El Alavés gana donde nadie, el Sporting frena al Granada y el Málaga vuelve a la maldita realidad

Dos puntos que valen millones. Esa es la distancia ahora mismo entre el pasaporte directo a la élite y la lucha por la plaza restante en una cruenta ronda de eliminatorias. Una diferencia abismal entre la euforia y el pánico que no llega a marcar ni un partido. Por eso, los finales de la categoría de plata suelen atraer miradas ajenas a la Segunda División. Al fin y al cabo, por mucho que se quiera imponer el dominio del marketing, la esencia del fútbol siempre será algo básico: mantener la emoción.

La tuvo el partido del Tartiere entre Oviedo y Eibar, con los armeros arañando un punto ante un duro rival. Apenas a 30 kilómetros, en el Molinón, se jugaba otra batalla por el ascenso y la permanencia. Se la llevaron los rojiblancos asturianos, amargando el dulce momento nazarí. Tampoco pasó del empate el Levante y el único de los de arriba que logró triunfar fue el Alavés, que repite victoria tras la obtenida la semana pasada ante el Tenerife.

Nadie se escapa por arriba y hasta la pelea por entrar en playoff puede estrecharse. Por abajo, también los pasos son cortos. Los da la Ponferradina a base de empates. El último en Lugo puede saber a poco, pero hace sentir al rival el aliento en la nuca. Tres puntos le separan del Racing.

Igualdad que te ilusiona o te mata, pero que hace más interesante a la categoría.

¿Continuará Idiakez? "No me he rendido jamás, no voy a dimitir, es de cobardes". Esa fue la respuesta del técnico pepinero cuando le preguntaron tras la derrota frente al Cartagena. Van cinco seguidas y el equipo ha pasado de la confianza a la angustia, que todavía no llega a drama por el colchón que se logró entre octubre y enero. Aguantar al técnico guipuzcoano fue la solución cuando se ganó una cita de las ocho primeras. Aunque llegó la reacción, los de Butarque recaen. Por si fuera poco, el próximo duelo es visitar a la Ponfe en el Toralín.

El latigazo del diez del Real Zaragoza merece la pena. Es uno de esos goles para reivindicarse fuera y creer hacia dentro. Con más de cien partidos luciendo la camiseta blanquilla, si encuentra la regularidad, debe ser un jugador importante en el proyecto para la próxima temporada. Su zurda le permite crear peligro en zonas donde el último pase marca la diferencia. Fran Escribá le hizo debutar en Primera cuando jugaba en el filial del Celta y, ahora, puede convertirlo en parte del engranaje que, de una vez por todas, ilusione a La Romareda. Cualidades tiene. Subir el listón implica marcar más goles desde segunda línea. El de este fin de semana no está nada mal para reengancharse.

Cartagena y Burgos quieren rubricar una gran temporada peleando por el sueño del playoff hasta el final. Tanto los de Carrión como los de Calero pretenden hacer sudar al Albacete. El Efesé comenzó perdiendo en el sur de Madrid. Sin embargo, demostró saber levantarse y responder con las victorias ante Lugo y Leganés, al par de derrotas previas. Por su parte, los del Plantío volvieron a ganar después de tres empates y tres derrotas. Aunque el Albacete sigue con ventaja, sus rivales van a buscar que el último puesto de promoción sea cosa de tres.

Si la semana pasada fue Dani Queipo quien dio la alegría con el gol del empate en Las Palmas, esta jornada Diego Sánchez protagonizó la reivindicación de Mareo con un testarazo que supone tres puntos de oro frente al Granada. Consolidado como titular en el primer equipo, la fructífera cantera asturiana es la mejor noticia de esta tortuosa campaña. El fútbol base del Sporting demuestra que no es un gasto, sino la mejor inversión. La aportación de ambos chavales ha servido para una evolución que se debe reconocer a Miguel Ángel Ramírez en el banquillo. Si a su llegada surgieron dudas por su falta de experiencia en nuestra Liga, con un arranque titubeante, los últimos tres partidos han traído la tranquilidad. Empates frente a Burgos y Las Palmas, más la victoria contra el lanzado conjunto de Paco López, demuestran que los rojiblancos ya pueden competir con cualquiera.

Ganar al Leganés hizo creer a La Rosaleda. Se buscaron en la hemeroteca aquellas rachas increíbles que permitieron a otras escuadras salvaciones milagrosas y la visita al Andorra se estableció como ese punto de inflexión que podía modificar todo. Conjeturas y especulaciones a las que la dura realidad ha vuelto a poner los pies en el suelo. Por mucho que el fútbol sea imprevisible, las matemáticas son tozudas. Van seis victorias en 34 jornadas. Quedan ocho partidos y hará falta ganar otros seis, o cinco y empatar uno al menos, para tener opciones. Son números para ver desde fuera porque en este tránsito por el desfiladero, pensar desde dentro más allá del siguiente partido, solo puede acelerar la caída.