La idea de un abogado que llevó al Rayo Vallecano a Europa por única vez: "Le dije a Ruiz-Mateos 'José María, es que no tienes fe"
Juan de Dios Crespo y el entrenador Juande Ramos recuerdan el sorteo con el que un equipo modesto terminó en cuartos de final de la Copa de la UEFA.

Los tópicos que rodean al Rayo Vallecano son bien conocidos: equipo pequeño, con solera, rebelde, de barrio... su historia es centenaria, pero la gloria ha pasado poco por la puerta de su estadio. Muchos años en Segunda, muchos más abajo todavía, un puñado también en Primera División. Y una vez, solamente una vez, la franja recorrió Europa.
Entrar en la Copa de la UEFA de la temporada 2000-2001 fue consecuencia de una buena temporada, el Rayo quedó séptimo, pero por encima de todo, y quizá fiel a la tradición de un club en el que no suele reinar la calma y la estrategia, de una carambola. La explica Juan de Dios Crespo, prestigioso abogado deportivo que, en aquel tiempo, asesoraba al Rayo en algunos casos internacionales como el de Klimowicz y, por eso, le llegó la pregunta de José María Ruiz-Mateos, dueño del club.
"Llega un día y me dice '¿Tenemos posibilidad de ir a la UEFA o de alguna competición europea?". La pregunta era una bifurcación con dos caminos. El obvio, meterse por méritos deportivos entre las plazas que daban acceso a esos torneos. Y el otro: "Hay una posibilidad, José María, se llama 'fair play' deportivo, las tarjetas amarillas. Di a tus jugadores que no os saquen tantas tarjetas... ese año el Rayo fue el primero en España, no sé cómo lo hizo José María o si fue casualidad", expresa, divertido, el abogado.
"Fue una circunstancia de la temporada, en ningún momento nos planteamos ir a la competición a través del juego limpio, lo que pasa es que fue un reconocimiento para un equipo que era poco marrullero, no lo buscamos ni lo esperábamos", recuerda Juande Ramos, que era el entrenador del Rayo en la época.
El caso es que el Rayo era el candidato español a una de las tres plazas para la competición por fair play, pero las posibilidades de entrar seguían siendo remotas. Un sorteo dilucidaría el futuro del equipo.
"Me dijo 'Juan, vente a comer a Madrid'. Estábamos dos de sus hijos, su abogado personal, estoy yo y ponen al radio. Creo que era en La Máquina, uno de esos restaurantes que le gustaban. Pusimos la radio para escuchar el sorteo, no sé qué radio era. Sale el primer sorteo... Noruega. Me mira y le digo 'José María, aún quedan dos'. El segundo, no me acuerdo. 'Juan de Dios', con un acento andaluz que tenía cerrado. 'José María, aún queda uno'. Yo estaba aquí, los tenía... a ver qué iba a pasar. Tercero... España. 'Ves, José María, es que no tienes fe'. 'Yo tengo mucha fe en ti, Juan de Dios".
La alegría por darse un garbeo por Europa era también una responsabilidad para todos. El abogado se encontró en un mundo que desconocía, pero todo es cuestión de ponerse. No solo eso, sino que me mandó a mí como representante del Rayo al sorteo. Fuimos al sorteo y tuve que negociar los derechos televisivos, nos tocó primero un equipo, creo que noruego, el Molde o algo así. Tuve que negociar con una empresa alemana", recuerda.
La UEFA del frío
Si al abogado valenciano le tocó plantarse en una mesa para negociar derechos, Juande Ramos se quedó con la responsabilidad de competir en un torneo más que nadie esperaba, con lo que eso supone para una plantilla. "Nosotros en ningún momento pensábamos en Europa, porque sabíamos que había muy pocas posibilidades. Había ilusión, pero las expectativas no muy altas porque sabíamos que no íbamos a llegar muy lejos, no se hizo nada especial ni se cambió la planificación", explica el entrenador.
No importó demasiado que no se volviesen locos, el Rayo entró en Europa y compitió desde la primera previa con un calendario que obligaba a tener buena ropa térmica: Molde (Noruega), Viborg (Dinamarca), Lokomotiv (Rusia), Girondins de Burdeos y, finalmente, el Alavés en cuartos.
"El día del Lokomotiv en Rusia era en pleno invierno, había 21 grados bajo cero. Para nosotros fue una sorpresa el poder o el competir a esas temperaturas porque el campo estaba totalmente helado, sin hierba. Si dejabas el agua en el banquillo se congelaba en cinco minutos", explica Juande Ramos, un clásico de los banquillos españoles.
Ya solo quedaban ocho equipos y en el ambiente se mascaba algo grande. El equipo estaba compitiendo mejor que bien y se esperaba una noche histórica en Vallecas. Pero llegó el sorteo, y también un poco el bajón cuando salió la bola del Alavés.
"En ese momento creo que todavía quedaban en el bombo el Inter o el Liverpool, equipos de un caché muchísimo más alto. Siempre esperas un equipo grande que venga a Vallecas. El competir con un equipo que conoces perfectamente, como ellos a nosotros... Fueron unos cuartos de final difíciles, duros, competidos. El Alavés tenía un equipo potentísimo, de hecho jugó la final. Creo que el único partido que perdió el Alavés en toda la competición fue contra el Rayo Vallecano", explica Juande Ramos.
Ahí, en Vitoria, contra un equipo de tamaño similar e historial parecido, se quedó sin Europa el Rayo y no volvió jamás. Uno de sus componentes, quizá el más carismático, volvió muchos años después, como entrenador y a la Champions. Míchel es emblema en Vallecas y Juande le recuerda con cariño:
"Era un chico canterano que ya llevaba algunos años en la primera plantilla, un chaval de una calidad excepcional, muy superior al nivel que tenía el Rayo en ese momento. Era un magnífico futbolista, pero, sobre todo, era un chico que había salido de las categorías inferiores y de Vallecas, entonces era el que transmitía esa sensación y ese sentimiento del barrio a la afición vallecana".
Fue un año de fiesta, con muchas anécdotas y un presidente pletórico. Ruiz-Mateos luego tuvo problemas judiciales y empresariales varios y salió del club sin grandes honores, pero Juande Ramos le recuerda sin esas máculas. "Yo tenía una relación excelente con él, me trató de una manera buena, solo puedo hablar de elogio y de agradecimiento. A pesar de toda la vida convulsa que ha vivido y todo lo que se ha dicho de él, yo personalmente opino todo lo contrario, creo que es un empresario modélico y uno que ha hecho cosas muy buenas para la sociedad y, sobre todo, para el Rayo Vallecano".
Aquella fue la primera, piensa el rayismo, no tan lejos en la clasificación actualmente como para no permitirse soñar con volver, esta vez pudiendo meter la pierna.