REAL MADRID

El rostro amable de un Real Madrid en guerra: "Es imposible odiar a Emilio Butragueño"

Radiografía de la leyenda blanca, el ministro de diplomacia de un club en conflicto con LaLiga, la UEFA o los árbitros.

Butragueño representa al Real Madrid en la Gala Nacional del Deporte. /EFE
Butragueño representa al Real Madrid en la Gala Nacional del Deporte. EFE
Gonzalo Cabeza

Gonzalo Cabeza

Cada vez que un jugador se lesiona de gravedad recibe una carta con el membrete del Real Madrid. En ella se le desea una pronta mejoría de parte de todos los trabajadores del club y, específicamente, de Florentino Pérez. En esa misma nota, de manera manuscrita, Emilio Butragueño añade una frase de aliento y su firma como director de relaciones institucionales del Real Madrid. No solo de la liga española, las misivas del buitre se multiplican, los jugadores que las reciben se muestran agradecidos y, en ocasiones, algo sorprendidos. Por supuesto también en el femenino, siempre que hay alguna desgracia, llega el abrazo de Butragueño.

Va más allá incluso. El ejecutivo blanco escribe con frecuencia a los canteranos que están cedidos, siempre está a disposición de quien le necesita. Nahikari, exjugadora del Real Madrid, recuerda su cercanía en momentos delicados. Y su papel como representante del club va mucho más allá. Recientemente acudió al velatorio de Carles Miñarro, y es común verle como representante blanco en funerales del mundo del fútbol, desde Lopera a Pelé pasando por el de Astori, el capitán de la Fiorentina que falleció de muerte súbita en 2018.

Siempre es el representante del club, pero también es cierto que muchas veces es requerido por su relación personal. No deja de ser una leyenda del deporte. Lo explica Carlos Suárez, expresidente del Valladolid que mantiene relación con el Buitre desde hace décadas, cuando era canterano del Madrid y coincidió con él. "Mira todos a los que ha ido, verás que con todos Emilio ha podido tener relación. Le conozco desde hace 40 años y todavía no he encontrado nadie que hable mal de él, y como ha tratado con tantísima gente, al final es normal que aparezca, por ejemplo, en el funeral de Pelé. Lo raro es que fuese yo", cuenta.

El Real Madrid está envuelto en cien guerras distintas, pero Butragueño es inmune a ellas. Nadie tiene una mala palabra para él, todos valoran su educación su cercanía y su empatía. El término señorío, ahora en desuso por parte del club, parece acuñado para ser usado junto al nombre del jefe de relaciones institucionales. Claro que también tiene sentido, él mismo formó parte del equipo que trató de establecer en el famoso libro azul esa doctrina de caballerosidad.

Antonio Pacheco coincidió con él en aquel trabajo. Antes de conocerle era su ídolo máximo, el futbolista que más feliz le había hecho. Cuando se sentó con él en la misma mesa descubrió algo más. "Es un admirador del talento, cuando ve ideas se le iluminan los ojos. Tiene esta cosa tan maravillosa de recepcionar lo que le das con mirada crítica, pero también él va pensando en que lo que le vas a enseñar, le va a gustar. Y en un proyecto tan delicado como eran los textos de este libro azul yo escribía y él supervisaba, me decía 'no pongas esto, yo esto lo suavizaría...' pero sin imponer. Es híper educado, una persona extraordinaria para trabajar. Es respetuoso, constructivo, es el cliente perfecto", remarca.

En aquel libro azul se proyectó una suerte de código ético del Real Madrid, todo lo que debía ser institucionalmente la institución. Y, como lo supervisó Butragueño, quedó una imagen muy clásica, muy tocante al señorío. "Es un tipo que yo creo que entiende el Madrid, entre comillas, a la antigua. Por eso es también el depositario y por eso él es mucho menos beligerante que todo lo que le rodea. Para mí el Madrid es más Butragueño que lo otro".

Las entrevistas

Sus labores incluyen también la comunicación institucional, ser el que se pone delante del micrófono tras los partidos. En esa función le conoce mucho Mónica Marchante, la enviada especial en los palcos del fútbol que lleva muchos años protagonizando estos cara a cara con los diversos directivos del Real Madrid. Es bien conocido, e incluso hay ciertas bromas al respecto, que no es el directivo más locuaz, pero la periodista contaba hace unas semanas a Relevo que eso no hace que le tenga ningún tipo de resquemor, más bien al contrario. "Yo de Butragueño no diré nunca nada malo, porque es una persona supercorrecta. Más allá de que diga más o menos, que al final el que le pone, le pone para que no diga nada. Ese es su trabajo y lo cumple perfectamente", explicaba la periodista.

Es importante el tema de la alineación, porque la leyenda blanca juega en esa posición, pero bien podría jugar en otras. Se formó para ser gestor deportivo, realizó un master en UCLA para ello y en la primera etapa de Florentino estaba más encaminado a esa rama, incluso llegó a ser vicepresidente, pero el tiempo fue decantando su oficio a ser la mejor imagen posible del Madrid.

"Al principio tenía menos funciones de representación, porque para eso estaba más Valdano, y más cuestiones organizativas dentro, con un cargo más directivo, más funcional. Creo que eso es lo que le gusta a él de verdad, pero claro, al final el entrenador es Florentino y pone a los jugadores donde mejor le vayan a rendir, y es que no hay otro mejor que él en esto", reflexiona Pacheco. Es cierto que el Real Madrid es un club que, para la empresa que es, no tiene muchísima estructura, lo que permite al Buitre aparecer en otras cuestiones más allá de su pura función institucional.

"Yo creo que hubiese hecho muchos puestos bien en el Madrid, pero si alguno iba a hacer perfecto, él que es una institución, son las relaciones institucionales. Es que es lo que se ve, porque hay mucha gente que conocemos que son diferentes detrás de la fachada, él no, el tiene esa timidez que luego sirve para agradar a la gente, siempre tiene una palabra cariñosa, tiene ese tono de voz tan templado y la verdad que sirve para construir", explica Suárez, que también recuerda que nunca faltaba el mensaje de Butragueño cuando el Valladolid descendía o cuando ascendía. Siempre ahí, atento.

Butragueño, en un acto de la Fundación.
Butragueño, en un acto de la Fundación.

El palco y los viajes

La representatividad significa también ser uno de los guardianes de las entradas en el palco y la grada del Santiago Bernabéu, un trabajo siempre complejo porque no hay recinto en el mundo capaz de albergar las peticiones que puede tener un partido grande del Real Madrid. A su teléfono llaman patrocinadores, administraciones, conocidos, o desconocidos. Responde con extrema educación e intenta en la medida de lo posible ayudar. Todos los consultados sobre esto coinciden también en eso, Butragueño nunca es el problema y muchas veces sí la solución.

Él es la cara visible de un mecanismo que, lógicamente, abarca más personas, como explica Carlos Suárez: "Tiene un departamento maravilloso de protocolo que lo maneja, y él también sabe cuándo tiene que forzar un poco más o un poco menos, siempre te va a intentar dar una opción. No es el que lo organiza, pero sabe priorizar porque sabe quién es el Real Madrid, no te va a dejar descontento, pero piensa que a lo mejor el palco del Madrid tiene 250 plazas e igual hay 5.000 peticiones".

Tiene una actividad frenética, siempre está en el Bernabéu, también es un habitual viendo al femenino en Valdebebas, aparece en reuniones varias, es la voz del Madrid en los sorteos y tiene una especial presencia en la Fundación del club, para la que incluso se embarca en viajes para inaugurar escuelas y proyectos. Por si todo eso fuese poco, también es cercano a los veteranos del club, en uno de los últimos viajes, el que se hizo a Ámsterdam para conmemorar los 125 años del club neerlandés, viajó con la expedición aunque ya no se viste de corto para jugar.

Butragueño, de quien todo el mundo destaca su inteligencia, es consciente también de lo que supone su persona. Quizá otros podrían ser buenos representantes, hacer su función, pero ninguno podría ser el Buitre. Con eso también juega. "Es lo que decían los mexicanos, es el caballero del gol. Cuando empezamos a trabajar para ellos, en nuestra primera reunión, nos preguntó si habíamos estado alguna vez en el césped. Éramos dos madridistas a morir. Cogió, abrió la entrada al campo, nos hizo andar hasta el centro del campo y estábamos allí y nos dijo 'A mí me gustaba más jugar por la tarde'. Nosotros ahí flipando, con ese señor enseñándonos su casa", cuenta Pacheco. Claro, esa misma escena, con otro que no fuese Butragueño, no sería lo mismo, porque hay algunos nombres en el fútbol que tienen esa aura. También suelen destacar de él su sentido del humor, una cualidad que evidentemente no explota en los medios.

Es verdad que el Madrid ha optado en tiempos recientes por una relación muy beligerante con las principales instituciones del fútbol mundial, algo que debería salpicar de lleno a Butragueño, pues cae de lleno en su departamento esa relación, pero que, por su propia personalidad, en él queda todo bastante matizado.

"Hay una cosa que igual la gente no sabe, es que él no va a cambiar su discurso. Él lo hace muy bien y empatizas tanto con él que puede convencer. Tiene esa virtud de defender lo que tiene que defender, porque forma parte de una estrategia. Siempre se ha dicho que se consigue más con miel que con hiel y Emilio tiene esa habilidad, defiende lo suyo, pero lo explica bien y lo dice con esa forma que es él, con eso consigue muchas cosas. Tiene ese carácter de paz, te relaja y cuando llegas a una reunión con él desaparecen los cuchillos, es bastante hábil con eso", cuenta Suárez.

El publicista Pacheco coincide con ese análisis. "Yo estoy seguro de que los que están de peleas con el Madrid, cuando ven a Emilio se olvidan de que Emilio es el Madrid. Es imposible odiar a Emilio Butragueño".

No importa qué teléfono suene, al otro lado siempre se remarca lo que Suárez o Pacheco dan por obvio, que no hay opción mejor para poner la cara al Real Madrid que el Buitre.