REAL MADRID

La verdad sobre el vendaje de Benzema, la manía de Redondo y el secreto de la Croacia de Suker: "Los pelos de punta"

Juan Muro, fisioterapeuta de confianza del francés, relata varias anécdotas de su extensa carrera en la élite del fútbol.

Benzema, con su mano derecha vendada, celebra un gol en su etapa en el Real Madrid. /@KARIMBENZEMA
Benzema, con su mano derecha vendada, celebra un gol en su etapa en el Real Madrid. @KARIMBENZEMA
Sergio Gómez
Michèle Novovitch

Sergio Gómez y Michèle Novovitch

Trabajar en el Real Madrid durante casi tres décadas concede mucha más cotización a los silencios que a las palabras. Las medias sonrisas de Juan Muro o sus manos al frente para poner freno a la inercia del discurso son evidentes: vale más por lo que calla que por lo que habla. Eso no quiere decir que lo que relata carezca de importancia o atractivo. Su carrera en la primera línea del fútbol está sazonada con vivencias, conocimientos y anécdotas que serían la salvación de algún guionista o dramaturgo bloqueado. Este donostiarra que iba para remero exitoso y acabó remando para que otros alcanzaran la gloria abre el objetivo para que podamos ver algunos secretos del decorado.

Juan Muro, sobre su experiencia en Croacia. RELEVO/M. NOVOVITCH

Su formación terapéutica y su relación con Benzema, que se extiende ya a los 14 años, le da autoridad para ponerle focos a la verdad sobre el vendaje que el delantero francés luce en su mano derecha. En 2019 se fracturó el dedo meñique tras una caída en un forcejeo con Bartra. Desde entonces, lo lleva. ¿La medida es preventiva? ¿Sigue siendo necesaria esa venda o es superstición? Muro responde por partes. "Karim se rompió el dedo dos veces. En la primera se esperó a que acabase la temporada para operarse. Después se lo volvió a romper y ya no se le intervino. Así que sí, es muy necesario que lo lleve. De lo contrario, el dedo se luxaría en cualquier agarrón", zanja.

Pese a que se ha convertido en su segunda piel, al principio no fue fácil para el jugador: "Él lo notaba muy raro. De no jugar vendado a hacerlo... Tiene una férula debajo, interna; no se hacía a ella. Pero el roce acabó haciendo el cariño. Yo no hablaría tanto de superstición porque el vendaje es clave, pero ha coincidido con sus grandes éxitos y ya le ha dado una identidad propia como jugador. He visto el icono de su mano vendada en carteles. Esa es la verdad de todo el tema de la venda".

Redondo, el segundo lugar y una conversación que se repetía

Aclarado el asunto, este punto permite abrir el melón de las excentricidades. Un fisioterapeuta como Juan Muro, con el bagaje y las horas de vuelo en el vestuario del Real Madrid, ha visto de todo. Treinta años dan para conocer muchos caracteres y si la cabeza recuerda uno en concreto es que su fuerza es incontrolable. Al hablar de manías, se abre paso un nombre: Fernando Redondo.

"Fernando era un encanto y nos valoraba mucho. Él tenía una costumbre que no variaba ni un ápice nunca. Nunca. Antiguamente en los vestuarios había dos camillas. Entonces viajábamos dos fisios. Cada uno se ponía con un jugador. Pues bien, Redondo tenía que ser atendido siempre en segundo lugar. Y siempre con las botas y las espinilleras puestas. Tenía que ser así", revela.

Los hechos no terminan ahí. Había otra mecánica que acabó convirtiéndose un hábito inquebrantable. "Después yo empezaba a calentarle antes del partido, como él quería. Y a continuación había que repetir lo siguiente, cada día. Él le decía al fisio que estaba al lado: 'Dile a 'Juansito' que no me quite pierna'. Mi compañero me decía: 'Juansito, que no le quites pierna'. 'Vale, perfecto', era mi respuesta. Esa escena todos los partidos. Era una manera suya de concentrarse. Ahora todos se concentran con sus cascos, su música... Antes era distinto".

La aventura exprés en Croacia

Rebobina ahora a 1998, al Mundial. Aquel año y en aquella cita vivió su primera experiencia en una selección. No fue en la española sino en la croata. El 'culpable' de esta aventura relámpago fue Davor Suker. "Hice muy buenas migas con Davor. Habíamos terminado ya la temporada en el Real Madrid, ganando la Séptima. Y un día, en el centro médico, viene Chueca y me dice: 'Juan, que te vas al Mundial con Croacia'. Yo le dije: '¿Pero qué me estás contando si tengo una boda este fin de semana en Segovia?'. 'Cambio de planes, te vas'. Pues me fui a la concentración. Fue una experiencia profesional y personal increíble. ¿Quieres saber cómo se motivaban?", incita la curiosidad.

"Los pelos de punta. Ellos salían de la Guerra de los Balcanes, era la primera vez que representaban a Croacia. En el autobús tenían delante un televisor con reproductor VHS. Cada vez que salíamos del hotel para un encuentro se motivaban poniendo imágenes de la guerra y de repente empezaban a cantar, canciones suyas", rememora. "Yo al principio pensé que íbamos a estar ahí 15 días, pero... Había varios jugadores de LaLiga, así que no tuve problemas de comunicación. Muchos hablaban español. Me dio tiempo a aprender algo de croata y se me quedaron grabadas algunas canciones. Yo ya al final las cantaba con ellos. 'Hostia, cómo mola este', decían".

Muro se convirtió casi en una atracción. Justo antes del partido de cuartos de final contra Alemania, acudieron a la comida del equipo un pelotón de militares. La atención mediática se focalizaba en el milagro croata y el ejército no quería quedarse fuera de la foto. En un salón que parecía un museo, se sentaron alrededor de la mesa alrededor de 60 personas. Militares, el presidente de la república, el presidente de la federación, el entrenador, Suker y Boban como capitanes... "Yo estaba en la mesa con los utilleros y, de repente, en el postre, Davor levanta la voz y me llama: 'Juan, ven aquí'. Yo con los ojos abiertos, a ver qué pasa. Y me indica que cante en croata. Pues me puse a cantar allí y alucinaban, se miraban entre ellos, empezaron a aplaudirme... Ese campeonato fue una experiencia. Ya no volví porque me centré en el Madrid, pero fue alucinante. Acabamos terceros y, encima, Suker Bota de Oro. ¡Yo era el rey! No lo olvidaré", asiente.

Suker celebra con sus compañeros croatas el tercer puesto en el Mundial de 1998.  GETTY
Suker celebra con sus compañeros croatas el tercer puesto en el Mundial de 1998. GETTY

Como tampoco se le extravía la primera (y única) vez que un entrenador le agradeció expresamente por la recuperación de un jugador. El convaleciente era Benzema. ¿Y el técnico? "Mourinho. Fue después de un partido contra el Sevilla. Karim tuvo una lesión, no se sabía si iba a poder llegar y al final jugó y muy bien. Pues bien, acabó el encuentro, yo subo al autobús por la puerta del conducto y cuando me dirijo a mi sitio Mourinho me dice: 'Enhorabuena por el trabajo que has hecho, Juan. Gracias a ti Benzema ha jugado hoy'. Dice mucho de él".

Juan Muro, sobre Mourinho. RELEVO/M. NOVOVITCH

Incluso en su manera de contar las anécdotas, Muro hace gala de modestia porque nunca le ha gustado ser protagonista. Ese margen a la prudencia le ha garantizado una amplia trayectoria en el fútbol y que su cuenta de rifirrafes esté en blanco. "Yo no he entrado en el circo, siempre sabía cuál era mi sitio", insiste.

Conocer el rol y desempeñarlo sin alterar dinámicas de vestuario, aceptando el compás del grupo. Un talante y una disposición que le dio la disciplina del remo. Es un enamorado del deporte de la pala y una de las espinas interiores que más le duelen es haber renunciado él. "Tal era mi obsesión que mientas dormía me ponía a remar", ríe. "Ese deporte es sacrificio y trabajo en equipo. Eso ha moldeado mi forma de ser y eso me ha permitido estar tantos años en primera línea del fútbol y sin tener problemas con nadie".