FÚTBOL

Landáburu, el especialista en goles olímpicos que no se encuentra en YouTube y se retiró tras un juicio con Jesús Gil: "Nos estaba destrozando"

Chus Landáburu, exjugador del Real Valladolid, Rayo Vallecano, Barcelona y Atlético de Madrid, repasa con Relevo su carrera.

Chus Landáburu. /HENAR SASTRE
Chus Landáburu. HENAR SASTRE
Alejandro de Paz

Alejandro de Paz

Chus Landáburu (Guardo, 1955) fue un futbolista que, sin hacer mucho ruido, destacó en los años 80 en clubes como el Fútbol Club Barcelona o el Atlético de Madrid, llegando incluso a la selección española. Centrocampista con gol, inteligente, especialista en goles olímpicos y, para muchos, infravalorado. Cuando aún era juvenil, sus padres obligaron al Real Valladolid por contrato a ayudarle con los estudios, y acabó compaginando una carrera universitaria y un máster con el fútbol profesional. Con 33 años, Jesús Gil puso fin a su carrera tras un enfrentamiento que acabó en los juzgados.

Hoy, lejos de los terrenos de juego, el palentino es presidente de la ONG Red Íncola, en cuyas oficinas nos recibe para esta entrevista. Rememora su trayectoria, la importancia de los estudios en su carrera, su polémica con el expresidente rojiblanco y se muestra sin pelos en la lengua para hablar de manera muy crítica del fútbol moderno.

Tus inicios es una historia que impresiona escucharla, quiero que me la cuentes tú. ¿Cómo llegas a Valladolid y al Real Valladolid?

Yo nací hace 70 años en Guardo, en Palencia, y entonces en los pueblos no había posibilidades de estudiar. A los nueve años me vine a estudiar al Colegio San José y estuve ahí ocho años viviendo. Teníamos unos campos maravillosos de fútbol y además, para mí, al venir de Guardo, donde en los partidos los hacíamos con porterías de piedras, libros o abrigos, el tener porterías era una maravilla. Y teníamos pocas posibilidades de divertirnos, aparte de hacer deporte. A mí me gustaba mucho, se me daba bien y fui jugando en los equipos del colegio.

Cuando estaba en el último año, en la vuelta de vacaciones de Navidad, un amigo me llevó a entrenar con el Valladolid. Solían hacer un partidillo de entrenamiento los jueves, titulares contra reservas, y si faltaba gente les venía bien tener algún reserva. Empecé a ir a jugar esos partidos y yo seguía jugando con el colegio sin plantearme más cosas. Pero allá por abril, mayo, no sé muy bien qué circunstancias se dieron, pero el caso es que firmé por el Valladolid y a los pocos días debuté en Mestalla, contra el filial de Valencia, en Segunda División. Jugué un domingo con el juvenil del colegio y, al domingo siguiente, con el Valladolid en Mestalla. Fue un salto muy grande.

Eso sí, nunca dejaste los estudios.

Sí, mis padres tenían muy claro qué era lo primero, por mucho que nos gustase el fútbol. Además, venir como interno supuso un gran sacrificio para ellos, no solo económico, también personal. Jugar era una satisfacción enorme, pero yo tenía muy claro que los estudios eran fundamentales. Además, estudiar en aquella época era un privilegio. No todo el mundo tenía acceso a la educación, no tenía nada que ver aquella época con esta. Esa responsabilidad había que asumirla y había que cumplir.

Incluso se reflejó en tu contrato que el club tenía que ayudarte a seguir estudiando.

Sí, sí. Cuando fiché todavía era juvenil, no podía firmar un contrato profesional. Durante ese tiempo, como no tenía contrato y no cobraba ficha, el club me pagaba el colegio mayor, la matrícula de la universidad, los libros y un profesor particular… Entonces, cuando llegó el momento de firmar el contrato profesional, la única condición que pusieron mis padres fue que el Valladolid no me pusiera trabas a estudiar. Y así lo hicimos.

Era muy consciente de que podría jugar al fútbol hasta los 33 o 34 años y luego me quedaba mucho tiempo para vivir y para ganarme la vida. Que entonces los futbolistas de Primera y Segunda no estábamos en las condiciones económicas que están ahora. Y, por otro lado, conocí bastantes casos de futbolistas que tenían una proyección enorme pero una lesión de menisco… en aquellos tiempos bastaba para que se te acabara la carrera. Los medios que tenían los médicos hace 50 años no eran los de ahora, y una operación de menisco era un drama, no era una tontería como ahora.

Landáburu y cómo estudiaba cuando era futbolista. RELEVO

¿Tú no te lesionaste nunca?

No, nunca. No tuve ni un tirón. En un torneo Ciudad de Valladolid, de los que se jugaban en la pretemporada, me dieron un pisotón en la rodilla y estuve un par de semanas sin entrenar porque tenía la rodilla inflamada, y fue el único parón que tuve. Por lo demás nada, ni tirones ni cosas más serias, claro. Tuve mucha suerte.

Mucha suerte, pero también hay que saber cuidarse.

Sí, mi teoría era esa precisamente. El 90% de las lesiones son fortuitas, previsibles, etc. Pero ese 10% que depende de ti cuídalo, no seas berzas.

¿Qué estudios tienes?

Aquí en Valladolid estudié Ciencias Físicas. Aunque no terminé la carrera aquí, la acabé cuando estaba en el Rayo Vallecano, en Madrid, en la Complutense. Y luego en Barcelona hice un máster en Dirección y Administración de Empresas en Esade, cuando estuve allí los tres años que jugué en el Barça.

¿Y cómo se gestionaba eso de ser estudiante y futbolista a la vez?

Bueno, pues aprovechando el tiempo. Me llevaba los libros a las concentraciones, a los viajes, etc. No podía hacer cosas que hacían los futbolistas, como ir al cine, ni tampoco cosas que hacían los estudiantes, como salir de vinos.

Siempre se habla de ti como un futbolista muy inteligente. ¿Cómo te definirías tú?

Últimamente estoy viendo en YouTube partidos de mis tiempos, me imagino que ya me tiene fichado YouTube y ya sabe quién soy, y me tienta con partidos de esa época. Y se me ve muy poco en los reportajes porque el balón apenas lo tocaba. Hay futbolistas que levantan el balón, paran, miran, regatean, driblan… Yo, en cambio, era más bien un futbolista que recibía y a la primera o, como mucho a los dos toques, la pasaba y distribuía el juego, etc. Entonces daba mucha movilidad al juego. En los reportajes casi no se me ve por eso. Me gustaba jugar un fútbol muy sencillo, sin driblar, esa es una de las cosas que me ayudó a no tener lesiones, como no tenía casi nunca el balón encima no chocaba y era menos probable que tuviera lesiones.

También has sido un especialista en los goles olímpicos.

Sí, es una de las cosas que aprendí en el colegio. Los jueves por la tarde me veía en el patio del colegio con un balón, chutando contra una portería que tenía de fondo una pared. Chutaba y la pared me devolvía el balón, y ahí aprendí a pegar al balón con las dos piernas, que era una de las cosas que yo creo que me caracterizaban, y a coger buen toque de balón. Las faltas, los córneres, se me daban bastante bien. Y lo aproveché con algunos goles de falta y luego, especialmente en Vallecas, que era un campo especialmente propicio para ello, más estrecho, etc., tirando directo desde el córner a gol y sorprender al portero. En mi primera temporada marqué tres goles olímpicos, al Valencia, al Hércules y al Barça.

Hay quien valora que has sido un futbolista infravalorado. ¿Tú lo ves así?

Yo creo que no. Podría haberme ido mejor en algún momento, con la Selección o en la etapa del Barcelona, pero yo creo que no. Estoy contento con lo que hice, con cómo me fue y, en general, en cómo me trató la gente.

¿Cómo recuerdas tu etapa como jugador del Pucela? Tú no eres de Valladolid, pero ¿qué significan para ti la ciudad y el club?

Mucho. Cuando estaba en el colegio era socio del Valladolid. Iba a verlos jugar y para mí eran mis ídolos en aquel momento. Me acuerdo de la alineación del ascenso a Primera División, la íbamos cantando por la calle, el equipo de infantiles y juveniles cuando salíamos desde el colegio a jugar algún partido: Aguilar, De la Cruz, Rivas, Quique, Melo, Marañón, Alberto Fernández, Docal, Lizarralde y Román. Y de repente ir a entrenar con gente a la que, por otro lado, iba a ver el domingo, admiraba y que eran mis ídolos, pues era una sensación muy agradable. Además, me acogieron de maravilla y me trataron muy bien. Siempre estuve muy a gusto en Valladolid, con los jugadores, con la directiva, con la gente… se portaron muy bien conmigo.

¿Por qué te toca salir y poner rumbo al Rayo Vallecano, en el 77?

En aquella época el Valladolid necesitaba, prácticamente cada año, traspasar a alguien para poder pagar las fichas de los jugadores. Hubo un primer fichaje por el Sevilla que se truncó por una arritmia que no tenía ninguna complicación y de la no he vuelto a saber nada. Entonces, surgió la posibilidad del Rayo Vallecano, que había subido a Primera División por primera vez, y que les entrenaba Héctor Núñez, que había estado en Valladolid un par de años antes y me apreciaba mucho y éramos muy buenos amigos. Era la oportunidad de jugar en Primera, que es la aspiración que tiene cualquier futbolista, y un escaparate, estar en Primera y en Madrid.

Esa primera temporada allí os apodan «los matagigantes». Ganáis en casa a Real Madrid, Barça, Athletic, Atlético de Madrid, Valencia, Sevilla…

Y al Sporting de Gijón, que entonces era un equipazo. Y varios de esos partidos los ganamos remontando. Fue una temporada muy buena porque excepto Fermín, el resto de la plantilla no habíamos jugado nunca en Primera y sorprendió mucho la temporada que hicimos.

En Vallecas no teníamos ni dónde entrenar, salvo Vallecas. Y como si entrenábamos en Vallecas destrozábamos el campo, pues entrenábamos en la Casa de Campo, entre los pinos, seis de los ocho entrenamientos que hacíamos a la semana.

¿Con balones entre los pinos?

Cuando se terciaba, jugábamos en algún descampado como podíamos, como en los tiempos de Guardo, con porterías con los chándales. Pero ahí, sobre todo, lo que hacíamos era preparación física.

Luego fichas por el Fútbol Club Barcelona en 1979, donde estás hasta 1982. ¿Cómo recuerdas esos tres años?

Logré destacar en el Rayo, marqué bastantes goles y me fichó el Barca. Para allá me fui, claro, me hacía mucha ilusión fichar por un equipo que luchaba por ser campeón.

La primera temporada me fue muy bien, jugué todos los partidos de Liga, Copa, Recopa y marqué además bastantes goles. Fui, después de Simonsen, el máximo goleador, jugando de centrocampista. Pero al año siguiente cambiamos de entrenador y no iba ni concentrado. Cosas del fútbol. Aquella temporada volvimos a cambiar de entrenador y volví, otra vez, a jugar. Y el tercer año jugué muy poquito.

Entonces, al terminar la temporada me dieron la carta de libertad, porque entonces existía lo que se llamaba el derecho de retención. Tú firmabas como profesional con un equipo y cuando acababa tu contrato no te podías marchar, si el club decidía renovarte te tenías que quedar, estabas ligado a un club de por vida. Para poder marcharte te tenían que dejar marchar.

Landáburu, sobre Jesús Gil. RELEVO

En la última etapa de tu carrera, en el Atlético de Madrid, ganas la Copa del Rey y la Supercopa de España.

La última temporada en el Barça sin apenas jugar fue muy dura. Ese año lo soporté porque estaba haciendo el máster a la vez y me entretenía y me animaba con ello, pero deportivamente fue muy dura. Ir al Atleti fue como empezar de nuevo. Fueron años muy buenos, tengo un recuerdo. Coincidí cuatro años y pico con Luis Aragonés. Me entendía muy bien con él. Y deportivamente nos fue bien, muy bien. Con el equivalente de ahora nos habríamos clasificado para la Champions todos los años, pero entonces solo se clasificaba el campeón de Liga, los otros jugaban la UEFA.

Y hay un desencuentro con Jesús Gil que acaba produciendo tu retirada.

Sí, yo tenía un tenía por contrato una renovación automática si jugaba un número de partidos. Cuando entró Jesús Gil yo renové por esa cláusula, que me daba derecho a ello. Y al acabar la temporada no respetó esa cláusula y me despidió. Tuvimos que ir a magistratura y ganar ahí los casos. Nos despidió a cuatro: Setién, Artetxe, Quique Ramos y a mí.

La temporada con Jesús Gil fue muy dura. Entró en el Atlético de Madrid arrasando y al principio el equipo iba bien. Pero luego las cosas se complicaron y ya no iban tan bien. Cada entrenamiento lo empezábamos viendo lo que había dicho el presidente el día antes en los medios. Llegó un momento que estábamos ya tan quemados que hicimos una nota que pasamos a la prensa lamentando esta situación, que sentó muy mal. Nos echó la culpa a los cuatro que despidió y ya está.

En alguna reunión le dije que el único patrimonio de los futbolistas era nuestra imagen, que se nos considerase buenos futbolistas… si continuamente nos está poniendo a parir en la prensa, pues nos estás destrozando.

Podrías haber seguido jugando. Sin embargo, decides poner punto y final a tu carrera.

Sí, ese año había jugado 42 partidos, estaba bien. Por un lado, estaba muy quemado porque el año había sido muy, muy duro. Por otro lado, mis hijos estaban asentados en los colegios de Madrid y marcharme de Madrid no me apetecía nada, ya tenía 33 años. Tenía la carrera, el máster… trabajé allí en una empresa pequeña de consultoría, y estuve jugando unos años en el equipo de antiguos alumnos del Recuerdo también. Y en 2007 volví a Valladolid, nos pareció un buen sitio para vivir.

Tantos años después, el fútbol es muy diferente, ¿qué opinión tienes del fútbol moderno?

Últimamente estoy muy quemado y muy desconectado. La obsesión que hay ahora con el dinero me parece excesiva. Vale todo. Creo, además, que al fútbol lo han convertido en un espectáculo televisivo. Manda la televisión, fija los horarios, fija las normas, descansos…

Hay dos cosas que me molestan. Una es el VAR, especialmente, y otra es la cámara lenta. Lo que distingue a un futbolista bueno de uno malo es la velocidad. Cuanto más rápido haces las cosas mejor eres. La cámara lenta desvirtúa totalmente el juego. Las jugadas conflictivas, si ha sido falta o no, a cámara lenta no se puede apreciar. Eso hay que verlo con el ritmo normal de juego. Pero es un espectáculo televisivo y a la gente le llama la atención ver los circulitos, las esferas y las líneas que ponen los realizadores.

En nuestros tiempos no se sabía lo que eran los valores del fútbol, pero todo el mundo los manejaba: el esfuerzo, el sacrificio, compañerismo... Y han empezado a hablar de los valores del fútbol precisamente cuando se han empezado a llevar la Supercopa a Arabia Saudí, quieren ir a jugar partidos a Estados Unidos, explotan exageradamente el calendario... Me parece un disparate.

Una vez jubilado entras muy de lleno en el mundo de los voluntariados, ahora eres presidente de Red Íncola… ¿a qué se debe que estés tan involucrado?

Bueno, cuando vine a Valladolid me acerqué a los Jesuitas, me incorporé a La Comunidad de Vida Cristiana y empecé a implicarme en ese mundo. Empecé a colaborar como voluntario, primero en Entreculturas y luego en Red Íncola. Tenía tiempo, no trabajaba, me parecía una cosa interesante, buena y sana, me fui animando, me fue gustando y me alegro mucho de haber tenido esa oportunidad de conocer este mundo.

Para terminar, te tengo que preguntar. Eres de Guardo, Palencia, has pasado por varios clubes, pero ¿de qué equipo consideras que eres?

Del Valladolid y del Atlético de Madrid.