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Dos semanas apartado en el Celta para fichar por el Atlético de Madrid... y nunca jugar de rojiblanco: el verano que cambió la vida de Jonny Otto

El jugador gallego, actualmente en el PAOK, fue protagonista de un culebrón en 2018.

Jonny Oto, con el Celta, en un partido contra el Atlético de Madrid. /EFE
Jonny Oto, con el Celta, en un partido contra el Atlético de Madrid. EFE
Óscar Méndez

Óscar Méndez

Cuando uno echa la vista atrás y ve algún partido que se disputó en el pasado, a veces se sorprende con la presencia de un determinado jugador en un equipo concreto. La memoria es selectiva y en muchas ocasiones no se recuerda que cierto jugador defendió la camiseta de cierto equipo. Pero hay casos más remotos, como de esos fichajes que nunca llegan a debutar. Es el caso de Jonny Otto, que en 2018 vivió un verano complicado antes de cambiar el Celta por el Atlético de Madrid, con los que más jugó un solo partido y ni siquiera fue presentado.

El jugador de Matamá creció deportivamente en las categorías inferiores del conjunto vigués hasta que en 2012 debutó en Primera División a las órdenes de Paco Herrera. Una lesión de Hugo Mallo le dio más partidos de los previstos y en verano consiguió ficha con el primer equipo. Su entrenador sería Luis Enrique, que le ubicó por sorpresa en el lateral zurdo, donde ha hecho carrera desde entonces y por lo que incluso le llevó a la Selección. Pero en 2018, todo cambió para él.

Otto tenía contrato con el Celta hasta 2019 y el club vigués quería renovarle, aunque sin éxito. El defensor les dejó claro que no ampliaría su vínculo y que quería probar cosas nuevas, aunque tampoco llegó con ninguna oferta bajo el brazo. En esa tesitura, en las oficinas del club le apartaron de la dinámica del equipo en pretemporada junto a otros jugadores en su misma situación como Sergi Gómez y Radoja bajo la amenaza de que si no salían ese verano, no irían convocados en toda la temporada.

A los tres les dieron permiso para incorporarse más tarde a los entrenamientos de pretemporada, pero tanto el gallego como el defensor catalán se presentaron junto al resto de la plantilla. Tras varios días con ellos, no fueron convocados para el stage de 10 días que tendría lugar en A Toxa (O Grove). Y ahí fue cuando comenzaron a entrenar solos. Tanto sus compañeros como trabajadores del club no entendieron ese trato con un canterano que había dado tanto, pero la decisión estaba tomada y era inamovible porque en las oficinas sospechaban que tenía un acuerdo cerrado con otro club para llegar gratis en 2019.

Y en esos días de runrún y de caras largas por su situación, apareció una oferta del conjunto rojiblanco que satisfizo a todas las partes. Los colchoneros pagaban 7 millones de euros (más variables) por un futbolista que querían para el año siguiente. Y por ello, en el propio anuncio de su fichaje comunicaron que se marcharía cedido la primera temporada al Wolverhampton inglés. De hecho, no existe ni una sola foto de Jonny con la camiseta del Atlético de Madrid, ya que horas después era presentado como jugador del conjunto inglés.

Aquel verano, el Atlético realizó un fuerte desembolso en su plantilla para firmar a Thomas Lemar (72 millones), Gelson Martins (22), Rodri (20) o la cesión remunerada de Álvaro Morata (18). Esta última provocó un agujero en las arcas rojiblancas, que necesitaban una inyección económica para no tener problemas a corto plazo. Fue ahí cuando desde las oficinas del Metropolitano decidieron 'sacrificar' a Jonny, pese a que en principio contaban con él.

Jonny Otto, con la camiseta del Wolves.  WOLVES
Jonny Otto, con la camiseta del Wolves. WOLVES

La irrupción del jugador vigués en la Premier League fue espectacular. Otto llegó a un equipo con varios españoles (Adama Traoré y Rafa Mir) y numerosos portugueses, lo que él mismo reconoce que facilitó su adaptación. Su buen hacer provocó que el Wolverhampton presentara en enero de 2019 una oferta por él de 20 millones de euros que fue aceptada de inmediato por el Atlético de Madrid, poniendo así fin a la invisible estancia del gallego como rojiblanco.

Pese a su extraña salida de Vigo, el canterano mantuvo siempre una buena relación con el Celta, sobre todo con el equipo médico, el mismo que lleva años trabajando en el club. De hecho, en las dos lesiones graves de rodilla que sufrió durante su etapa en Inglaterra, el de Matamá hizo parte de su recuperación con los fisioterapeutas del conjunto vigués, una de ellas durante los meses del COVID. Ahora, ya en Grecia, el futbolista verá el partido de esta tarde entre el club que le llevó a la élite y el que pudo ser y no fue.