Vallecas gritó "¿y si sí?" e Isi obró el milagro
Diez minutos de locura certifican la remontada del Rayo y pie y medio en Primera. Osasuna cedió tras apenas conceder. Chavarría inició el delirio.
"¿Y si sí?". Tres palabras, un sentimiento. Se repetirá en cientos de ocasiones en las próximas semanas. La pronunciarán los aficionados del Barcelona, del Real Madrid, del Valencia o del Granada. Es el resumen de cómo el ser humano es capaz de creer en lo imposible. En dar la vuelta algo que el destino ya ha dictado. Vallecas es un especialista en creer. Son años y años gritando "el año que viene Rayo-Liverpool", de cantar a viva voz el 'You'll never walk alone" y de preparar las gargantas para 'La Vida Pirata', la que cada vez cuesta más traer. Ante Osasuna, se venía una nueva tarde para olvidar.
Qué fue de ese equipo que conquistaba desde los costados, que siempre gritaba 'al abordaje'. Un contrario de lo que fue se vivió, de nuevo, en 80 minutos grises, ramplones. Los de Arrasate aprovechaban para hacer los deberes, lo de siempre: resistir y aprovechar. 0-1, tres puntos y la Conference en el horizonte. Las caras bajas de la franja las cambió el público. Todo se desató con un tiro de Isi a las manos del portero. Nadie creía que fuera a llegar a algún sitio. Todos creyeron que acabaría llegando a donde ellos quisieran.
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Con la grada entregada, consciente de que el abismo ya se acercaba sin vuelta atrás, el Rayo se encontró el gol en un latigazo de Chavarría. El empate era la antesala de la victoria con el estadio así. Era cuestión de tiempo que llegara. Pero la narrativa aún tenía guardado un secreto más. Tuvo que ser Isi, bandera de este equipo, con un disparo que a la escuadra. "Pim, pam, pum, la revolución". Enloqueció y junto a él todos. El club acaricia la permanencia en Primera recordando a aquel que siempre fue. El que le hizo ser el Rayo. El de su estadio. El de Vallecas.
Osasuna juega sus cartas
El Rayo, inmerso en el Síndrome del Impostor, puede empezar creyendo que 'La Vida Pirata' sí sonará esa tarde en Vallecas. Su fútbol dice lo contrario. Un habitual descuadre defensivo terminó con Rubén García plantándose mano a mano con Dimitrievski y errando por escasos centímetros. Arrasate ha conseguido que este Osasuna siga siendo esta Osasuna aun sin Budimir, aspirante a pichichi del campeonato. Un mérito atronador que desaparecerá tras la Jornada 38. El club ya busca la manera de evitar el vacío que se avecina.
Hasta entonces, luchará al máximo por defender su identidad, aunque las circunstancias se lo pongan difícil. David García, otro de sus emblemas, sufrió un pinchazo en la pierna derecha y tuvo que ser sustituido a los 15 minutos. Pero los automatismos no entienden de titularidades o suplencias. Balón en pugna, se lo lleva Moi Gómez, enlaza una pared de quilates con Raúl García y el balón acaba en la red. Ni pudo frenarles Óscar Valentín, que buscó interceptar el envío, ni Lejeune, un gran lanzador y un digno sucesor del liderazgo de Catena, pero menos férreo en el tú a tú.
Vivir con el agua al cuello ya es santo y seña del Rayo Vallecano 23-24. Con el marcador adverso y tras la victoria del Celta, el descenso volvía a apremiar. No hay que esconder una realidad que se ha venido esquivando en los últimos años. Ya lo dijo Iñigo la pasada semana, tras firmar las tablas con el Getafe: siempre dice que no va a ver a los rivales, pero la responsabilidad le puede. Como le puede a su equipo volcarse hacia arriba cuando el abismo se aproxima.
Son esos pequeños compases en los que el Rayo es el que es, ese equipo Premier que hace enloquecer Vallecas. Aunque el fútbol ya no dé como antes. Lo intentaron Isi, De Frutos, Camello... Sin éxito. Sin demasiado peligro. Una ejemplificación de su realidad. Al filo del descanso, tras encerrar algo a Osasuna, Lejeune tuvo que salvar un uno contra uno ante Raúl García que atemorizó más que veinte minutos sobre el área rival.
Vallecas enfurece, pero el Rayo no reacciona
La idiosincrasia del Rayo Vallecano es algo innegable. No hace falta ni media ocasión para encender a un público cuya sangre es franjirroja. No lo desean, desde luego, pero si se diera el caso, vaciarán la garganta incluso con el equipo matemáticamente descendido. Casi quince minutos de segunda mitad tardó el equipo de Iñigo en dar un susto. Lo protagonizó Isi, con un chut desde la frontal a las manos de Sergio Herrera.
Entonces, retumbó el ventanal de la cabina de prensa desde la que se escriben estas líneas. Fue una marabunta de gritos que empezó en el fondo y se acompasó con el resto del estadio. La misma que resurgió cuando Mumin anticipó en un córner y De Frutos inició una carrera a 90 metros de la portería adversaria.
Tal griterío levantaría del letargo a cualquiera. En este deporte, claro, hay mucho más allá del coraje. Una de Raúl de Tomás, previsible dentro del área, se responde con otra de Pablo Ibáñez, por encima del larguero. A cuentagotas no llegan las remontadas. Ni a RDT le sale ese instinto que le llevó a ser uno de los mejores delanteros del país y a vestir la camiseta de la Selección.
Isi, ¿y si sí?
La racha de efectividad parecía seguir ahí y el tiempo apremiaba. La calculadora en mente, cuartos por la cola... La ansiedad del césped no era tal para una grada que empujaba y empujaba. A veces los milagros comienzan de casualidad. Al rechace de un córner, Pep Chavarría conectó el que probablemente fue el mejor disparo de su vida y firmó el empate. A ver ahora quién le decía al Rayo que la remontada no era posible.
El fútbol es un estado mental y ya nada podía parar a un equipo que se había visto en el abismo y que ya solo pensaba en sacarle nueve puntos al Cádiz, una distancia abismal a estas alturas. Y quién mejor para certificar la hazaña que Isi Palazón. No podía ser normal. El '7' conectó un zapatazo a la escuadra que generó medio segundo de silencio sepulcral antes de una fiesta sin igual.
'La Vida Pirata' regresa a Vallecas por todo lo alto. Isi se quitó la camiseta, gritó, enloqueció y en la grada incluso hubo lágrimas en los ojos de los más pequeños, superados (o agradecidos) por un ambiente único. Uno que este Rayo tampoco olvidará por todo lo que significa. Fue el reencuentro con sus orígenes, fue el resurgir de un equipo que no atemorizó a Osasuna en 80 minutos y que remontó con el ADN que solo se explica desde las butacas del barrio.
La ficha del partido
2 - Rayo Vallecano: Dimitrievski; Balliu, Mumin, Lejeune, Chavarría; Isi, Óscar Valentín (Pathé Ciss, 46'), Unai López (Falcao, 74'), De Frutos (Bebé, 74'); Camello (Raúl de Tomás, 60'), Trejo (Crespo, 82').
1 - Osasuna: Sergio Herrera; Areso, David García (Catena, 19'), Herrando, Juan Cruz (Mojica, 82'); Ibáñez (Moncayola, 68'), Iker Muñoz (Torró, 68'), Moi Gómez (Osambela, 82'); Rubén García, Raúl García, Rubén Peña.
Goles: Moi Gómez (0-1, 29'), Chavarría (1-1, 80'), Isi (2-1, 84').
Árbitro: Melero López. Amonestó con tarjeta amarilla a Óscar Valentín (45'), Iker Muñoz (49'), Pathé Ciss (51') e Isi Palazón (85').