FC BARCELONA

Xavi sin Ousmane Dembélé: ¿cómo queda el FC Barcelona sin el francés?

Dembélé era el extremo favorito de un Xavi que deberá reconstruir a su equipo.

Ousmane Dembélé durante la pretemporada. /AFP
Ousmane Dembélé durante la pretemporada. AFP
Albert Blaya

Albert Blaya

"Puede convertirse en el mejor extremo del mundo". Las palabras que Xavi Hernández ha ido desplegando desde su llegada en noviembre de 2021 se tornan ahora contra él, amenazantes, ante el desenlace que ha tomado la carrera de Ousmane Dembélé. El francés pasó a ocupar la primera plana en cuanto a relevancia futbolística, una que nunca había ocupado. El Barça de Xavi, que terminó siendo el de los cuatro centrocampistas, nació siendo el de Ousmane Dembélé. ¿Y ahora qué?

En Dembélé convergen todas las virtudes que uno piensa que debe tener un extremo, faltándole la más relevante, la que hace que las otras cobren un sentido definitivo: la determinación. Muchas veces se analiza las buenas o malas decisiones de forma universal, atendiendo a criterios pactados en vez de a la naturaleza del jugador. ¿Será una decisión que tome Messi buena o mala en base a qué? ¿A Messi o a la lógica? Con Dembélé sucede que su desborde, regate y capacidad de uno para uno quedaban siempre tintadas de negro al no acompañarle buenas decisiones, que muchas veces ni en la lógica Dembeliana eran las correctas. Era un cuerpo de revista sin cabeza.

Ousmane como líder ofensivo

Pero aún así, Ousmane Dembélé era la principal vía de agitación del FC Barcelona. El Barça de Xavi empezó construyéndose desde los extremos, y tal fue el punto de saturación al que se llegó antes del Mundial, que Dembélé participaba casi tanto como los interiores. Como si de un agujero negro se tratara, el extremo empezó a asumir todos los balones, y una vez llegaban a él, Dembélé aceleraba y buscaba finalizar, verticalizando tanto los ataques que el juego del Barça nunca obtenía maduración.

En ese sentido, Dembélé fue la paradoja del Barça de Xavi. El Barça le necesitaba para acelerar y cambiar de ritmo, ya que nadie más podía hacerlo y la circulación era lenta, pero el francés seguía siendo el jugador que más rompía la estructura del equipo. En esta disyuntiva, Xavi optó por situar a un centrocampista más y dejar a Ousmane Dembélé abierto en banda derecha, como contrapunto a una zona central sobrecargada. Y funcionó. Hasta su lesión, el 28 de enero, puede que el francés jugase sus mejores partidos desde que llegó a la ciudad condal, pero como todo en Dembélé, duró poco. Y ya no volvió.

Recuperar el equilibrio

Para Xavi, Dembélé suponía un atajo muy suculento hacia el peligro, que no hacia el gol. Contar con un jugador que al recibir siempre buscará acelerar y hacer su jugada, en muchos tramos el equipo se vio sobrepasado por ese ímpetu, dando la sensación de cierta pereza táctica, como si Dembélé hubiese secuestrado la voluntad colectiva. Mitigaba ciertos problemas, pero generaba algunos de nuevos que el Barça solo solucióno parcialmente una vez sacrificó a un tercer delantero. Ousmane nunca fue una solución completa, solo una de parcial.

El Barça deberá cambiar. Es una evidencia que cuando el equipo ya no cuente con un jugador que hunda al rival por inercia y permita ser más letal al espacio, deberá buscar nuevas fórmulas para ser profundo y eléctrico. Y en este escenario es donde Xavi deberá mostrarse más creativo para que sus extremos (Raphinha, Abde, Ansu, Ferran) encuentren más situaciones en las que poder mostrar sus habilidades. En vez de esperar la inspiración como motor narrativo, anticiparse para que los atacantes la encuentren antes.

Sin Dembélé, el Barça será peor equipo si no llega nadie más. Pero eso no implica que el ser peor sobre el papel vaya a tener un impacto directo en lo que se vea después. Xavi pierde a su extremo de confianza y al jugador sobre el que acudir cuando todo se espesa, su baja obligará a tener más cuidado y mirar más a los centrocampistas; si se entiende bien su marcha, puede suponer un mayor aprendizaje para los centrocampistas, que asumirían más volumen y relevancia. Sin un desborde individual por fuera, el Barça lo deberá encontrar de forma colectiva.