OPINIÓN

El salvavidas ante la lucidez terminal del Barça

Fermín recibe instrucciones de Xavi en un partido reciente del Barcelona. /GETTY
Fermín recibe instrucciones de Xavi en un partido reciente del Barcelona. GETTY

Seguro que alguna vez en la vida lo habrán comprobado o lo comprobarán. Hablo de un fenómeno en el que una persona que se encuentra a las puertas del adiós experimenta, de repente y de manera inesperada, un aumento en su lucidez y en su capacidad para interactuar con un entorno normalmente postrado a los pies de la cama. La llegada de la partida, siendo traicionera, permite estos momentos para ofrecer una imagen final por este mundo de lo más digna. Los expertos lo llaman lucidez terminal. Es tan bonito como duro.

El Barça de marzo, y el que vi en el Metropolitano, no sé si guarda una relación parecida con este tipo de manifestaciones conmovedoras, como muchos nos tememos, o estamos ante una resurrección en toda regla como pregona Xavi a los cuatro vientos. La primavera lo dirá.

A mi juicio, si de algo depende el regreso a las andadas o la sanación milagrosa, es de los pequeños detalles. Y ante el Atleti se dio uno clave que puede marcarle el camino en estos dos meses y medio que restan de curso: decidir de qué pasta está hecho y de qué manera quiere pelear. Ser el Barça que gusta e impone, o un grupo de voluntarios a la desesperada.

Si algo quedó claro este domingo, en un trampantojo de partido donde el ambiente fue de amistoso y la pelea descafeinada, es que la respetuosa patraña de instalar a Christensen en medio campo no lo sostiene el estilo ni las estadísticas. El danés, cuyo rendimiento está siendo notable esta temporada, cayó lesionado en el calentamiento y Fermín tuvo que sustituirle. Con este pequeño pero crucial cambio de cromos, el centro del campo tuvo otra pinta, pese a que los entendidos del "bloque bajo" y "la presión tras pérdida" anunciaban el fin del mundo. Lo único que no cambia es que Gündogan lleva la manija y que si la consigna antes era sobar y sobar en esa parcela, ahora el plan es que el balón llegue cuanto antes a Lewandowski y a los extremos saltando a toda prisa una zona poblada de minas.

Christensen, en comparación con los otros ocho centrocampistas utilizados por el Barça, destaca mucho más en la faceta defensiva que en la posesión, donde hasta Oriol Romeu aporta más matices según las matemáticas. Eso es normal. El central reconvertido a pivote es el primero en el ranking de duelos aéreos, en despejes y en intercepciones, pero es el quinto en duelos ganados y el séptimo en pases exitosos, la razón de vivir para un centrocampista. Pero aunque parezca lo contrario, es el cuarto en porterías a cero en partidos completos. Siendo importante no parece indiscutible. Por mucho que parezca que es la pócima mágica y que sin él el Barça no podría soñar con la sorpresa en la Champions.

Fermín es justo lo que el Barça necesita sin Gavi. Con el polaco deseando que el balón supere su línea, para pasar de presionar a caminar, el onubense es lo más parecido en defensa al soldado caído. Y en ataque qué decir, lleva ya seis goles. Su simple alineación cambia por completo el concepto sin pelota del equipo, activa al resto de jugadores a la hora de morder y, lo más importante de todo, permite a los que tiene por detrás formar un doble pivote, dosificar, bascular con más orden y decisión y elegir cuándo acelerar para robar. Sin él, sucede lo contrario. Gündogan, De Jong, Pedri y Sergi Roberto corren muchas veces como pollo sin cabeza, sin que les quede luego oxígeno para meditar en la posesión, mientras Christensen es el que oscila cómodo, plantado delante de los centrales, haciendo coberturas con la misión de tapar agujeros y con el deseo de que le caiga lo menos posible el balón.

Fermín es un tesoro en una plantilla y un lujo en una concentración larga como la que tiene dentro de poco la Selección en Alemania. Tiene el don de la polivalencia y eso, además de caro, no abunda. Xavi tiene la última palabra. Y ahora, anunciada su marcha, aún queda pendiente ese resplandor con el que decirnos un mensaje de los suyos. Esperemos atentos. Ser el Barça y mirar hacia adelante o poner guardaespaldas a Mbappé y colgarse del larguero. Coger el salvavidas de Fermín o llenar de lucidez Montjuïc para que Kylian te vacune.