Vitor Roque no tiene flechas en la espalda
El tiempo es relativo y para evidenciarlo se creó el fútbol, que en 90 minutos puede condensar un instante o toda una vida, porque este deporte tiene el poder de contraer todo a la vez que se expande sin cesar. Está hecho para generar recuerdos. El Barça ha entrado en un punto de no retorno con el anuncio de Xavi porque ya no existe un futuro al que mirar con este técnico, y al culé le queda buscarse nuevos retos ante unos partidos que se alargan tanto que uno pierde la cuenta del tiempo. Y ahí emerge con fuerza Vitor Roque para darle sentido a una historia que necesita nuevos héroes.
Xavi dijo hace unos días que no seguiría porque era el momento de partir. Lo hizo buscando un cambio y una reacción de sus jugadores, un último intento para rescatar de la apatía generalizada a un club que parece estar sometido a un estreñimiento total. El equipo entraba en una situación desconocida, con un entrenador que sigue pero admite que lo mejor para todos es no continuar, azuzando aún más el incierto presente futbolístico del Barça. La premisa de Xavi pasaba por el prisma emocional, cuando Osasuna volvió a demostrar que todo nace de un fútbol que no llega donde debería.
Ante eso, lo anímico es un placebo. El efecto que pueda tener es el que uno le quiera dar, pero el mayor error es sobredimensionar algo que tiene que ir siempre en comunión con el juego y Osasuna tardó apenas unos minutos en difuminar las palabras de Xavi, convirtiendo un partido que podría haber sido una muestra de rebeldía en una escatología de todo aquello que transforma al Barça en un equipo ramplón. La pelota se movía demasiado lenta, Gündogan se cambiaba con Pedri para ser él el centrocampista más adelantado y en media hora solo había dado dos pases, enjaulado y sin feedback de ningún compañero. El Barça es ahora un reloj que da once horas distintas en cada minuto.
Vitor Roque no tiene memoria. En su espalda no hay flechas clavadas ni heridas de guerra, sino que es precisamente su inocencia de recién llegado lo que cambia el estado de ánimo del Barça; le recuerda días mejores porque juega sin que el entorno le pese, con la alegría de quien llega a un hogar nuevo y prueba cada rincón, recreándose allí donde la mayoría de sus compañeros ven solo fantasmas. Si algo tiene que hacer el Barça de Xavi estos meses es usar a sus jóvenes para empezar a tejer un futuro en el que reconocerse y escapar de un presente claustrofóbico.