OPINIÓN

Ancelotti se va a quedar

Ancelotti saluda al Santiago Bernabéu después de la goleada 6-0 al Valladolid. /REUTERS
Ancelotti saluda al Santiago Bernabéu después de la goleada 6-0 al Valladolid. REUTERS

Perdemos más veces que ganamos porque las grandes noches de remontadas solo se ven en el fútbol y las ha patentado el Real Madrid. Hace años empezaron a desvanecerse demasiadas cosas en mi vida. La última, la tarjeta del banco. Mi cabeza es, a la vez, mi cruz. Si el fútbol le debe un Balón de Oro a Raúl o Iniesta, la vida tiene varias deudas con un servidor. Antes, estas situaciones de extravío las resolvía una madre con su "ay si voy yo y lo encuentro". Porque al final descubría el paradero. Ahora, cuando ya me estoy batiendo en retirada ante la calvicie, me pongo las ruedas de prensa de Ancelotti. Aunque no me devuelvan el objeto perdido, ayudan a recuperar el norte. Ahí, como en el Camp Nou, da repasos.

En medio de tanta cotidianidad mezquina, la honestidad de Carletto y su capacidad para manejar la crítica con humor y perspectiva le elevan por encima de la degradación. Su comparecencia del Viernes Santo ha vuelto a ser excepcional, teniendo en cuenta que ahora la excepcionalidad es ser normal. Otro en su lugar, con 1.272 partidos a sus espaldas y un palmarés que no le falta nada, se habría revuelto en más de una ocasión poniendo por delante sus méritos ante el primer runrún que deteriorara su imagen y autoridad. El italiano, en cambio, domestica el micrófono y los vestuarios con la misma cintura que Modric y Kroos los partidos. Y lo hace con idéntica arma que ellos: la experiencia.

Sus décadas de vuelo en esto del fútbol le han demostrado que es inútil desgastarse en guerras perdidas de antemano. Sobre todo en el Real Madrid, donde una derrota es el apocalipsis, una mala racha abre la jaula por la que salen en estampida los nombres de sustitutos y una temporada sin títulos es la guillotina. Ni se irrita ni le extraña la frialdad del club con él tras varios reveses a pesar de haber ganado el año pasado la Liga y la Champions. Alza la ceja, abre el paraguas y suelta algún chascarrillo. Haber tenido de jefes a Berlusconi, Abramovich, Al Khelaifi y Florentino te hace brotar un callo.

La mala manera con la que salió del Madrid en su primera etapa, un año después de alzar la Décima y haber registrado el récord de victorias de club, le dolió. Sobre todo porque en aquella época tuvo que lidiar con varios incendios que consiguió apagar con maestría. No se sintió tratado con justicia. Por eso, cuando la vida y José Ángel Sánchez le dieron la oportunidad de regresar a Chamartín, se prometió que todo sería igual pero distinto. Sobre todo a la hora de tomar decisiones, más impermeable a las corrientes de aire que vinieran desde arriba.Su insistencia con Camavinga en el lateral es un ejemplo de autonomía.

Con esta postura conquistó el doblete la pasada temporada y así, a pesar de estar descolgado a 12 puntos en Liga, en gran medida por la explosión estadística del Barça, ya está en disposición de ganar una Copa (la final es el 6 de mayo contra Osasuna) y su equipo impone en la Champions (el miércoles, ida de cuartos ante el Chelsea). Es decir, que cuando muchos le animaban a irse a Copacabana a dirigir a Brasil, él mantuvo la compostura y se metió el puro en el bolsillo por si la fiesta se desmadra. Como el padre de la novia en el baile.

Mención aparte merece su gestión de vestuario. Hay que ser un genio para no coleccionar enemigos en un entorno donde cada tres días debes hacer públicas tus preferencias. Lo hace con un mensaje consistente a sus jugadores, dejándoles claro que hay un Ancelotti entrenador y un Carlo hombre. Y cuando ambos se funden ofrecen momentos como el de la última charla tras el festival del Camp Nou. Un speech que acabó con el anuncio de un día libre y con Mariano celebrándolo por todo lo alto como si su musculatura exigiera urgentemente un descanso por agotamiento.

Ancelotti dice que la manera en la que manejan los encuentros Kroos, Modric y Benzema no se compra en el mercado. Tampoco entrenadores que mantengan la calma cuando se pierde en un club donde la victoria es una rutina. Como es su caso. El italiano es un colega en la victoria y una bendición en la derrota. Por eso, con contrato hasta 2024, considero que no hay mejor técnico que él para este banquillo. Aunque no gane la Champions ni la Copa. Y si los títulos bajan el pulgar de Florentino, pues la exigencia es la que bombea el corazón de este club, 'Carletto' se quedará como permanecen los veranos de la infancia. Porque Ancelotti solo hay uno.