OPINIÓN

La solución con Vinicius, Rodrygo y Mbappé pasa por alternar tres palos con la Selectividad

Vinicius, Mbappé y Rodrygo celebran un gol del Real Madrid. /GETTY
Vinicius, Mbappé y Rodrygo celebran un gol del Real Madrid. GETTY

Avisamos a principios de esta temporada que Florentino Pérez no quería vender a ninguna de sus figuras como terminó sucediendo. Otra cosa será lo que ocurra este verano. Los resultados mandan. Y que, además, dijimos, quería ver a los cuatro fantásticos al unísono en el once titular y no de forma alterna. Tenía tantas ganas de ver a Mbappé como abanderado que de que su ojito derecho, Rodrygo, no fuera arrinconado. El problema es que sus deseos siempre son leídos como órdenes en el Real Madrid.

Carlo Ancelotti, que sabe más de los movimientos de palco que de los de la pizarra tras haber soportado a Berlusconi, Abramovich, los jeques del PSG, Hoeness, De Laurentiis y compañía, entendió a las primeras de cambio que debía hacer hueco como fuera a la estrella francesa y al brasileño junto a Vinicius y Bellingham. Y si para ello era necesario que uno hiciera de portero, pues todo era planteárselo. Total, Courtois anda con molestias, Lunin no le gusta un pelo al presidente y al final ha habido que recurrir a la cantera. El míster era cautivo de otros planes, aunque en el fondo viera como un suicidio tanto gallo en el corral por su querencia a caminar en defensa. Y de aquellos polvos vienen estos lodos.

Pese a un periodo de duda inicial, el técnico italiano acabó por convencerse de que todo podía encajar si el personal ponía de su parte: esto es, se podían conjugar los deseos de la planta noble, su estrategia más profesional y los resultados. Estaba convencido de que iba a conseguir lo imposible, hacer correr en dirección contraria a quien no quiere ni sabe. Lo malo es que no es cosa de un encuentro y el año tiene 365 días y 70 partidos.

Sin embargo, la gravedad de los últimos acontecimientos aumenta las posibilidades de que haya que sacrificar este invento sobre la marcha si se quiere acabar la temporada de pie y no en Brasil en una hamaca. A Ancelotti le encantaría que alguno de sus trotamúsicos fuera sancionado de vez en cuando (que no lesionado) para echarle un cable y deshacer esta insípida macedonia. Pero como las ausencias de sus estrellas afortunadamente son mínimas, igual tiene que tirar de algún que otro ungüento a toda prisa. Si normalmente ya escucha a Davide, igual ahora tiene que ejecutar literalmente lo que le dicte.

A mí se me ocurre una idea a vuelapluma que enfoca al tridente de ataque y del que libraría a Bellingham por el hecho de que él siempre corre, aunque muchas veces lo haga en la dirección equivocada y el juego le exige moverse menos. Queda poco de curso para materializarla e igual ya no da tiempo. Pero lo que es seguro es que puede ejecutarse a partir de la próxima temporada si es que todos siguen de blanco y ni el Manchester City ni Arabia Saudí han pescado en río revuelto.

Sería bien sencilla: un banquillazo de los buenos para cada uno de los que llevan colgado el cartel de intocables; de vez en cuando, de forma alterna y sin previo aviso, a poder ser en partidos de baja estofa. No hay reflexión más pura, sana y dura para el que la necesita -como es el caso- que la que se realiza en la sombra de una cárcel o de un banquillo, que a fin de cuentas es lo mismo. Y en el siguiente partido grande, como examen de conciencia, todos juntos en el verde de nuevo como quiere quien les paga. Si superan la prueba a ojos de todo el mundo, continúan juntos, y si perpetran otra noche como la del Clásico del Bernabéu o ante el Arsenal, vuelta a la cartilla de racionamiento. 

Así, una y otra vez. Palos y Selectividad. El reparto de refuerzos y castigos nunca falla. Si salen airosos de la revisión, es que se puede, simplemente es que a veces no salen las cosas y les molesta esa nueva rutina de ser suplentes. Y si vuelven a las andadas en ese importante día de autos como reválida, es que no saben, no son capaces o igual es que el grupo ni quiere. Porque ésa es otra. Una cosa es que Vinicius, Mbappé, Rodrygo y Bellingham aprueben el plan de jugar juntos por puro egoísmo y no quedarse fuera, y otra bien distinta lo que opinen Modric, Rüdiger y los porteros, que son los que lo soportan.

Eso sí, esperemos que esta humilde y atropellada propuesta no llegue de inmediato a Ancelotti, le coja gusto y la ponga en práctica a las primeras de cambio. Ahora, tras la estación de penitencia en Vitoria, toca remontada y convendría que nadie se confundiera. Ya habrá tiempo. Para eso, con un 3-0 en contra en Londres, se necesita redoblar la apuesta del atrevimiento. Y eso pasa por poner en un 1-3-5-2 a Courtois; Valverde, Asencio, Rüdiger; Rodrygo, Tchouameni, Bellingham, Brahim o Modric o Ceballos (alguien debería poner pausa y cordura), Vinicius; Endrick y Mbappé. Y a correr. Nunca mejor dicho y deseado.