Creció entre bombas, una bacteria casi lo deja sin rodilla y sufrió el motín contra Lopera: "Fue la peor derrota de mi carrera"
Risto Vidakovic repasa en Relevo esa trayectoria que lo llevó hasta el Estrella Roja y luego a un Betis en el que brilló en los '90.

Vinculado al Betis en dos etapas, primero como futbolista y luego como entrenador del filial, Risto Vidakovic (Sekoviçi, 1969) es recordado en Heliópolis como parte de su historia más brillante. Fichado por la intermediación de Zoran Vekic, el defensa era uno de los líderes de aquel equipo dirigido por Lorenzo Serra Ferrer que brilló en los mediados de los '90. "Lo único que conocía cuando llegué era que jugaba Rafael Gordillo. Había seguido mucho al Real Madrid y era mi ídolo", recuerda para Relevo desde Marbella, donde ha trasladado ahora su residencia mientras aguarda una nueva oportunidad en los banquillos, que repasará en una segunda parte de la entrevista.
Criado en Alemania, en la cantera del Eintracht en la que militó desde los 11 años, Vidakovic regresó a su país en busca de esa oportunidad como futbolista que tenía más complicada en tierras germanas. "La Bundesliga era muy potente y en aquella época pocos jugadores alemanes salían fuera a jugar. Era complicado tener una oportunidad y decidí regresar a mi país. Creo que acerté", cuenta el zaguero, que empezó a destacar en el FK Sarajevo antes de fichar por el Estrella Roja ya con una incipiente guerra en los Balcanes.
En el Betis destacó pronto en aquel equipo que quedó tercero nada más ascender, se consolidó como un futbolista elegante y efectivo hasta que una lesión, que en principio pareció leve, truncó su carrera. "Me cambió la vida", dice Vidakovic sobre aquel contratiempo que lo tuvo casi dos años apartado del fútbol y que acabó costándole su salida del Betis tras el motín de Mérida. "Fue la peor derrota que he sufrido en mi carrera deportiva", afirma ahora casi 25 años después de un conflicto que supuso su adiós a la entidad y el distanciamiento de muchos de los que habían sido sus compañeros.
Criado en Alemania, creciste en el FK Sarajevo, ¿cómo decidiste ser futbolista?
En Alemania de pequeño practiqué todos los deportes, que allí se le daba mucha importancia a que los niños probasen en varias modalidades. Empecé a jugar en colegio y la casualidad que mi profesor de Educación Física tenía un equipo de fútbol amateur. Empecé a jugar con ellos y me fichó el Eintracht. Estuve en Alemania hasta que con 15 años me fui a estudiar y entrenar en los juveniles del Sarajevo. Era muy complicado triunfar allí, no salían jugadores de la Bundelisga y decidí intentarlo en mi país. Creo que acerté, debuté en Primera, me hice internacional con el Sarajevo y fui el capitán más joven de la historia del club. Con 17 años debuté en Primera, pero por entonces en Yugoslavia había que hacer un año de servicio militar y aproveché para cumplirlo con los 18, que luego iba a ser más complicado. Volví con 19 y hasta los 22 estuve allí.
Allí se fijo en ti el Estrella Roja, un grande del país.
Eran los años previos de la guerra civil de la antigua Yugoslavia. Había debutado en la selección nacional y se iniciaron las conversaciones con los equipos grandes del país. Yo tuve ofertas de los dos equipos de Belgrado, el Partizan y el Estrella Roja. Cuando empezó la guerra no sé sabía qué iba a ocurrir. Como la zona afectada estaba en Bosnia, el fútbol se paró en Sarajevo pero sí siguió en el resto del país, en Macedonia, Montenegro o Serbia. Nadie pensaba que la guerra iba a durar tanto tiempo, pensábamos que iba a ser algo esporádico hasta que se firmara la paz mientras dividían el país. Pasé tres meses en Sarajevo con bombardeos en la ciudad. Me llamaron del Estrella Roja y me dijeron que si salía de allí me estaban esperando para firmar un contrato. No me lo pensé mucho, en una situación en la que peligra tu vida prefería irme a Serbia a jugar al fútbol y hacer lo que me gustaba.
Tengo entendido que no fue sencillo abandonar Sarajevo. ¿Cómo viviste aquello?
Conseguí salir con muchas dificultades, era muy complicado. Había muchos paramilitares que controlaban la ciudad, de un bando y de otro. Nunca sabías con quién te podías topar. Gracias a un policía y a un taxista que me ayudaron conseguí llegar a territorio serbio, me recogieron y me llevaron a Belgrado. Fue una odisea. Había barricadas por toda la ciudad. Algunas zonas las controlaban los musulamnes, otras los serbios. En tiempos de guerra cualquiera te puede matar, no tiene que justificar nada. Lo conseguí gracias a la gente que me ayudó. Firmé el contrato y jugué dos años allí.

¿Cómo fue jugar en aquella situación?
Como la guerra siguió, el fútbol en Serbia también sufrió muchísimo. No se podían jugar competiciones internacionales, la selección tampoco pudo jugar durante cuatro años por los embargos y prohibiciones de la comunidad internacional. El fútbol no tenía mucho sentido allí, tú jugabas en una liga que luego no te lleva a ninguna parte, no podías jugar competiciones europeas, que es lo que realmente importa a los equipos grandes. La mayoría de los jugadores que estuvimos del 92 al 94 acabamos saliendo.
De allí al Betis de la mano de Zoran Vekic en otro viaje complicado...
Sí, él fue mi primer representante en España, era el más importante en cuanto al mercado balcánico y llevó a muchos jugadores de la antigua Yugoslavia a España. Como había todavía sanciones, no había vuelos de Serbia a ningún lugar. Tuve que salir en coche hasta Rumanía y de allí volé a Madrid. No había riesgo, porque en Serbia no había guerra en esa época, lo peor ocurría en Bosnia y en una parte de Croacia.
"Cuando tienes un equipo donde hay gente que cobra 200.000 euros y traes al más caro de la historia... Se rompió el vestuario y la humildad que había antes"
En ese Betis encajaste a la perfección y una temporada espectacular. ¿Esperaba eso cuando llegaste?
Del Betis no conocía mucho, cuando escuché que había una oferta de España, que era un equipo de Andalucía y que era el Betis, lo único que sabía era que Rafael Gordillo estaba jugando aquí. Había seguido al Real Madrid, que había jugado muchos partidos internacionales contra el Estrella Roja y a mí en esa época me gustaba fijarme en los que jugaban en mi posición. Entonces, yo jugaba de lateral derecho o de carrilero que cubría toda la banda y me fijaba en Gordillo. Era un jugador muy moderno para esa época, muy ofensivo, que subía mucho, que centraba muy bien... ¡Qué te voy a decir yo de Gordillo que no sepas! Así que lo único que conocía del Betis era a Gordillo y pensé que sería ideal jugar al lado de un ejemplo, de alguien que era un ídolo para mí. Luego cuando llegué me di cuenta de que el Betis, que venía de Segunda División, tenía una afición muy grande y que era un club que tenía futuro. Tenía todos los ingredientes para ser un equipo importante en España.
Fuiste titular desde tu llegada y el equipo fue a más cada año. ¿Cómo viviste ese crecimiento del club?
Se dio un rendimiento muy bueno que nadie esperaba, ni nosotros mismos. En el primer año la mayoría de los jugadores venían de Segunda, pocos tenía experiencia en Primera, había otros de la cantera que también habían estado en los años anteriores en Segunda y sólo tres extranjeros. El equipo era una incógnita, el primer objetivo era salvarnos pero cuando empezó la competición, la motivación y el deseo de conseguir algo importante, íbamos avanzando y te dabas cuenta de que se podía lograr algo, de meterte en Europa, de hacer algo histórico. Tuvimos un apoyo de la afición importantísimo, sobre todo ese primer año. Luego la gente se volvió más exigente, como siempre pasa.
La culminación fue el Betis de la 96-97, uno de los mejores de siempre.
Sí, ese equipo estuvo luchando casi todo el año muy cerca del primero y por el título. Finidi, Alfonso, Jarni, Pier... Los jugadores que fueron llegando mejoraron mucho el equipo y le dieron la posibilidad de poder luchar con los grandes. No le teníamos nada que envidiar a los equipos de arriba, quizá nos faltó reforzar algunas posiciones en las que no teníamos tanto nivel para competir con el Barcelona y el Real Madrid. También esos años sentí un poco de falta de ambición de la directiva, del dueño, y era algo que no entendía muy bien pudiendo dar un salto. Luego se gastó mucho dinero en algunos jugadores que para mí no eran necesarios y ahí creo que el Betis empezó a caer.
Denilson fue el fichaje más caro del momento...
No tenía ninguna explicación firmar a otro jugador si teníamos al mejor extremo izuqierdo de la liga. Firmas a un jugador con el que no sabes qué va a pasar. No tengo nada en contra del chico, porque personalmente me cae bien, pero en el sentido de una planificación, no tenía ningún motivo para cambiar a un jugador que para mí había sido clave de todo lo que se había conseguido antes. Eso trajo un montón de cosas negativas al vestuario. Traes a un jugador del que todo el mundo habla y si luego el rendimiento en el campo no es tal... Cuando tienes un equipo donde hay gente que cobra 30 millones de pesetas (200.000 euros) y traes al más caro de la historia... Creo que rompió un poco el vestuario, el ambiente, la humildad que se respiraba antes. Luego pasaron muchas más cosas, el entrenador que se va en plena pretemporada (Luis Aragonés), yo me lesioné, Alfonso también pasó una mala racha, Finidi... El equipo se desmontó y bajó a Segunda.
Hablabas de tu lesión. ¿Fue el peor momento de tu carrera?
Sí, a mí me cambió la vida esa lesión. Estás en tu mejor momento, tienes 28 años, tienes experiencia, los jugadores llegan a una madurez con esa edad, ya lo sabes todo y disfrutas jugando. A mí me pasó en el mejor momento una lesión que no era una lesión importante, era una esguince de rodilla que no tenía nada grave. Por ejemplo, se te rompen los cruzados y sabes que es más complicado. Lo mío era de un mes de baja y volver a jugar. Pero yo creo que hubo un montón de cosas, unas circunstancias que no ayudaron para nada. Los diagnósticos nunca se aclararon, nunca se sabía qué era realmente lo que tenía. Después de cuatro o cinco meses de recaídas, de no poder volver, se decidió hacer una artroscopia metiendo la cámara dentro de la rodilla para ver realmente qué es lo que afectaba a la rodilla. Y entonces en el quirófano se decide coser el ligamento que estaba roto horizontalmente, creo que no tenía ni necesidad de operarse. En el quirófano entra una bacteria que es muy peligrosa, muy difícil de eliminar. Tenía una infección terrible en la rodilla y a partir de ahí surgen todos los problemas. Resulta que la bacteria se come todos los tejidos, se come todos los cartílagos y los médicos no me dan prácticamente ninguna posibilidad de volver a jugar.
¿Llegaste a pensar que era el final de tu carrera?
Sobre todo porque estuvimos un mes en el hospital luchando para no perder la pierna. Después de un mes, al final se consiguió eliminar con drenajes, con técnicas muy avanzadas. Y entonces los médicos me dijeron que si volvía a andar bien, me diera por contento. Claro, tú tienes 28 años, sales del hospital, tu vida se te va... Empiezas a pensar que se acabó y qué puedes hacer. Tienes momentos, tienes alto y bajos. Tardé prácticamente dos años en recuperarme porque me lesioné en marzo del 98 y volví a jugar en enero del 2000. Y era una lucha de dos años muy importante, muy dura, sobre todo para mi familia y mi mujer. Tuve que cambiar incluso la forma de alimentación, un montón de cosas, mucho sacrificio para toda la familia sólo para poder volver a jugar y entrenar.
¿Cómo lograste superar aquella situación?
Imagínate cómo era aquella época... El médico si tenías algo te daba un voltarén y te decía que ya saldría bien. En esos momentos te aferras a la familia, a tu entorno más cercano, a los que te ayudan. Por suerte tuve un apoyo muy grande de mi mujer, que me ayudó, que estuvo soportándome porque yo tenía muchos altibajos, en el comportamiento y en el estado de ánimo. Te sentías bien tres o cuatro días, ibas animado a trabajar y de repente te empezaba a doler y tenías que parar. Y así durante un año y medio, y viendo que tú no eres el que eras. Te limita mucho, sabes que no puedes hacer cosas que antes sí podías.

Ahí también comenzó tu final en el Betis, con aquel 'motín de Mérida' que supuso tu salida del club.
Mira, en un principio yo era el menos interesado de todos los jugadores en meterme en ese lío. Tenía una lesión importante y no sabía todavía si iba a poder volver al 100%. Jugué los últimos 13 partidos antes de bajar, pero aún tenía secuelas en la rodilla. Pero en ese momento eres ambicioso, quieres que el club sea serio, que sea profesional y trate a la gente como debe ser. Si tú trabajas, que te paguen y cumplan contigo. Cuando bajamos a Segunda había mucha deuda con los jugadores, el club debía mucho dinero, sobre todo en aquel tiempo con los contratos de imagen. La plantilla se reunió un día en el vestuario y se puso la mano en el fuego para luchar hasta el final, que nadie se iba a echar atrás, que iríamos todos juntos. Si no jugábamos aquel partido, se le metía presión para que nos hiciera caso. Firmamos un papel, que fue el que enseñó Juan Merino, que era el capitán, cuando dio el comunicado a la prensa, de que no íbamos a jugar partidos amistosos hasta que se saldaran las deudas. Lopera empezó un contrataque brutal, empezó a quemar a los jugadores. Había muchos jugadores con cosas oscuras, cosas ocultas, cosas que él podía manejar. Ahí te das cuenta de que hay jugadores que se están empezando a echar atrás, hasta que nos quedamos solos Solozábal y yo. Yo soy un hombre y cuando te prometo algo, cuando te firmo algo, intento cumplirlo, no puedo cambiar el discurso.
"Para mí no era cómodo ir a la ciudad deportiva y ver las caras de los compañeros que te habían dejado tirado"
¿Te sentiste traicionado por tus compañeros?
Roberto Solozábal y yo fuimos los únicos que manteníamos el discurso, que nos debía dinero y solamente queríamos que nos cumpliera con los contratos. Nos separaron del equipo... Cuando hay una revolución tienes que buscar a un cabeza de turco. En ese momento yo era ideal, el club sabía mi situación peculiar con la rodilla sin saber si iba a volver a jugar o no. Me quedaban cuatro años de contrato y el club aprovechó para meter presión. Esa situación duró casi un mes, para mí no era cómodo ir a la ciudad deportiva, ver las caras de los compañeros que te han dejado tirado, ves que ya no dan ningún comunicado de nada, ni de protegerte, y cada uno mira a lo suyo. Yo quería cuanto antes terminar esa situación para irme, llegar a un acuerdo, firmar un finiquito y salir del club. Ésa es la única verdad que existe sobre ese caso, porque todo lo demás yo no quiero nombrar a nadie, ni me interesa en este momento, porque estamos donde estamos, pero eso para mí fue la peor derrota que he sufrido en mi carrera deportiva. Porque tus compañeros con los que has luchado durante muchos partidos, donde has jugado con ellos y has pasado por muchos momentos buenos y malos, al final todo se resume en lo económico, en salvar la nómina. Y es un poco triste, yo creo que es un momento en tu carrera para mí bastante triste, que gane alguien que se aprovecha de todo esto, de los equipos de fútbol, de los jugadores y todas esas cosas.
¿Te sigue doliendo más ese comportamiento del equipo que lo que hizo Lopera?
Claro, todos nosotros conocíamos a Lopera, sabíamos cómo era, sabíamos que siempre era duro sacarle algo. Siempre tardaba, siempre pagaba tarde, siempre intentaba ganar él, pero al final sabíamos también que nos iba a pagar. Lo que pasa es que la situación en aquel momento era un poco ya el colmo de todo. Tú sabes qué pasa, que nosotros por ejemplo en los últimos partidos de liga teníamos unas primas por la salvación, que nos pagaban no sé cuántos millones, no me acuerdo bien, no sé si eran dos millones por partido (12.000 euros) en aquellos momentos en pesetas, pero si el equipo bajaba, el dinero lo tenemos que devolver. Tú dices, él no pierde nunca, somos los únicos que perdemos y nosotros somos los que luchamos en el campo, que corremos, que intentamos dar lo mejor. Otra cosa es si en ese momento el equipo era bueno o no era bueno, pero los jugadores evidentemente simplemente el hecho por ellos mismos no querían bajar, no tenían interés de bajar, y yo creo que no existe ningún deportista que quiera perder. Entonces tú te das cuenta en todos esos detalles de qué tipo de personas estamos hablando.
Después del Betis estuviste en Osasuna y Poli Ejido, y dos años después estabas retirado.
No era ni la mitad del jugador que fui. Me faltaba mucho, tú sabes que estás limitado, tú no puedes. Yo creo que hice todo lo que pude solamente para demostrar que he podido volver a jugar. Demostrarme a mí mismo, darle una satisfacción a mi familia, verme otra vez en el campo, porque fue un sacrificio enorme. Yo quería brindarle un homenaje a mi familia para que me vieran, pero no era ni la mitad de lo que era. Era un jugador del montón. Siempre tenía dolor en la rodilla, después de los partidos se me hinchaba y necesitaba dos días de recuperación después de jugar. Tú sabes cuando no te sientes cómodo, cuando sientes el dolor, no tienes esa fuerza, no tienes esa autoestima, no tienes confianza. En todos los partidos entras sospechando si aguantas o no aguantas. Era muy difícil seguir jugando.