El Rayo olvida su símbolo en el peor momento y en medio de la fiebre por lo retro
Mientras clubes y marcas apuestan por la vestimenta esencial, el Rayo ha dejado fuera su franja en el momento de su centenario.

El Rayo Vallecano acaba de presentar sus tres equipaciones para el curso 2024-25 y confirma las peores sospechas de su resignada afición: en la temporada del 100º cumpleaños del club tampoco habrá franja. Por el contrario, el logotipo geométrico del Centenario ocupará la parte frontal de las prendas, tres modelos idénticos en versiones blanco-rojo, rojo-blanco y gris-negro. Lo cierto es que siempre parece un mal momento para arriesgar con la indumentaria local, como expresan con vehemencia todas las hinchadas cuando se tergiversa un pilar identitario (puede ser un escudo o unos colores, unos bastones verticales que se vuelven curvas o la citada franja diagonal que desaparece). Sin embargo, no apostar por un modelo clásico parece especialmente desafortunado y doloroso en el caso del Rayo.
La elección sorprende por dos motivos. En primer lugar, se trata de una fecha especial en la historia del club. Se podía obtener una 'victoria fácil' recuperando un elemento distintivo que desapareció de la camiseta local en 2021. Desde entonces, la franja fue reemplazada por un rayo que, llegados ya a la cuarta edición consecutiva, no puede considerarse licencia creativa ni innovación puntual. En condiciones normales, es justo dividir la autoría de un diseño entre dos actores principales: el club y la marca. Dicho esto, la óptima reputación de la también centenaria Umbro y la simbología de la franja, tema especialmente sensible para rayismo, inclinan la balanza de la responsabilidad. Como ha ocurrido con ciertos cambios de escudo mal comunicados (Atlético, Valladolid), toca apuntar hacia dentro.
La segunda razón, más de contexto general que de coyuntura particular, es la tendencia generalizada entre clubes y marcas por apostar por camisetas titulares sobrias. Las mejores camisetas de LaLiga parten de esta premisa esencial: Macron x Osasuna, Puma x Valencia, Castore x Sevilla o Hummel x Betis, por citar solo algunos ejemplos. Cuando la moda es volver a los orígenes, cualquier excepción desespera al aficionado como si se tratase de un cambio de escudo. ¿Justo ahora no acudimos a la melancolía?
¿De dónde viene la icónica franja del Rayo?
La característica franja diagonal no estuvo presente desde el minuto 1. La institución dio sus primeros pasos en 1924 vistiendo completamente de blanco. Como explica Juan Jiménez Mancha en su libro 'Los Orígenes del Rayo Vallecano', en 1948 el club llevó a cabo una serie de negociaciones con el Atlético de Madrid que buscaban aumentar su competitividad. Se llegó a un acuerdo para que el vecino colchonero cediese jugadores al recién ascendido Rayo, a cambio de un sutil favor estético. El Rayo debía dejar de vestir de blanco, huelga decir que para no parecerse al Real Madrid, y añadir algún detalle rojo en su indumentaria. Así las cosas, para el comienzo de la 49-50, el Rayo Vallecano incorporó una franja roja que se inspiraba de manera inconfundible en la casaca de River Plate, equipo de moda del momento. La línea, conocida como 'bandolera' por la prensa de entonces, tuvo impacto inmediato y buena acogida. Aunque el acuerdo con el Atlético era para una sola temporada, se decidió continuar con ella.
Precisamente, este fuerte arraigo de la afición franjirroja a su símbolo fundamental es la antesala de las reacciones negativas a las nuevas camisetas, que se venían gestando en las últimas horas tras las habituales filtraciones. La principal novedad de este curso es un escudo centrado, no 'sobre el corazón', otro matiz que no ayuda a explicar lo que podría ser un recurso estilístico (muchos otros clubes recuperan el logo centrado esta temporada, por ejemplo el Barcelona, el Inter o el Tottenham). Tampoco hay referencias a emblemas antiguos ni a la denominación ADRV en una camiseta cuya única personalización es el logo del Centenario.

El logotipo, que podría ser un excelente elemento de apoyo en campañas de comunicación en lugar de sustituir a la franja, cobra vida a partir de un número 100 con similitudes geométricas al rayo.
Las tres equipaciones no han saltado al campo y ya cargan con el rechazo mayoritario de la afición. Mientras las camisetas locales recuperan la sobriedad perdida y las marcas explotan la nostalgia, una receta que nunca cansa al aficionado, el Rayo vuelve a prescindir de su símbolo más universal y añorado. En el peor momento.