El Superdépor lo rompió y el Leganés lo terminó de hundir, pero pudo salir con libros de autoayuda: "Me puse a llorar en la ducha, vino el utillero y me dio un abrazo"
Iván Pérez llegó al Superdépor tras ganar la Ligue 1 con el Girondins. En sus cinco años en A Coruña, no tuvo ficha de primer equipo en tres. "No fue del todo justo conmigo", dice sobre Jabo Irureta.

Después de revivir su paso por la cantera del Real Madrid, amparado bajo el ala de su hermano Alfonso Pérez, y recordar muchas anécdotas de un Betis con solera en el que Luis Aragonés y Lopera eran protagonistas, Iván Pérez habla a corazón abierto en esta segunda parte de su entrevista en Relevo.
Dejó el Betis tras ganar un Europeo Sub-21 en el que fue el máximo goleador, lo hizo tras una conversación con Javier Clemente y un golpe de suerte: la final del torneo la vio el director deportivo del Girondins de Burdeos. En Francia ganó la Ligue 1 poniendo centros a la olla como le enseñó Míchel, pero dijo 'no' a la Champions para probar suerte en el Superdépor.
Con su mudanza a Galicia, sus minutos desaparecieron y hasta se quedó sin ficha durante tres temporadas. "No te digo de quitar a Makaay para meterme a mí, pero sí que creo que merecía un poco más", dice con perspectiva. Le queda una conversación pendiente con Jabo Irureta, al que no guarda rencor. Mientras sus compañeros escribían una pagina de la historia del fútbol en España, Iván se resquebrajaba: "Llegas a casa y mentalmente es muy duro, no por el dinero, sino porque mentalmente es jodido. Te sientas en los pies de la cama y te pones a llorar de impotencia pura. Mentalmente y psicológicamente te destrozas. ¿Qué cojones hago si llevo corriendo toda la pretemporada y no puedo jugar?".
El relato se encrudece cuando saca fuerzas para hablar de su cesión al Leganés. "¿Cómo asimilas tú que un tío que está jugando en casa, que las 5.000 o 10.000 personas que estén en el estadio todos me silben y me chillen a mí? Ese partido el entrenador me cambió y me fui a la ducha directamente. Me puse a llorar en la ducha. Ahí me caí. Quizás fue peor que en el Dépor. Me caí, me acuerdo de que vino el utillero del Leganés a la ducha y me dio un abrazo. En aquel momento yo toqué fondo", relata. Él, junto al esfuerzo de un amigo psicólogo y varios libros de autoayuda, consiguió salir y detalla ese duro proceso en Relevo.
Haces un europeo Sub-21 tremendo, siendo el máximo goleador del torneo y ganando la final con un gol tuyo. De ahí sales al Girondins de Burdeos, ¿cómo surge esa opción?
Marco en los cuartos, semifinales y final de ese torneo. Es curioso porque en la final del europeo está el director deportivo del Girondins de Burdeos, de ahí surge la opción. Clemente ya me había dicho en el Betis que necesitaba jugar. La misma noche que ganamos el europeo me llama mi padre, a las dos de la madrugada. 'Iván hay una oferta del Burdeos por ti, están dispuestos a pagar tu traspaso. Tienes tres horas para pensártelo', me dice. Claro, yo vivía solo en Sevilla, justo estaba empezando internet, y me pongo a buscar. Yo no tenía ni puñetera idea del Girondins de Burdeos, no conocía a ningún jugador. Miento, solo a uno, a Torres Mestre, que había estado en las inferiores del Madrid. '¿Yo qué hago?', pensé. Miré la clasificación de goleadores, los primeros dos eran del Girondins. 'Estos para qué cojones me quieren, si tienen a los dos tíos que más goles han marcado en toda la liga'. Me llamó Torres Mestre para decirme que fichase por el Girondins. Imagínate, yo en Sevilla, que es una ciudad espectacular, además en el Betis. 'Qué hago, pues a tomar por culo', llamo a mi padre y le digo que me voy. Viene un avión a por mí, mi padre y el abogado. Pero antes fue una noche complicada con Lopera. Estaba mi abogado hablando con él, 'tienes que perdonar esta parte', le decía. Mi padre de los nervios. 'Tienes que perdonar el dinero del traspaso', decía Lopera. Antiguamente, te pertenecía el 10% del traspaso y a mi Lopera me hizo perdonarlo. 'Bueno, venga, pues perdono y me voy', zanjé. Al llegar a Burdeos, que tenía a los dos máximos goleadores delante, pues me dice el míster que juegue en la banda. Yo me limitaba a llegar a la banda y meter los centros como si fuese Míchel. Al final salió bien porque ganamos la Ligue 1.
"Yo en las pretemporadas me iba a mi casa y me ponía a llorar. Te lo digo literal. ¿Qué hago para estar entre los 25 con mis compañeros? Si llevo 25 días corriendo, todos los días, por la mañana y a veces por la tarde"
Sobre su no inscripción con el Dépor¿Por qué no continuaste en Francia?
Fue una decisión arriesgada, habíamos ganado la Ligue 1 y sale en la prensa que el Rayo me quiere cedido. Yo pienso: 'Ostia, volver a Madrid, con mi familia... que Burdeos es muy bonita, pero los franceses no son como los españoles. Nosotros a Finidi le llevábamos a comer jamón, en Burdeos, bonjour y poco más'. En ese momento mi padre estaba hablando con el Rayo y un día me llama Víctor Sánchez del Amo: 'Me ha llamado Lendoiro, que te quiere para el Dépor'. Claro, no es lo mismo un año cedido en el Rayo, que los cinco años que me ofrecía el Dépor. Es verdad que renuncio a la Liga de Campeones, que nunca sabes qué podía haber pasado, pero firmé por el Deportivo de La Coruña.

Llegas a un Superdépor a punto de ebullición, fue difícil tener minutos.
Claro, yo voy al Dépor donde está Makaay, que es Bota de Oro, Djalminha, Turu Flores, Pandiani… Lo tenía complicado para jugar, me hubiera gustado. No te digo de quitar a Makaay para meterme a mí, pero sí que creo que merecía un poco más, simplemente por mi profesionalidad, te lo digo humildemente. Estuve cinco años haciendo la pretemporada con el Dépor, cuatro de esos años quede como el máximo goleador de las pretemporadas. Igualé el récord de Bebeto de marcar en siete partidos seguidos. Para mí fue muy difícil que de esos cinco años dieran la lista de los 25 jugadores que tenían ficha en LaLiga y me dejaran sin convocar. Estuve sin entrar en la lista tres o cuatro años. Yo decía: 'Ostia, yo estoy un mes corriendo por Getafe con 40 grados en el Cerro de Los Ángeles, o por Gandía, antes de que empiece la pretemporada para llegar como un toro, hago una buena pretemporada y me dejan fuera'. Creo que no era del todo justo, que me merecía un poco más. Me hubiera gustado jugar más partidos en el Dépor, pero no pude. Ese fue mi error. Si pudiera dar para atrás el tiempo, cambiaría mi manera de actuar en ese momento. Para triunfar en el fútbol y que te tengan en cuenta hay que ser un 'hijo de puta', futbolísticamente hablando, no como persona. Yo era muy bueno, no creaba problemas, era un jugador de vestuario.
Si hay un jugador que aprieta un poco, que se enfada, pues a quién quitan, al que no te crea problemas. Eso es lo que me pasó. Yo era el que no protestaba, el que creaba buen ambiente en el vestuario. Me daba mucha pena. Yo en las pretemporadas me iba a mi casa y me ponía a llorar. Te lo digo literal. ¿Qué hago para estar entre los 25 con mis compañeros? Si llevo 25 días corriendo, todos los días, por la mañana y a veces por la tarde. Llego y deciden que no, que me dejan sin convocar. Me han pasado tantas cosas allí. Después de ganar LaLiga jugamos la Supercopa de España, yo quedo como máximo goleador esa pretemporada. Teníamos un millón de pesetas de prima por ganar la Supercopa, dan la lista para jugar el torneo y meten a un jugador lesionado en vez de meterme a mí. Ganamos esa Supercopa y yo no tuve ni derecho a cobrar ese dinero. Llegas a casa y mentalmente es muy duro, no por el dinero, sino porque mentalmente es jodido. Te sientas en los pies de la cama y te pones a llorar de impotencia pura. Mentalmente y psicológicamente te destrozas. ¿Qué cojones hago si llevo corriendo toda la pretemporada y no puedo jugar? Ahí es donde te digo que Irureta no fue del todo justo conmigo, no vas a quitar a Makaay, ni a Djalminha, pero merecía un poquito más. Haber disfrutado un poquito.
¿Con qué cara vas a los entrenamientos?
Mi cara era levantarme y volver. Yo era muy pesado como jugador, he tenido momentos de dificultad psicológica, lo tuve en el Leganés, pero en el Dépor fue igual. Yo llegaba con buena cara, era el primero en el gimnasio, me ponía a hacer abdominales, a estirar, porque no quería lesionarme. Pero cuando llegas a casa era muy duro. Cuando llegaban los viernes o los sábados, entrenábamos en Riazor antes de dar la lista de convocados y cuando no estaba dentro… Yo me he quedado miles de veces en Riazor yo solo con el preparador físico, corriendo largos y anchos. Yo solo, con el preparador físico. Mientras tanto mis compañeros en Sevilla, Vigo o Madrid jugando. Por aquel entonces no existía la figura del psicólogo, pero yo lo hubiera necesitado. Necesitaba que alguien me abrazara, porque era muy duro no poder hacer lo que más te gusta.
"Hasta Iniesta lo ha pasado mentalmente mal, Iniesta, que lo ha ganado todo, tuvo problemas psicológicos. Yo los tuve, y en aquel momento necesitaba que alguien me abrazara y me dijera: 'no te preocupes, sigue, no decaigas, no llores, sigue entrenando'"
Sobre su situación psicológica en el Dépor.¿Quién es tu apoyo en ese momento?
Yo estaba solo, no tenía a nadie. Tienes teléfono para que te llamen, que te ayude algún compañero, pero era muy duro. Cuando la gente ve un partido solo mira lo que pasa en el terreno de juego, pero luego el jugador de fútbol se va a su casa y de puerta para adentro nadie sabe lo que pasa. Hasta Iniesta lo ha pasado mentalmente mal, Iniesta, que lo ha ganado todo, tuvo problemas psicológicos. Yo los tuve, y en aquel momento necesitaba que alguien me abrazara y me dijera: 'no te preocupes, sigue, no decaigas, no llores, sigue entrenando'.
¿Cómo sales de esa situación?
Te levantas, no te queda otra. Con la ayuda de tus padres, de tu hermano y de los amigos intentas recuperar la sonrisa. Sigues entrenando, al final agradeces lo que te enseña el Madrid, el no bajar los brazos nunca, sigues haciendo lo que te gusta, esperas tu oportunidad. Yo me acuerdo de que el último partido que jugué con el Dépor, Irureta tuvo el detalle de meterme contra el Celta, y marqué gol. Por lo menos tuve esa despedida interna, puede irme feliz de haber hecho todo lo que estaba en mi mano. Agradezco muchísimo al Dépor como institución y a la gente que se portó muy bien conmigo.
Pese a lo vivido en A Coruña, todavía mantienes ese cariño con el club.
Nunca jamás en mi vida, y mira que he estado en equipos, he tenido un problema con un compañero, ni con un entrenador. Y te digo más, en el Dépor a mí no me pagaban, no me pagaban todos los meses. A mí me pagaban a final de año. En enero, febrero o marzo, mi padre llamaba al club: 'Oye, que mi hijo tiene que comer también'. Claro, yo tengo que pagar mis cosas, pero a mí me pagaban a final de año, pero mensualmente no. Fíjate, yo para no tener problemas con el club, me preguntaba la prensa sobre los pagos y yo respondía que lo estaba arreglando con el club. Era jodido porque tenía que asimilar muchas cosas, pero eso te hace más fuerte. Ahora lo veo de otra manera, cuando me pasan cosas yo las acepto, no pienso en 'qué mala suerte tengo'. Es lo que me ha tocado vivir.
"Cómo asimilas tú que un tío que está jugando en casa, que las 5000 o 10000 personas que estén en el estadio todos me silben y me chillen a mí? Ese partido el entrenador me cambió y me fui a la ducha directamente. Me puse a llorar en la ducha. Ahí me caí. Quizás fue pero que en el Dépor. Me caí, me acuerdo de que vino el utillero del Leganés a la ducha y me dio un abrazo. En aquel momento yo toqué fondo"
Sobre el partido que lo cambió todo en Leganés.Tu época en el Leganés también fue dura.
Si en el Dépor lo pasé mal, en el Leganés lo pasé muy mal también. Fíjate que yo iba con mucha ilusión, pero en el Leganés tuve un problema. Cuando estás tanto tiempo sin jugar, físicamente no te encuentras bien, no es lo mismo jugar todas las semanas, 90 minutos, que estar en Riazor dando vueltas haciendo largos y anchos. Por 2500 largos que hagas, nunca va a ser como jugar un partido. La tensión que tiene un futbolista se vive en un partido. Cuando llego a Leganés llevo mucho tiempo sin competir, físicamente no me encuentro muy bien. Cuando llego del Superdépor, la gente se cree que voy a meter 15 o 16 goles. Pero yo no me encontraba bien, y la gente lo pagó conmigo. Además, yo soy de Getafe. Había partidos que la gente me silbaba y cada vez que cogía el balón me chillaban, me insultaban. Hubo un partido que cada vez que cogía el balón, era todo el campo, pero todo el campo silbando. ¿Cómo asimilas tú que un tío que está jugando en casa, que las 5.000 o 10.000 personas que estén en el estadio todos me silben y me chillen a mí? Ese partido el entrenador me cambió y me fui a la ducha directamente. Me puse a llorar en la ducha. Ahí me caí. Quizás fue pero que en el Dépor. Me caí, me acuerdo de que vino el utillero del Leganés a la ducha y me dio un abrazo. En aquel momento yo toqué fondo. Yo tengo un amigo que era psicólogo, pero no ejercía como psicólogo. Yo le llamé y le dije: 'ayúdame porque creo que lo estoy pasando muy mal y creo que lo necesito'. 'Vamos a hacer una cosa, cada semana y cada entrenamiento vamos hablando, a ver cómo te sientes', me plantea. También me recomendó varios libros de autoayuda. Entre su ayuda psicológica, los libros y alguna película, me acuerdo de un momento en el que me levanté y dije: 'nunca más voy a sufrir en un campo de fútbol'. Cuando salía a jugar con el Leganés, y fíjate lo que te voy a contar, el árbitro pitaba el inicio y yo estaba mirando el marcador deseando que se acabase. El partido llevaba 10 minutos y quería que acabase. ¿Tú sabes lo que es eso para mí? Tenía miedo, no tenía confianza, cada vez que recibía el balón me temblaban las piernas, la gente me chillaba, no quería jugar al fútbol. En ese momento solo te haces preguntas: ¿por qué a mí?, ¿por qué la afición me grita a mí?, ¿por qué no tengo confianza?, ¿por qué no quiero el balón?, ¿por qué me escondo?, ¿por qué quiero que se acabe el partido? Si no controlas tu cabeza estás hundido. Hay un momento en el que antes de los partidos del Leganés, si jugábamos a las 12, me levantaba a las 8 de la mañana para dar un paseo. Intentaba aislarme, respirar. Cerraba los ojos para intentar escuchar el aire, los pájaros, no sé, sentir una paz interior. Poco a poco empiezo a jugar partidos, el entrenador me saca un ratito y me sale bien, hago una jugada que termina en gol, asisto a un compañero, marco un gol. Me llamó un día mi amigo psicólogo y me dice: '¿Tú sabes lo que has hecho, sabes lo difícil que es cambiar la opinión de 10000 personas?'. Hace un mes estaba muerto, de alguna manera fui cambiando, viendo la vida de otra manera. Ya no me pregunto más 'porqués' en mi vida. Me pasa algo y lo acepto.
¿Cómo se la da la vuelta a esa bola de nieve?
A mí un amigo me ayudó desde la distancia y salí del pozo porque leyendo y viendo películas, ves que te puedes levantar y que la vida puede ser de otra manera. Tu manera de ver la vida y la actitud que tengas puede revertir una situación, yo lo hice. También te digo, en el tema del psicólogo, cuando yo estuve en el Madrid vino Benito Floro, y tras muchos años impuso la figura del psicólogo en la cantera. En esa época, la palabra 'psicólogo', era un sinónimo de estar loco.
¿En esa época cómo era tu relación con la prensa?
Mi relación con la prensa siempre ha sido muy buena. Incluso con las críticas, que yo las acepto porque todo el mundo tiene partidos malos. Una cosa que sí he hecho como jugador con la prensa y no lo debería haber hecho era revisar el As y el Marca cuando acababa los partidos. Antes no había tanta información como ahora, pero siempre estaba pendiente de lo que decían los periódicos. Yo sé cómo he jugado, internamente no me puede condicionar lo que diga un periódico. Yo sé si he estado bien o si he estado mal.
Al final cuelgas las botas en Girona por una conversación con tu padre.
Después del Leganés firmo por el Girona, ahí estamos en una situación complicada. Teníamos jugadores increíbles, pero había problemas internos en el vestuario y el equipo no arrancaba. Estábamos con el Tato Abadía, que era un entrenador espectacular, pero lo echaron. Al final, terminó aquella temporada y un día en Gandía tengo una conversación con mi padre. Mi padre que siempre ha sido superexigente conmigo y con Alfonso. 'Tengo que hablar contigo. Iván, mejores equipos que en los que has estado ya no vas a estar', me dijo. Y eso que yo me retiré joven, ¿eh? 'Ya no vas a estar en un mejor equipo que el Madrid, que el Dépor, ni el Betis, ni el Girondins. Si quieres jugar al fútbol puedes irte a un equipo de Madrid donde existe la posibilidad de que no te paguen y que te den 2.000 patadas', me suelta. Claro, yo dije 'hostia', que mi padre me dijese era muy duro. Al final me volví a Madrid y me llamaron los veteranos del Real Madrid, así que decidí dejar el fútbol y disfrutarlo de otra manera.