EL AFTERWORK DE LOS VIERNES

Santi Giménez viaja al periodismo de los 90 donde las redacciones eran una sala de fiestas: "Llegaban con el carrito con whisky, vodka, ginebra..."

El periodista acaba de publicar su libro 'Nos crecen los enanos' y repasa en Relevo su trayectoria.

Santi Giménez con su nuevo libro, 'Nos crecen los enanos'./RELEVO
Santi Giménez con su nuevo libro, 'Nos crecen los enanos'. RELEVO
Lu Martin

Lu Martin

Santi Giménez (Barcelona, 31de octubre de 1968) es periodista, licenciado por el Bar de la UAB y con estudios de filosofía en la UNED. Es pelirrojo, aunque ya casi no lo parezca, periodista referente del periodismo catalán, que tiene un perro, mucha paciencia y mucho talento. Tuvo dos hijos con Susana, su primera esposa –el mayor es padre de Antonin, así que son abuelos; el pequeño es socio del Real Madrid- y vive desde hace más de 20 años con la también periodista Gemma Herrero, confesa seguidora del Real Madrid.

Santi, que tiene tanta paciencia como talento, es subdirector y delegado en Catalunya del Diario AS, y colabora habitualmente con Catalunya Radio, RAC1 y la SER. Recibió el premio de Radio Asociació de Catalunya por la sección "Il·lustres Execrables" que presenta cada sábado en RAC1 junto a Malcom Barral, y ha escrito varios libros. El último acaba de ser publicado. 'Nos crecen los enanos. Una historia particular del FC Barcelona' (Ed Libros Copula) [Hem trepitjat merda, en su versión en catalán], un paseo por 19 de las muchas desgracias que han sacudido al Barça, desde el día que Gamper salvó al club al día que Messi se fue del Barça, pasando por la noche que le metieron 11 en el Bernabéu, la muerte de Benítez, la derrota en Sevilla... por el camino, personajes de verdad, nombres reconocidos llenan las historias, las reales y las que han salido de la perturbada mente de uno de los más grandes periodistas deportivos de este país y sin temor a equivocarme, de las mejores personas que he conocido.

Santiago Giménez tiene un perro, bebe Voll Damm y whisky sin hielo en vaso bajo.

Bueno, Santiago, vamos a ver. ¿Usted por qué es periodista?

Supongo que porque no sé hacer otra cosa. Como tú. Y es lo que quería ser desde que tengo razón de ser.

Que no uso de razón...

No, uso de razón no, no uso razón. También porque me gustaba mucho leer los periódicos, ya desde pequeño. Y por conocer gente interesante.

¿Conoció a George Best y se tomó un trago con él?

Sí, yo bebí con George Best. Ves, si no hubiera sido periodista no lo hubiera hecho.

¿Cómo fue aquello?

Fue el día de la final del Camp Nou entre el Manchester United y el Bayern de Múnich. Me citó la BBC para comentar el partido, para que les diera una visión de cómo lo vivía la ciudad. Ni entré en la BBC ni entré en el campo, total que me fui al Princesa Sofía, un hotel cercano al campo, pero no había ni una tele porque las habían quitado todas para evitar incidentes. Estaba lleno de gente del United bebiendo compulsivamente, claro, pero no tenían ni puta idea de cómo iba el partido. Yo llevaba mi radio pequeña, de las de oreja, escuchando a Paco González y a Manolo Lama. Me pedí una cerveza y les iba contando a los ingleses qué pasaba. Cuando ganaron me llovían las cervezas, a saco, pura gratitud. En unos minutos me pagaron seis o siete. Y en esas se abren las puertas del ascensor y aparece Best.

¡La gente se volvería loca! ¿No había ido al partido?

No, no fui, pero la gente no le hizo mucho caso. El tipo se sentó a mi lado y le pregunté: "¿perdone, usted no debería estar en el palco?". Me dijo que sí, que el United había invitado a los campeones del 68, pero me dijo que eran muy malos, que jugaban muy mal y que no valía la pena ver el partido. Le pregunté que si podía invitarle a un copa, me dijo que sí y se pidió un vino blanco. La verdad es que se me cayó un poco el mito. Le pedí un autógrafo, que guardo, me bebí las seis cervezas y me fui. Para entonces ya trabajaba en el Sport.

¿Usted ha sido el primer pelirrojo que ha jugado al baloncesto?

Bill Walton jugó antes que yo. En España no recuerdo a nadie.

¿Y a fútbol ha jugado?

Mal. Empecé mal, cuando empecé a jugar bien ya tenía 30 y pico, cuándo empecé a jugar con los veteranos. Como yo aún no fumaba, corría más que ellos. Jugaba de central fino. Tipo Piqué. Piqué ha aprendido mucho de mí, sí.

Usted es periodista de sólida formación, de años de estudios universitarios.

Yo a la universidad fui mucho, al bar de la universidad de periodismo, que no es lo mismo que ir a estudiar a la universidad de periodismo. El caso es que mientras estudiaba gracias a mi madre, que trabajaba en la Residencia Blume de Barcelona y que conocía a Paco Peris, mítico periodista TVE en Catalunya, estaba montando una revista que se llamaba Barcelona Olímpica. Me puso a hacer fotocopias y recortar revistas para robar fotos, claramente. No escribía nada, pero iba allí todas las tardes. Me lo pasaba muy bien y aprendí mucho. Allí trabajaba Antonio Filloy, que era el director de la revista, y Miguel Ángel López Barajas, que fue subdirector del Dicen. Se fueron a un periódico que se llamaba Las Noticias, y me propusieron irme con ellos para escribir de olimpismo, porque yo de olimpismo ya había escrito algo en la revista esa…

Lo podía imaginar, llamándose Revista Olímpica…

Sí, básicamente hablamos de olimpismo. Era la época preolímpica, además. En Las Noticias la primera cosa que me tocó hacer fue la presentación de la torre de Telefónica, esa que hay delante del Estadi, y me dieron una entrevista con el director técnico de la empresa. Yo debía tener 20 años, no entendí absolutamente nada, hice un ridículo espantoso. Pero bueno, empecé a hacer viajes que montaba el Comité Organizador de los JJOO de Barcelona y empecé a conocer periodistas de verdad, entré al Diari de Barcelona y descubrí una redacción de verdad.

Sexo, alcohol, 'fumeque'... ¿lo habitual en aquellos tiempos?

No, fumar no fumaba, eso llegó después. Lo otro sí, por supuesto. Yo era un pipiolo, pero era una redacción maravillosa que a las 7 de la tarde subían del bar de abajo con un carrito con bebidas: ginebra, vodka, whisky y tal. Pasaban por las mesas dejando los tragos a los redactores.

¿Y usted que hacía?

¿Yo? Pedía un gin-tonic.

¡No, de curro!

¡Ah! Ya estaba en Deportes. Era el último mono. Pero un buen día echaron a Albert Roura y al Mascaró, que eran los capos, y nadie hacia Barça. Y me dijeron: tú harás Barça y JJ.OO Olímpicos. Ese verano del 92 fue un máster: Cruyff, la final de la Copa de Europa, Barcelona'92, el viaje a Santander en el que te conocí… ¡Bueno, ya nos conocíamos del vestuario del Barça pero bueno, aquel par de días en Santander…

Hostia sí, con un fotógrafo, ¿cómo se llamaba?

¿Un tal Fernando Zueras?

No, el del Diari.

Sí, Oriol Terrida. Creo que sigue viviendo en Nueva York. Después cierra el Diari de Barcelona y llega la parte oscura de comunicación corporativa en Convergència.

¿O sea, primero te cargas dos periódicos y luego acabas con Convergència?

No, solo cierro periódicos y bares. Lo de cerrar periódicos y bares siempre se me ha dado bien. De Convergencia me fui y ganaban la Liga, no la cerré yo. Allí me ganaba la vida, pero me aburría mucho; me enteré de que había unas pruebas en el SPORT. Ficharon a Pep Costa.

¿Suspendiste el examen de entrada al 'SPORT'?

Sí, tío. Bueno, debí quedar segundo porque luego me llamaron. Habían creado la sección deÚltima Hora, que tantas alegrías nos dio. ¿Te acuerdas? Eran rotatorias, siempre había uno de Última Hora, uno de Barça, uno de secciones…

Hostia, sí, me acuerdo. En mi primera guardia ETA mató a Ernest Lluch, vaya marrón. No me dejaron cambiar la portada.

¡A mí me pasó el día que dimitió Núñez! Lo dio El Mundo Deportivo y alguna radio. Yo quise cambiar la portada, hablé con un redactor jefe y no me dejaba, pero llamé a Rico, o me llamó Miguel, que vivía al lado, y dijo que se cambiaba la portada, y bajó en pijama. A los diez minutos llegaste tú –no venías de casa- y media sección de Barça –el Joan Pi, el Salinas, el Javi, el Quim...- y con el gran Carlos Calvo cambiamos el periódico en diez minutos. En el Sport lo pasé muy muy bien y trabajamos mucho, bien, y disfruté de la profesión.

¿Disfrutó tanto que fichó por el Diario AS?

Bueno, llegó un momento que tuve la sensación de que allí no pintaba mucho, mi situación no era muy cómoda, os habías pirado unos, a otros les habían echado… Un día me llamó Tomás Roncero, me dijo que Guasch se iba, por el pollo de la COPE y la SER, cuando lo de Lama y Paco, y me preguntó si me iría al As. Y se me abrieron las puertas del cielo. Relaño vino a Barcelona...

Y se fueron a comer, como si lo viera.

Al restaurante de Fermí Puig, que me echó un capote tremendo. Le habló muy bien de mí. El Fermí estuvo genial, como siempre. Empezamos a las dos y salimos a las siete de la tarde.

¿Ese fue el examen para fichar por el AS? Fácil, no; más fácil que el del SPORT seguro...

Yo lo que sé es que me fui a casa y me metí en la cama. Alfredo se fue al periódico y reunió a la redacción: "Creo que he encontrado a vuestro nuevo jefe, que me aguanta las sobremesas", les dijo. O algo. Hombre, yo creo que Roncero y Matallanas, supongo, tendrían algo que ver...

¿Se puede ser socio del Barça y subdirector del Diario AS?

Sí, es evidente.

Pero ¿le genera problemas de conciencia o no?

No, no, no. Soy mucho más libre escribiendo del Barça en el AS de lo que lo era en el SPORT.

¿O acaso es más difícil ser socio del Barça y compartir su vida con una vikinga de Alcorcón?

Gemma, una madridista muy sensata... excepto cuando juegan contra el Atleti, que se transforma y roza lo ultra. Contra el Barça no, de hecho, hemos celebrado algunas históricas goleadas en el balcón de casa, volviendo del Bernabéu y ella nos tenía preparado el cava, tiene cierto aguante. Le tocó vivir la era Guardiola en Barcelona. Así que tú mismo. Además, ya discutimos suficiente de otros temas, como para discutir de fútbol. Es residual, la discusión futbolística es residual.

Acaba de publicar un libro imprescindible sobre la historia más desgraciada del FC Barcelona, una mezcla de rigor histórico mezclada con historias paralelas surgidas de su imaginación. Me pregunto, le pregunto: ¿a usted le gusta más el ejercicio del periodismo o escribir?

Me gusta más el periodismo que lo de escribir porque me gusta más leer que escribir. Yo disfruto más leyendo novelas, leyendo libros, que escribiéndolos.

¿Y más leyendo periódicos que haciendo periódicos?

Me gusta más leer los periódicos que hacen los otros que los que hago yo. Los que yo he hecho ya me los sé. Me gusta mucho la idea de hacer el periódico, de buscar la noticia, de decidir el titular. Lo que pasa hoy. Pero el periódico de ayer, hoy ya no me sirve para nada…

Hombre, si has fregado el suelo...

Totalmente de acuerdo, o para limpiar los cristales. El periódico que he hecho yo ayer, hoy ya lo puedo quemar en la chimenea, ya no me sirve para nada. Hacerlos es lo que está bien. Pero creo que hay que hacer periódicos que se puedan guardar en las hemerotecas porque una cosa que creo que se ha perdido…

...¿Una?

Debería escribir pensando que está dejando cosas, datos, frases, acontecimientos, por pequeños e insignificantes que ahora puedan parecer que algún día alguien necesitará ir a buscarlos y saber qué pasó. Que no todo sean citas de libros, sentimientos personales cuando escribes una crónica de lo que sea, no te hablo solo de fútbol o de deportes.

Crónica parlamentaria, un tío que ha corrido una maratón...

Eso, ponle todo el estilo que quieras, pero que de aquí 35 años vaya a una biblioteca y me entere de la historia de Fermín. Estaría bien que los datos fueran correctos, que las cosas que se cuentan fueran ciertas.

Biblioteca, libro: 'Nos crecen los Enanos'. Una historia particular del FC Barcelona. (Libros La Copula). Acaba de salir a la venta y lo firma usted. ¿De qué va?

Me propuso David Figueres un libro para la colección 'Barça Books', de Planeta, que explicara lo difícil que es ser culé, una especie de ensayo que razonara cómo es posible ser del Barça cuando han pasado tantas desgracias durante su historia. Le dije que yo no podía hacer el libro, que para hablar de historia del Barça había gente mucho más preparada: Toni Closa, Xavier García Luque, el Salinas, Fede Porta... Le dije que yo como mucho podía hacer una marcianada. Y me salió esto, unos cuentos que pasan durante momentos históricos, historias con el Barça de trasfondo. Pero las cosas que pasan en el Barça son cosas que han pasado de verdad en momentos en que al Barça le crecían los enanos.

Y a Figueres le encantó y te dijo que vale que 'endavant'.

Sí, a mí no me encantó tanto porque me tuve que poner a currar. De hecho le hubiera parecido bien cualquier mierda que le hubiera ofrecido. Son 19 cuentos sobre 19 momentos que considero que son de los peores de la historia del Barça.

Pocos me parecen.

¡Había muchos para escoger! Todos han pasado en verdad, todos están documentados con datos reales, pero lo que pasa alrededor es inventado.

El libro empieza en la asamblea de 1908... a tiros.

La fundación es en el 1899, pero el 1908 el club está a punto de desaparecer porque solo tiene 30 socios. Y aquí es cuando Gamper salva el club en una asamblea. Es el primer momento en el que nos crecen los enanos.

En catalán «Hem trepitjat merda». ¿No podías titular el libro como «Hemos pisado mierda».

No, después de largas deliberaciones los lingüistas decidieron que no era correcto, no por escatológico, al parecer el sentido de la frase en castellano no significa lo mismo.

Bien, en esa asamblea de 1908 usted saca las pistolas.

Bueno, para que se hagan una idea sus lectores hablo de que Gamper, que era capitán, jugador del equipo, se hace presidente con la ayuda de un pistolero anarquista que acaba de salir de la prisión, que utiliza métodos poco recomendables para salvar el club. Sí, pero esto es mentira, es ficción, me lo he inventado. En el siguiente capítulo, cuando Primo de Rivera cierra el club, la visión paralela del momento es la de los músicos de la banda inglesa dirigida por Mr. Ferguson en la que tocan Gascoigne, Archibald, Butcher... Y explico su noche de fiesta por los locales del barrio chino y el Paral·lel de Barcelona.

Aparece el señor de la maleta de Atocha en un capítulo que huele a homenaje a Berlanga...

El de la final de la encerrona en el Bernabéu, porque hay dos viajantes de Barcelona, un vendedor de grifos que consigue las entradas, un joven que se llama Ramón Mendoza. Los nombres de los personajes son de gente conocida, porque me era más fácil y más divertido, las historias inventadas, y los hechos reales.

Y un librazo, vas a vender más que el Bosch, porque el libro es superdivertido y un aporte de historia espectacular, pero ¿por qué no te deja publicar el Barça en su colección?

Porque consideró que había cosas que no son correctas. Lo puedo entender, que el lenguaje y las maneras de hablar, los abusos de sustancias en la fabulación de algunos capítulos… Vale, es divertido, es histórico, pero es grosero. Hay drogas, prostitución, peleas de gallos, palabrotas... sale el Juan de la Boque y sales tú, así que imagínate...

O sea, el Barça una vez más, te ha censurado.

No, ha dicho que prefería no publicarlo en esa colección.

¿El Barça en verdad ha pisado mierda?

Muchas veces. Pero la reflexión final de este libro es que muchos equipos muchas veces han pisado mierda. Tú vete a Manchester y cuéntaselo a los del United que se mataron en un avión. O a los del City, que hasta hace diez años su vida iba de desgracia en desgracia, pero eso te hace valorar más los momentos felices. Sin Sevilla no habría Wembley.

Mira, esta es una frase que sale en el epílogo del Libro: sin Berna no hay Wembley, sin Sevilla no hay 5 Copas de Europa.

Si no hubiéramos fichado petardos lamentables, no hubiéramos tenido a Romario o Ronaldinho. Pero sí, nos crecen los enanos. Nos secuestran a Quini cuando vamos a ganar la Liga, se muere Benítez…

La verdad es que sí, Pa' habernos matao.

Sí, lo contemplamos ese titular, pero David Figueras, el de la editorial dijo que mejor "Nos crecen los enanos".

Por último. ¿Con quién se iría de viaje mañana?

Contigo, claramente.