El Andorra gana la posesión, pero empieza a mirar el descenso
El equipo de Eder Sarabia suma cinco derrotas consecutivas, está a cuatro puntos del descenso, pero sigue superando a sus rivales en posesión de balón.

En el ocaso de la decimoséptima jornada de Segunda División, Sinan Bakis anotaba para el Andorra un penalti provocado por Germán Valera, en Can Misses. Esa noche el equipo de Eder Sarabia se colocaba en sexta posición y encadenaba tres victorias consecutivas por primera vez en la presente campaña. Era un momento dulce para los andorranos, que desde que empezó la temporada cogieron el balón en propiedad hasta hacer de la posesión fortaleza y debilidad a partes iguales.
Es la identidad del equipo tricolor, que ha logrado rendir con personalidad propia al ritmo que marca Eder Sarabia desde la banda. Julián Calero se descompuso en elogios ante el técnico vasco antes de recibir su visita al Plantío: "Es el entrenador que más influencia tiene en su equipo de todas las ligas europeas. Tiene clarísimo cómo juega. Los demás también lo tenemos, pero es muy difícil contrarrestarles. Es un equipo que decían que se ha ganado el respeto y no lo creo, eso le pasó en la jornada 3. Ahora lo que tiene es 'acojonada' a toda la Segunda División, porque todos se condicionan al juego del Andorra. Es un equipo que levanta temor". Las palabras de admiración del entrenador del Burgos son un fiel reflejo de lo que está logrando el Andorra. Para lo bueno y para lo malo.
Crisis de resultados
Hoy, diez jornadas después de ese gol de Sinan Bakis en Ibiza, el equipo de Sarabia se ha disuelto como un azucarillo en cuanto a resultados y es el peor balance en estas últimas diez fechas en la categoría. Ha sumado cinco puntos de 30 y ya mira de reojo la zona de descenso, haciendo necesario volver a lograr victorias para coger aire. En cualquier caso, el modelo de juego es innegociable y con la posesión del balón ataca, defiende y se siente cómodo, con sosiego, tratando de encontrar la llave para acceder a la puerta rival. Pero como decía Calero, ya más de uno tiene claro cómo juega y lo puede estar pagando caro.
El Andorra ha ganado el porcentaje de posesión en todos los partidos de la temporada salvo en uno: el disputado en Albacete en la jornada 7 (1-1), en la que su delantero Carlos Martínez fue expulsado en el ecuador de la primera parte. En el resto de encuentros ha tenido el balón más que el rival. En la mayoría de compromisos lo abarcaba más del 70% del tiempo, llegando a superar hasta el 80% frente al Racing, en una noche en la que acabó cayendo por la mínima en el Estadi Nacional de Andorra. Sarabia lleva el fútbol al extremo y juega con la paciencia de sus rivales, a los que domina en este aspecto sin importar el músculo económico o el nombre del club que tenga enfrente. Pero este juego no va sólo de posesión.
La estadística es cruda para un recién ascendido con predilección por el esférico, que ha llegado a perder partidos en los que había rematado hasta en 25 ocasiones, frente a dos disparos del rival (ante el Cartagena, 0-1). La falta de efectividad y gol la está pagando cara después de cuatro semanas sin ver puerta y cinco sin ganar. En el club nadie duda de Eder Sarabia, ni de su idea de juego desde el toque y el control, aunque el playoff se aleje y los fantasmas del descenso asomen.
Tras el ascenso meteórico que le ha llevado de Primera Catalana al fútbol profesional en apenas tres temporadas, los andorranos se han hecho un hueco entre los grandes y durante muchas jornadas, han sido candidatos al ascenso a Primera División. Sumando victorias de mérito (Granada, Eibar o Levante) en la primera vuelta, han maniatado a todos los equipos de la categoría, obligándolos a cambiar su estilo en el día en el que se enfrentaban al Andorra de Eder Sarabia.
Pero este modelo de juego no es casualidad ni flor de un día. Se viene fraguando, como mínimo, desde la temporada pasada. Prueba de ello es que el centro del campo andorrano es el mismo que logró el ascenso con Sarabia desde 1ª RFEF, con la única incorporación de Jandro Orellana procedente del Barça B. Los Marc Aguado, Sergio Molina, Bover, Hevel e Iván Gil son la brújula del equipo que siempre tiene la pelota, pero que debe volver a encontrarse con el gol y la victoria si no quiere sufrir más de la cuenta en este final de temporada.