuerdan quince años después el partido en el que el de Moaña salvó de la desaparición al club vigués.
En junio de 2009 pasaron muchas cosas. General Motors se declaró en bancarrota, la gripe porcina fue certificada como la primera pandemia del siglo XXI, la NASA lanzó una sonda contra la luna, murió Michael Jackson y, además, Iago Aspas salvó (por primera vez) al Celta. Han pasado 15 años desde entonces y el de Moaña ya se ha hecho con el título oficioso de 'Mejor jugador de la historia del club'. Pero el brillante hoy no se entiende sin el sufrido ayer. Y todo comenzó un seis de junio de 2009. Vayamos hasta allí.
El Celta penaba en Segunda División sumido en una crisis económica sin precedentes y rozando los puestos de descenso. A tres jornadas para el final de aquella temporada, los vigueses recibían al Alavés en un duelo decisivo por evitar el descenso a la Segunda División B de aquel entonces. Nadie lo reconocía, pero caer a la tercera categoría del fútbol español prácticamente certificaba la desaparición del club, que no podía hacer frente a las deudas. No era seguro, pero sí bastante posible. Por eso, aquel duelo era crucial no solo para salvar la temporada, sino para salvar la vida.
"Fue una semana sin poder dormir. La mayoría de los que estábamos en el equipo éramos de casa y había un gran sentimiento de pertenencia y responsabilidad. Hubo mucha tensión. Incluso tiempo después me reconoció lo mismo algún jugador del Alavés con el que me crucé en el extranjero", rememora Roberto Lago, lateral zurdo de aquel Celta y amigo personal de Iago.
El propio Aspas reconoce a Relevo que la tensión del momento la vivió de otra manera al jugar casi siempre con el filial durante todo ese curso. "Lo afronté con tranquilidad porque fui convocado casi como un parche. Bueno, tanto Joselu como yo, aunque llevábamos ya un tiempo entrenando con el primer equipo, pero ese día había muchas bajas", explica ahora.
Una victoria los dejaba en Segunda, pero no conseguirla lo complicaba todo. Y el partido transcurrió con normalidad hasta que mediada la segunda mitad, Eusebio Sacristán dio entrada a un imberbe Iago Aspas. Poco o nada se sabía de aquel chaval más allá de Galicia. Estaba a punto de cumplir los 22 años y solo había jugado un encuentro con el primer equipo del Celta... un año antes. Pero el técnico vallisoletano no dudó. Era el minuto 60 y el resultado era de 0-0.
¿Qué fue lo primero que hizo Aspas? Probó una genialidad. "Recuerdo que cuando entró, revolucionó al equipo. Nada más hacerlo, intentó un gol desde el centro del campo, pero tirando raso porque vio al portero descolocado", recuerda Dani Abalo, una de las estrellas de aquel equipo, canterano y amigo de Iago. Ambos fueron claves en aquel duelo ante los vitorianos.
El extremo de Arousa fue el asistente del goleador de Moaña en el primer gol, uno que habían repetido tantas y tantas veces en los entrenamientos. "Recuerdo que me abre la pelota Trashorras y el defensa me deja el espacio para centrar. Entonces, veo a Iago hacer su movimiento habitual, de venir a recibir y desmarcarse a la espalda del central, se la puse ahí y marcó de cabeza", apunta Abalo.
Sin embargo, el trabajo no estaba hecho pese a que quedasen apenas diez minutos para el final. Una buena internada de Óscar De Marcos, ahora futbolista del Athletic, acabó en gol de Juanjo en el 88' para poner el empate. A punto de terminar, todo estaba igual que al inicio y el Celta debería seguir peleando por mantenerse con vida como institución. Pero volvió a aparecer el que desde entonces no ha dejado de hacerlo.
En el minuto 94, el de Moaña recogía un rechace de Bernardo para anotar el tanto de la victoria, desatar la locura en Balaídos, apagar el incendio en el equipo, salvar al club y tocar el cielo por primera vez con su Celta. Todo en un segundo. Ascendió a un altar del que no se ha bajado. "Le dije que era el mejor, el puto jefe", comenta Abalo. "Creo que hay gente que tiene luz propia y él, además, es muy seguro de sí mismo y confía mucho en sus posibilidades. Eso le ayuda a que le pasen cosas como las de aquel día. Era impensable que iba a hacer esos dos goles, pero fue mágico", apostilla Lago.
Del otro lado quedaba tocado y casi hundido el Alavés, que acabó descendiendo a Segunda B. Sus jugadores todavía se acuerdan de aquel milagro de Aspas, el primero de muchos. Y les pilló de sorpresa. "Me acuerdo perfectamente porque nos la estábamos jugando ambos equipos. Era un partido decisivo y los dos salimos de suplentes. No le conocía nadie, no nos habían hablado de él, pero salió y nos hizo un doblete. Fue una locura. Lo que ha hecho toda su vida lo hizo en su debut también", comenta a día de hoy Óscar de Marcos.
El genio de Moaña vivió una felicidad inesperada con el pitido final, un momento de alegría que pudo compartir con los suyos. "Al acabar el partido fue todo como un sueño cumplido. Debutar en Balaidos, meter dos goles y salvar a tu club, imagínate..." apunta ahora el delantero del Celta.
No fue un año sencillo aquel para Iago Aspas, que en junio de 2008 debutó en Segunda con el Celta en Salamanca, pero que estuvo 12 meses sin aparecer en el césped con el primer equipo. Y eso que entrenaba prácticamente todos los días con ellos, pero la oportunidad no le llegaba, algo que también ponía en alerta a sus compañeros, que veían en él a un futbolista diferente.
"Se lo merecía más que nadie porque estuvo aguantando seis meses. Eusebio hablaba mucho con él, le pedía calma y que esperase la oportunidad y cuando la tuvo, la rompió", comenta ahora Abalo. Roberto Lago cree el futuro del internacional español habría tenido un camino similar, aunque reconoce el punto de inflexión que tuvo aquel encuentro. "Pienso que hubiese llegado igual a todo lo que consiguió. El talento y la calidad acaban ganando a cualquier situación. ¿Fue un punto de inflexión en el que se ganó el cariño de la historia? Seguro. Salvó al equipo de su vida y a lo mejor sin esos dos goles no estaríamos hablando tú y yo", apunta.
Para el propio Iago también fue un momento clave en su carrera deportiva, que por aquel entonces solo estaba empezando. "Fue un punto de inflexión en mi carrera para poder saber que podía triunfar en el fútbol", asegura.
La vida de Aspas cambió aquel día para siempre. Era su segundo partido en el Celta. Hoy ya roza los 500, supera los 200 goles con la camiseta celeste, con la que también ha ganado cuatro Trofeos Zarra, el que más junto a David Villa. Si la palabra leyenda llevase una foto junto a ella en el diccionario, bien podría ser la suya con la elástica del conjunto vigués. Y un 6 de junio de 2009 comenzó todo.