Rodrygo comparte inquietud con Ancelotti antes de que aterricen Mbappé y Endrick
Ya ha llegado a los oídos del italiano los deseos de las altas esferas de juntar al brasileño con Kylian y Vinicius, y 'mover' a Bellingham, pero esa presión que le preocupa choca con el equilibrio.
Mientras el Real Madrid sólo tiene en mente la final de Champions del próximo sábado ante el Borussia Dortmund, el futuro, la llegada de Mbappé y Endrick, las renovaciones y las salidas van virando el foco de periodistas y aficionados. Ayer, sin ir más lejos, una entrevista de Rodrygo con Dazn hizo que los debates giraran más en torno a la próxima temporada que a lo que espera en Wembley dentro de tres días. Es simplemente un anticipo de lo que nos espera.
La sinceridad del brasileño, matizada después porque supuestamente habían sacado sus palabras de contexto, vienen a poner de relieve que hay una preocupación colectiva e individual en el vestuario sobre cómo encajar a todas las piezas que irán llegando. Rodrygo, preguntado sobre su porvenir, se lio con una cuestión bien sencilla: "Te quiere toda Europa, pero ¿tú quieres al Madrid para siempre?", dijo la periodista. A lo que él respondió: "Sí, bueno... Todo puede pasar. Tengo contrato aquí pero... los años que ya he estado aquí fue un placer para mí (…) Como he dicho, yo siempre quiero estar en este club pero, a ver…". La promoción de esta entrevista, con su consecuente edición, fue lo que no gustó al jugador, ya que parecía que estaba diciendo que se iría cuando no era más que una reflexión.
Rodrygo se vio empujado a aclarar su intervención a través de las redes sociales dado el ruido que se había generado: "Hoy ocurrió una situación muy molesta, donde una de mis entrevistas fue completamente sacada de contexto. Para ser muy directo, estoy muy feliz en el Real Madrid, vivo un sueño cada día y no se me pasa por la cabeza dejar el club de mi vida. Ahora seguimos con historia por hacer. Por la 15. ¡HALA MADRID y NADA MÁS!". Estas palabras sí que se ajustan más a la realidad de lo que piensa en delantero, el club y los técnicos: como anunció Relevo en febrero, la llegada de Mbappé no obligará a la entidad blanca a vender este verano a ninguna estrella.
Sin embargo, Rodrygo ya había dicho algo parecido en Placar, confirmando que el runrún está ahí latente y que no era un simple desliz: "Por supuesto que quiero quedarme aquí muchos años, pero mientras sienta que estoy ayudando, que soy importante para el equipo. Una vez que vea que ya no soy importante, tal vez sea hora de buscar otro lugar, pero no creo que sea eso lo que está pasando en este momento así que ni siquiera pensando en ello. Siempre soñé con jugar aquí, siempre ha sido mi club favorito. Entonces, estoy haciendo realidad un sueño: convertirme en un campeón de todo ahora. Mientras sea importante, quiero quedarme aquí".
Rodrygo no ha venido más que a airear una preocupación, en forma de presión, que ya tiene Ancelotti encima de la mesa antes de que aterricen Mbappé y Endrick. Medio broma medio en serio hay varios jefes en las altas esferas que, como es normal y motivador, ya juegan a deslizar un once de ensueño que llega a sus oídos. Courtois; Carvajal, Rüdiger, Militao; Davies; Tchoaumeni, Bellingham, Camavinga o Valverde; Rodrygo, Mbappé y Vinicius. Un equipo titular en el que Rodrygo, Vinicius y Mbappé compartirían delantera y en el que Bellingham, con esta nueva colección mundial de galácticos, tendría que dar un paso atrás en el campo para ser más interior que segundo delantero.
De los deseos a la realidad
Sin embargo, ese sueño general que cala de arriba abajo, choca de lleno con el equilibrio que obsesiona al técnico italiano. Si algo le ha hecho triunfar de blanco es la humildad de reestructurar sus planes iniciales y corregir todo lo corregible hasta que funcione. El staff técnico reconoce que el once que todo el mundo ya recita de memoria está bien para partidos en casa, en el imponente Nuevo Bernabéu, y ante rivales de menor enjundia que te regalen el balón como mecanismo de defensa. Pero en Europa, las finales y contra equipos del máximo nivel, será complicado complacer los aires de grandeza del personal.
Otra cosa igual no, pero a Ancelotti le sobra la experiencia, la sensatez y la cordura. La vivencia más reciente la vivió esta misma temporada en la que, por satisfacer deseos ajenos, se inventó un rombo en medio campo que saltó por los aires en el Metropolitano en la única derrota hasta el momento (3-1). La presión no se realizaba debidamente, hubo desajustes y separación entre líneas y los interiores llegaban siempre con la lengua fuera para tapar los centros laterales del rival. Carletto se vio obligado a cambiar su estrategia -cogida con alfileres y sin entrenarse lo suficiente- decisivamente para los éxitos que luego se produjeron.
El técnico ya tuvo que variar su idea inicial en su primera época en el Real Madrid cuando la apuesta por Bale le obligaba a alinearle y, por este motivo, tuvo que inventarse a Di María como interior. Y tanto él como buena parte del madridismo aún recuerdan, por ejemplo, cuando la sobrepoblación de talento hace muchos años hizo que Beckham, por el que se había pagado un dineral y era una fuente constante de ingresos comerciales, llegara a jugar de lateral derecho, mediocentro o el puesto que quedara vacante. Aquel encaje de bolillos más de una vez saltó por los aires. Y no conviene volver a jugar con fuego.
Ancelotti está dispuesto a explorar ahora todas las vías para sacarle el mayor rendimiento a la plantilla con la que va a contar, pero siempre teniendo en cuenta que el cuerpo le pide jugar un 1-4-4-2, que el tridente que se quiere no destaca por defender y, por lo tanto, el 1-4-3-3 da escalofríos, que hasta a Joselu le han dicho que se va a quedar pero que no deje de escuchar ofertas, que Brahim y Güler no pueden caer en el olvido, que sólo puede alinear a 11 jugadores y que, en definitiva, la Play no es la realidad. "¿Y quién va a defender en ese equipo que todo el mundo quiere?", es la frase más repetida en la caseta cuando se hablan de estas cosas, sin deber, en mitad de una ilusionante final que está a la vuelta de la esquina. De ahí el miedo de Ancelotti y la franqueza de Rodrygo.