Sorloth salva un punto y el Celta no aprovecha la expulsión de Barrios
Los rojiblancos sacaron un empate en el final del partido gracias a un golazo del noruego.
En cuatro minutos la vida puede cambiar. Eso es lo que ocurrió en el Metropolitano cuando la afición de Atlético de Madrid pasó de la ilusión absoluta de ponerse líder tras el pinchazo del Madrid en Pamplona a dudar un poco debido a una nueva roja directa recibida por Pablo Barrios tras la revisión del VAR. El canterano realizó mal un control en el centro del campo y después, en un intento de recuperar la pelota, golpeó con los tacos a Pablo Durán y el colegiado decidió que eso era expulsión.
A partir de ahí, se jugó otro encuentro. Uno en el que Simeone quitó a Lino para meter a Koke y así reorganizar el equipo para no quedarse en desventaja numérica en el centro. El Celta de Giráldez, poco a poco, quería meterse más en campo contrario porque sabía que ahora tenía una gran oportunidad que a las 18:30, no pensaba.
El partido lo debió ganar el Celta pero lo empató el Atlético de Madrid. Aunque por merecimientos esto no se define, el cuadro de Giráldez tenía la obligación con uno más de dar un paso al frente y lo hizo, pero no fue capaz de rematar el encuentro. El Atlético dio la cara con uno menos todo el partido y finalmente Sorloth sacó un empate que casi nadie esperaba y salva un punto 'in extremis' que deja al Barça como el más feliz de este sábado.
Giráldez tenía en sus manos el partido. Quitó a Domínguez y metió a Mingueza para tener más gente en ataque. El equipo gallego llegaba, llegaba y llegaba, pero sin peligro ninguno. La falta de gol de los vigueses es manifiesta y eso se nota en los partidos donde tiene que proponer, pero el entrenador le pedía más a sus jugadores, que a pesar de la ventaja numérica no conseguían marcar el primero del partido.
El Celta al ataque
Giráldez metió a Losada y a Borja Iglesias en el descanso, ni se lo pensó. La idea era dominar el partido todo lo posible para poder tener más posibilidades de gol y embotellar al Atlético en el área de Oblak. Mover el balón de un lado a otro y buscar al Panda dentro del área era el objetivo.
Mientras tanto, Simeone no movía el banquillo. Todo continuaba de la misma manera, con el Atlético muy lejos de la portería de Guaita, con Griezmann de 'delantero' centro y Julián Alvarez haciendo las labores que en condiciones normales le tocan a Samu Lino.
La gente en el Metropolitano cree... y se enfada
Con todo en contra, la afición rojiblanca no dejaba de confiar en los suyos. A pesar de no tener jugadas claras de ataque (sólo una de Llorente que terminó en las manos de Guaita), la gente celebraba un córner como un gol. El partido iba a ser un juego de supervivencia para los rojiblancos y cualquier jugada a balón parado era una alegría para la gente, que se ilusionaba.
Pero en el minuto 66 de partido apareció Borja Iglesias y el Panda recibió un pisotón de Le Normand dentro del área. Pisotón, grande o pequeño, que en este nuevo fútbol es penalti. El árbitro Martínez Munuera no dudó a pesar de las protestas de Koke y de Giménez, que terminó con tarjeta para el uruguayo y para el central de la Selección Española. Iago Aspas, que había entrado unos instantes antes, no falló (como casi siempre) y los mil aficionados celestes se volvieron locos con el tanto de su capitán.
Partido roto... para Sorloth
Tras el gol, el partido se rompió. Giráldez quiso acomodar las cosas metiendo a Ilaix Moriba y Simeone metía a Sorloth, Gallagher y Correa de una tacada. Al equipo rojiblanco sólo le valía irse arriba y dejar desprotegida su defensa para intentar buscar un resultado que sirviese tras el empate del Madrid.
El noruego tardó 10 minutos en demostrar que tendría que haber entrado mucho antes al partido. Sin tanta florituras, con un pase directo de Giménez entre los centrales celtistas, Sorloth se encargó de pelearse con Starfelt para ganarle la posición y meter un derechazo tremendo ante el que nada pudo hacer Guaita. Y claro, el Metropolitano, una vez más, creía.
Últimos minutos de infarto
Otra vez Martínez Munuera añadió cuatro minutos cuando tendrían que haber sido más. El partido terminó con un Celta que se conformó con el empate y con un Atlético que quería más pero que las piernas no le respondían. La última jugada fue para el Celta, Borja Iglesias pedía un penalti por agarrón de Giménez pero el colegiado decía que no había nada. Al final, aplausos de los hinchas rojiblancos y los que más festejaban no eran los del Celta, si no los del Barcelona.