El whatsapp que prendió la mecha: "¿Quieres saber una buena? Mou se carga a Iker"
Se cumplen diez años del día que el portugués sentó por primera vez a Casillas. Aquello cambió la carrera del portero.

Hoy, a las 20:00 horas, se cumplirán diez años de una imagen que fue un terremoto. Por lo corpóreo y lo simbólico. En ese instante de aquel 22 de diciembre de 2012, Iker Casillas, cabizbajo y con rostro muy serio, se sentaba en el banquillo del estadio de La Rosaleda mientras veía cómo Adán posaba con los titulares. José Mourinho condenó al capitán a la suplencia por primera vez desde que era técnico del Real Madrid y convirtió en certeza lo que era un rumor: el divorcio entre el portero y el portugués era un hecho.
"¿Quieres saber una buena? Mou se carga a Iker". Este fue uno de los whatsapps que empezaron a salir desde el hotel de concentración del Real Madrid sobre las tres de la tarde. Pablo Pinto, por entonces en Canal Plus Deportes, fue uno de los periodistas que recibió ese mensaje, aunque no el único. "Me llegó de una persona de dentro y la noticia me quemaba, pero la política del canal no era la de interrumpir la programación para informar de una cosa así", recuerda el hoy periodista de DAZN.
Mourinho había instalado una política de persecución de las filtraciones nunca vista en aquel vestuario. Además, muy pocos se fiaban del portugués. Porque en contra de lo que venía siendo habitual, aquel sábado la alineación, o al menos parte de ella, se dio a conocer mucho tiempo antes y no a las dos horas del partido en la charla previa. Por tanto la bomba era de tal deflagración que había incluso quien no se la creía. Mourinho era capaz de jugar a ver si se filtraba algo que no era real. Como cuando un año antes convocó a Di María antes de un Clásico copero cuando tenía una rotura de un mes de baja.
"La noticia me llegó de una persona de dentro y la noticia me quemaba..."
Periodista de DAZNAsí que a pesar de que la filtración se había producido con antelación, pasaron unas horas hasta que acabó saltando a los medios, ya muy cerca de la oficialidad de las alineaciones. Aquella tarde en el hotel de concentración del Madrid no se hablaba de otra cosa. Y en cuanto se hizo público, fue el tema de conversación de media España. En el vestuario se venía barruntando viendo el desgaste de la relación entre Mourinho y su cuerpo técnico y el propio Casillas. Florentino se quitó las gafas cuando Mónica Marchante le mostró el papel con los onces. Si no lo sabía, lo supo disimular. El Casillazo no había hecho más que empezar.
El equipo blanco llegaba a Málaga en decadencia, tercero en Liga, a 13 puntos del Barça y a siete del Atlético. El encuentro era crucial y nadie intuyó el temblor. El once que puso aquel día Mourinho fue el siguiente: Adán; Arbeloa, Pepe, Sergio Ramos, Essien; Xabi Alonso, Khedira; Di María, Özil, Cristiano Ronaldo; Benzema. Pero el foco estaba en el banco, en Casillas. Las cámaras capturaron todos sus gestos.
Iker vivió un calvario aquella noche. Pensativo, inquieto y con un sufrimiento evidente, no sabía dónde meterse cuando el Madrid comenzó a encajar goles. Incluso se le fotografió con la cabeza oculta bajo el chándal. El equipo blanco se estrelló. Perdió 3-2, con gol incluido de Isco, que en pocos meses se convertiría en nuevo jugador madridista, y se despeñó en la Liga a 16 puntos del liderato.

"No me planteo dimitir y no temo por mi puesto", fue lo primero que declaró Mourinho tras el naufragio para, a continuación, abordar la sorprendente suplencia de Casillas. El portugués negó en todo momento que hubiese sido un castigo: "Es una decisión técnica, del entrenador, que analiza la situación, los jugadores que están a disposición y elige su equipo para jugar. Podéis inventar las historias que queráis, pero es una decisión técnica, nada más. En mi opinión, Adán está mejor que Iker. Como es el entrenador el que elige, y como yo sólo tengo como opiniones válidas la de mis asistentes, lo hemos decidido así".
Lo cierto es que la explicación de Mourinho fue un disfraz para ocultar el trasfondo de todo: además de culparle de ser un 'topo' del vestuario, nunca aceptó que el portero llamara a Xavi y Puyol para destensar la relación entre los madridistas y azulgranas de la Selección tras varios Clásicos conflictivos. Aquella suplencia justo antes del parón navideño marcó un punto de inflexión en la trayectoria de Casillas en el Real Madrid y en su relación con la afición del Bernabéu, dividida entre partidarios del entrenador y del de Móstoles.
La roja a Adán y la patada de Arbeloa
La Navidad no bajó a Mourinho de su caballo y en el primer partido de 2013, el día de Reyes contra la Real Sociedad, volvió a dejar a Iker en el banquillo. Era la primera cita del Madrid en el Bernabéu después del Casillazo y Adán, que antes de La Rosaleda llevaba casi tres temporadas inactivo, en la sombra de los suplentes, se vio superado. Duró sobre el césped 5 minutos y 22 segundos en los que hizo un mal saque y cometió un penalti sobre Vela que le acarreó la expulsión. Parte del estadio coreó a Iker cuando salió. El Madrid acabó ganando 4-3…
La roja a Adán permitió a Casillas recuperar la titularidad y ayudó a restaurar aparentemente la normalidad. No encajó goles en los cuatro partidos que disputó después de la expulsión de su compañero. Sin embargo, todo volvió a quebrarse en el quinto, la vuelta de cuartos de la Copa ante el Valencia (23 de enero). El capitán blanco fue otra vez titular, pero una patada de Arbeloa en el minuto 12 le fracturó un dedo. Ya nada volvió a ser igual. El club se lanzó al mercado y, en un operación relámpago, fichó a Diego López, entonces en el Sevilla, por 3,5 millones. Casillas regresó a una convocatoria 72 días después, pero no volvió a jugar esa temporada. Mourinho encontró otro escudo: "Tiene el alta médica, pero no la competitiva".

Después de una temporada decepcionante el entrenador de Setúbal dejó el Madrid. Aunque el cielo de Iker no se despejó del todo. Llegó Ancelotti y empezó a enseñar esa mano izquierda que soluciona conflictos. En la portería tiró por la calle de en medio con una fórmula que él mismo calificó de "anómala": Diego López para la Liga y Casillas para la Champions. "Así las cosas estarán más tranquilas", apostilló. Iker acabaría dejando el Madrid una temporada después, con el madridismo dividido y por la puerta de atrás. Un final ruidoso que comenzó a escribirse aquella noche de 22 de diciembre de 2012.