Real Madrid y Leganés forjaron a Mario del Campo, el 'alter ego' de Fran García que no llegó: "No podía ni hacer una sentadilla"
El defensa, alejado del fútbol esta temporada, aterrizó en la cantera pepinera después de perder protagonismo en La Fábrica.

Real Madrid y Leganés se miden este sábado (21:00) en el Santiago Bernabéu, en el regreso de la competición doméstica después de dos semanas de parón con el fútbol de selecciones como protagonista. Durante los últimos años, el trasvase entre ambos clubes se ha convertido en habitual, sobre todo en las categorías inferiores, y el de Mario del Campo (Madrid, 1999) es sólo uno de los ejemplos más recientes. Con apenas tres años, el futbolista, esta temporada sin equipo y centrado en finalizar sus estudios en CAFYD (ciencias de la actividad física y del deporte), abandonó la capital y, acompañado por su familia, se fue a vivir a Toledo. Allí empezó a jugar al fútbol y pasó por dos equipos, el propio Toledo y el Odelot ("me subieron una categoría y me di cuenta de que se me daba bien"), antes de llamar la atención del conjunto merengue.
"Un hombre de aquí, de Toledo, que se llama Julián de la Paz me echó el ojo y él era una especie de representante de jugadores por todo Castilla-La Mancha y demás y tenía contactos en el Real Madrid, así que habló con mis padres y les dijo que les había gustado...", recuerda sobre cómo se fraguó su llegada a La Fábrica, todavía en edad infantil. Allí permaneció varias temporadas, hasta el Juvenil A en el que coincidió con Guti, del que rescata, sin pensárselo mucho, alguna que otra anécdota: "Algunas veces, ya en el vestuario y al terminar los entrenamientos, pagábamos entre todos un catering de, no sé, 300 o 350 euros... Él nos preguntó cuánto costaba, nos dijo que a ver por qué cogíamos sólo uno, llamó por teléfono y nos pagó dos".
Después de colmar muchos de sus sueños, llegando a compartir banda izquierda con Fran García ("a mí me ponían de lateral y a él, de extremo... aunque luego pasé a jugar de central") en las categorías inferiores del Real Madrid (también salió cedido al Adarve), probó suerte en el filial del Leganés, donde consiguió portar el brazalete de capitán y se convirtió en un habitual en los entrenamientos del primer equipo. Sin embargo, en ese momento empezó su particular calvario con las rodillas, rotura de cruzado incluida. "Me infiltraron y estuve como dos o tres meses sin dolor, pero de repente se me fue el efecto y, de un día para otro, no podía moverme ni hacer una sentadilla", adelanta. Ha dejado temporalmente aparcado el fútbol, aunque todavía conserva ganas y la ilusión de volver a vestirse de corto, para centrarse en "trabajar y en terminar los estudios". Sabe que el regreso no será sencillo, pero lo tiene claro: "Quiero jugar".
Me sorprendió que me dijeras que habías dejado temporalmente aparcado el fútbol.
Bueno, sí... Cuando salgo del Guadalajara, a final de temporada, me voy al Toledo y me lesiono allí. Otra vez la rodilla. Pero esta lesión es más difícil porque es un poquito diferente, porque no es lo típico de los ligamentos ni menisco ni nada, pero yo recuerdo que me dolía muchísimo la rodilla y no podía prácticamente ni correr. Me dolía hasta al andar, no podía ni subir ni bajar una escalera. Me hicieron pruebas, me infiltraron la rodilla, me hicieron resonancias y no consiguieron dar con el problema que tenía. Entonces deciden echarme y dejar de contar conmigo. El equipo iba muy mal y necesitaban fichas libres... Cuando me infiltraron, jugué absolutamente todos los partidos sin dolor durante dos o tres meses, pero de repente se me fue el efecto de la infiltración de un día para otro y no podía moverme ni hacer una sentadilla.

Tuve que buscarme la vida por mi cuenta y consigo tratarme gracias a Kike, un amigo mío que juega a fútbol sala. Me hicieron una resonancia y vieron que tenía un agujero en la cara posterior de la rótula del cartílago, y que de ahí venían los problemas. Me operé, lo tuve que pagar yo y me costó mucho dinero, porque no entraba por la Seguridad Social... Era una operación diferente, se llamaba mosaicoplastia rotuliana. Estuve un año otra vez parado [antes ya se había roto el cruzado] y acabo pasándome varios años sin jugar. Ahora estoy trabajando, no en el fútbol, pero sí trabajando. Y no he dejado de estudiar, sigo haciéndolo todavía. Estoy estudiando la carrera de CAFYD y me queda un año.
¿Has llevado bien el tema de que te cambie de manera tan drástica la rutina?
Sí, ha cambiado, pero no me ha costado mucho adaptarme. Lo que me cuesta es no jugar al fútbol, porque voy a ver partidos y... [resopla] me cuesta no bajar al césped y dar un pase. Tengo unas ganas que no puedo con ellas, pero es lo que toca. No salió en verano ninguna cosa que me llamara y decidí tomar este camino, pero tengo claro que quiero volver a jugar... Quiero jugar. Ahora, eso sí, mi rutina es diferente: me levanto temprano, sobre las seis o siete de la mañana, antes de trabajar, que empiezo a las 9, para estudiar un poco. Luego me voy a trabajar, que tengo horario partido y salgo a las seis y media, y depende de si tengo mucho o poco pues hago más o hago menos. Aprovecho para salir a correr, voy al gimnasio... Lo que sea, pero yo sin deporte no puedo vivir.
Me hablabas antes de lo que te pasó en el Toledo hace un par de años... Allí empezaste a jugar, ¿no?
*Mario del Campo vivió dos etapas en el Toledo: la primera de ellas, cuando empezó en el fútbol y era un niño ("era muy pequeño") y la segunda, antes de aparcar temporalmente el fútbol. En la primera pregunta alude a la segunda.
Sí, eso es. Yo nací en Madrid y luego estuve viviendo un tiempo en Ciudad Real, pero enseguida me vine a Toledo a vivir y, nada, desde muy chiquitito jugando en el equipo del colegio al que iba estando en primaria. Luego mis padres se dieron cuenta de que se me daba bien, de que era habilidoso y destacaba más de lo normal. Empecé jugando en el Toledo, aunque estuve muy poco tiempo, y luego me fui al Odelot, que es también un equipo de aquí. Es como un poco la rivalidad. En el Odelot me subieron una categoría cuando pasé a fútbol once en 2011. Un hombre de aquí de Toledo que se llama Julián de la Paz, que era como una especie de representante de jugadores, sobre todo por Castilla-La Mancha, me echó el ojo y habló con mis padres. Les dijo que les había gustado y que había oportunidad de hacer las pruebas en el Real Madrid y allí que me fui.
¿Y qué tal allí? Todo el mundo habla del shock inicial...
Yo me fui al Infantil A del Real Madrid y empecé a hacer la pretemporada, a entrenar y demás con ellos, pero cada poco tiempo te decían si tenías que volver al día siguiente o a la semana siguiente, porque era como una especie de periodo de prueba... Y estuve así hasta que un día me dijeron que contaban conmigo cuando yo era infantil de segundo año, que me parece que fue en 2012 ó 2013, no me acuerdo muy bien.

Los primeros años me costaron porque, cuando estás aquí en Toledo pues pasa lo típico de que destacas un montón, metes muchos goles o das asistencias, y te piensas que en el Madrid vas a ser muy bueno y que vas a destacar también y, al final, pues acabas dándote cuenta de la realidad. Ves los chavales que juegan también en el Madrid, ves que son muy buenos, ves que destacan y te cuesta porque te das cuenta de que eres uno más. Yo coincidió con Adrián de la Fuente (Levante) y muchos otros más que han llegado o que están jugando arriba. Es que te das cuenta de que no sabes jugar al fútbol: no sabes defender, no sabes correr, no sabes orientarte, no sabes posicionarte, no sabes atacar, no sabes hacer absolutamente nada. Y ahí el Real Madrid te forma muchísimo.
¿Quién fue el que más te ayudó en todo ese proceso?
Roberto Rojas, al que tuve de entrenador en el Infantil A. También Daniel Poyatos, que lo tuve luego en el Juvenil B. Rojas fue el entrenador que me enseñó a jugar al fútbol, siempre lo digo. Me acuerdo un día en el que me cogió después de un entrenamiento y me explicó dos o tres cositas, dándome a entender que si quería jugar, tenía que correr, que no valía con hacer lo que estaba acostumbrado a hacer. Esa primera parte de la temporada no jugué mucho, pero en la segunda lo jugué prácticamente todo. Jugaba de extremo izquierdo, pero llegó Fran García y con él genial, aunque compartíamos posición, pero le pusieron como extremo cuando llegó. En la banda izquierda jugábamos los dos: él como extremo y yo como lateral, porque me bajaron un poco la posición.
Había competencia ahí entonces, ¿no?
Sí, siempre, pero lo llevábamos bien. Teníamos muy buena relación y a día de hoy intercambiamos algún mensaje porque somos castellanomanchegos ambos. Nos seguimos en Instagram y siempre nos hemos llevado muy bien. Lo que recuerdo de Fran es lo que ve todo el mundo: es un jugador con muchísima potencia, muchísima velocidad y en categorías inferiores eso son cosas que sobresalen muchísimo. La gente se queda alucinando con su velocidad o potencia, pero es que el Madrid siempre apuesta por esta gente que en términos físicos destaca tanto. Es un futbolista superfuerte y se notaba mucho la diferencia respecto al resto.
"Con Guti no tuve 'feeling'... Te piensas que la culpa es siempre del entrenador, que nunca es tuya"
Canterano de Real Madrid y LeganésEn el Madrid juegas como extremo, como lateral y también como central, pero supongo que el verdadero reto llega con la lesión de gravedad.
Sin duda, sí. En cadete de primer año me rompí el cruzado y estuve prácticamente todo el año parado. En segundo año de cadete, también todo el año parado por el tema de la recuperación... Me operé un día antes de la Décima [haciendo alusión a la décima Champions del Madrid] y estoy dos meses sin poder moverme. Ese segundo año no pude hacer prácticamente nada, pero cuando me recupero lo juego todo con Solari en el cadete B... Luego, en el A, también con él, no juego nada. Y ya en el Juvenil C... Es un año que me cuesta muchísimo porque no tuve continuidad. El entrenador era Tristán Celador y no apostó mucho por mí. Yo en aquella época no tenía la cabeza amueblada, pero bueno... Ya luego con Poyatos sí tengo más continuidad, pero con Guti, en el Juvenil A, no tuve muy buen feeling.
¿Por qué?
Bueno... En el momento no lo tuve. Es lo típico: te piensas que la culpa es siempre del otro, que nunca es tuya y que no estás haciendo nada mal, que es cosa del entrenador y demás, pero luego maduras, empiezas a pensar y dices: "Joder, pues a lo mejor sí tenía razón este entrenador en esto...". Al final, piensas que hay situaciones en las que podías haber hecho mucho más y eso te hace madurar. Hay veces en las que el entrenador te dice algo, te dice: "Tienes que hacer esto así porque lo estás haciendo de otra forma". Pero tú sigues empeñado en hacerlo a tu manera y al fin y al cabo es tu palabra contra la suya. Obviamente vale mucho más su palabra, pero por no querer dar tu brazo a torcer o por no darle la razón te acomodas en esa situación. Cuando sales y maduras un poco a nivel futbolístico, dices: "Cazurro de mí, creía que hacía esto y resulta que no, que no lo hacía".
Entiendo. ¿Crees que por eso te fuiste del Madrid, por no tener la cabeza amueblada?
No, no. Bueno, no lo sé. Yo salí bien del Madrid y no tuve ningún problema. Me dijeron que me iban a ceder un año y que iban a seguirme, porque en el caso de que lo hiciese bien existía la posibilidad de volver al Real Madrid, al Castilla, porque no había Real Madrid C, como sí ocurre ahora. Y, nada, me fui cedido al Adarve en lo que fue mi primer año en Segunda B, porque en aquel entonces no había Primera RFEF o Segunda RFEF. Empecé jugando, pero el equipo iba regular, echaron al entrenador... Y esa temporada vinieron cuatro entrenadores diferentes. Además, me lesioné otra vez de la rodilla y me sale una especie de quiste, lo que implicó tener que volver a operarme.
"Cuando estás en el Madrid y lo tienes todo, te crees que eres el rey del mundo"
Canterano de Real Madrid y Leganés¿Cambia mucho el vestuario del Adarve al del Juvenil del Madrid?
Claro, cambia, pero yo no considero que hubiera egos como la gente dice. Yo siempre he sido y me he considerado una persona normal. No quería decir ni mostrar que jugaba en el Madrid, no salía prácticamente nunca de fiesta, no me gastaba dinero en nada de lo típico de discotecas, reservados... Siempre he sido muy normal, aunque entiendo que si tienes 13, 14 ó 15 años y tienes un sueldo más alto que la media española pues hagas esas cosas, porque tienes absolutamente todas las facilidades. Te piensas que eres el rey del mundo y haces cosas que a esas edades no tocan. No lo critico, porque en parte es algo normal, ¿no?
Sí, aunque hay casos y casos...
Está claro. Pero es que la gente, normalmente, no tiene ningún tipo de madurez con catorce o quince años, entonces se te va un poco la cabeza y, en ese sentido, es entendible también.
Seguro que con Guti, aunque no tuvieses 'feeling', viviste alguna que otra anécdota.
Sí, por supuesto. A ver, tengo bastantes anécdotas, pero algunas de ellas sé que no las puedo contar [risas]. Me acuerdo de una de cuando estábamos en Juvenil A. Había veces que habíamos terminado de entrenar y, en el vestuario, justo después, contratábamos una especie de catering gigante. Recuerdo que lo pagábamos entre todos los jugadores y costaba, no sé, 300 euros o 350 euros, no me acuerdo muy bien. En ese momento, pues lo típico: llamábamos el día de antes para que nos lo trajeran y lo pedía para el día siguiente. Claro, cuando Guti entraba al vestuario pues imponía, se apagaban las risas, todo el mundo se callaba... Respetábamos su figura. Me acuerdo que el capitán estaba hablando por teléfono y acababa de colgar y le pregunta Guti: "Oye, ¿qué es eso del catering?". El capitán le contó que era algo que hacíamos de vez en cuando y Guti pregunto que cuánto costaba. "¿300 euros y cogéis uno solamente?", dijo. Recuerdo que después siguió: "Venga, coged dos, que pago yo los dos". Todo el mundo se quedó flipando, se fue del vestuario a donde se cambiaba él, sacó la cartera y puso los 600 euros. Con 17 ó 18 años pues eso te impacta.
Entonces te tocó pasar por las reuniones de final de temporada en la que el Madrid comunica a sus canteranos si siguen o no, ¿no?
No sé cómo se hará ahora mismo, pero recuerdo que, salvo excepciones, todos los jugadores firmábamos contratos año a año. Entonces, cuando llegaba el final de la temporada había un día en el que se informaba sobre la situación. Te llegaba una carta a ti o a tus padres en la que ponía: "Te tienes que reunir tal hora de tal día con el director deportivo de cantera". Nosotros lo llamábamos las notas, porque es el momento en el que te decían si querían seguir contando contigo o no. Siempre había sorpresas y eran momentos muy intensos. Te sientes como en un reality de televisión, porque piensas: "A este creo que lo pueden echar, a este otro no...".

Pero es un poco lo que te comentaba: siempre había sorpresas, porque siempre seguía gente que pensabas que ni de coña iba a seguir o se cargaban a alguno que había hecho una temporada buenísima o que lo había jugado todo. Yo, en mi último año, no había jugado nada con Guti y no había tenido muy buena relación con él, entonces tenía claro que no iba a seguir porque lo intuyes y te lo hueles. Lo tenía asumido.
Y llegas al Leganés...
Eso es. Del Madrid pasé a formar parte del Leganés. En aquel momento no recuerdo si estaban en Primera o en Segunda, pero obviamente no tiene nada que ver con las categorías inferiores del Madrid: ni los fisios ni los médicos ni las instalaciones. Era todo muy diferente, pero caí de pie. Jugué prácticamente todo con el filial, ascendimos de Tercera RFEF a Segunda RFEF, entrené con el primer equipo, fui convocado a algunos partidos... Y, claro, acabé siendo capitán del filial porque el primer capi se lesionó del tobillo y me tocó a mí. De hecho, fui convocado en el playoff de ascenso en el que nos elimina, curiosamente, el Rayo de Fran García.
¿Cuesta salir del mundo de los filiales?
Bueno, en el Guadalajara las cosas estaban funcionando bastante bien y el entrenador era Gonzalo Ónega, que fue compañero mío en el Adarve. Al final, llegué a un equipo que estaba primero en Liga, en Tercera División, y lo lógico era que se volviera a subir. Cuando las cosas van bien en un equipo de fútbol, cuando los partidos se ganan, pues es muy complicado cambiar rutinas, cambiar onces y cambiar situaciones. Entonces yo llegó allí, trabajo como el que más, pero no tengo mucha continuidad. Pese a eso y a no jugar, estuve contento y sin problemas. No noté mucho el cambio de pasar de filiales al fútbol más de barro, por decirlo de alguna forma.
Después de todo lo que te ha pasado con el tema de la rodilla muchos habrían bajado los brazos.
Bueno, puede ser. Llegó el verano y no salió prácticamente nada que me pudiera merecer la pena y decidí dejar de jugar al fútbol y ponerme a trabajar. Mi intención siempre ha sido jugar al fútbol y mi intención siempre va a ser volver a jugar al fútbol, pero por circunstancias de lesiones, de no tener mucha continuidad, de no poder estar donde quiero estar y de poder demostrar lo que yo creo que puedo demostrar pues tuve que dejarlo apartado. Eso sí, siempre con la mirada puesta en que me gustaría volver, siempre y cuando me salga algo que me asegure jugar, que es lo que quiero, porque no soy joven, pero tampoco soy un viejo. Tengo 26 años recién cumplidos.