La frase de Mao sobre Chen que multiplicó los despropósitos del Espanyol: "El presidente quiere implicarse más en el día a día"
Hace casi dos años que el CEO asumió el cargo. Desde entonces, un descenso y cinco entrenadores.

Luis Miguel Ramis ya es historia del Espanyol. Historia negativa, como lo fueron antes Diego Martínez o Luis García. Vicente Moreno, que logró un ascenso y salvó al equipo pero fue fulminado, y Luis Blanco, que dirigió dos partidos y ya no está en el club (ahora vuelve para ser la mano derecha de Manolo González), son otros damnificados del gobierno del terror perico, el formado por su propietario, Chen Yansheng, y su CEO, Mao Ye, que llevan al club a la deriva: es la peor situación deportiva de su historia, con las alarmas sonando a toda mecha por el riesgo a no ascender directamente y con González como última tabla de salvación.
"El problema de Chen es que no confía en los occidentales", pronunció hace unos meses Josep Maria Duran, ex director general del Espanyol hasta el 30 de marzo de 2022, en Tiempo de Espanyol. Un momento donde, aunque el proyecto blanquiazul ya estaba desorientado, se vivió otra vuelta de tuerca más hacia el abismo. Mao Ye, primero traductor y luego consejero, abogado que llegó de niño a Barcelona y que conoció al propietario Chen en la tramitación de la compra del club en 2016, se presentaba así como CEO: "Chen quiere implicarse más en la gestión del día a día".
O la frase fue una tirita para tapar las heridas pasadas o la gestión del propietario es aún peor que la de sus antecesores. Sin conocimientos del negocio del fútbol, con un tempo a la hora de tomar decisiones demasiado lento y con un talante autoritario ("o jerárquico", como matizan algunas prudentes fuentes), el Espanyol desde entonces ha carecido de un criterio deportivo con decisiones de inicio arriesgadas y finalmente desoladoras. Y la afición protestó incluso colocando unas pancartas en el consulado chino en Barcelona.
💥 Protestas en el consulado chino de Barcelona.
— Relevo (@relevo) February 4, 2024
El edificio ha amanecido con una pancarta que pide la destitución del presidente del Espanyol.
💬 "Chen vete a casa. Devuélvenos el RCDE".
📸 @super_martinez pic.twitter.com/UnqDITYJnG
De Vicente Moreno o Diego Martínez a Rufete y Catoira, pasando por RdT
La primera decisión de Mao y Chen después de la marcha de Durán fue la de despedir a Vicente Moreno a falta de dos jornadas con el equipo ya salvado. Una situación poco decorosa con el técnico del ascenso y que había cumplido sus objetivos. Posteriormente, tras el despido también de Rufete como director deportivo, fue la de nombrar a Domingo Catoira, su mano derecha, para un cargo del que carecía de experiencia. Pese a la ilusión de la llegada de Diego Martínez, el proyecto que se vendió no fue el que se llevó a la práctica y el técnico fue cayendo en la desidia. La gestión esperpéntica del adiós de RdT fue otro de los sainetes de un curso que acabó con el Espanyol en Segunda después de confiar las últimas diez jornadas en Luis García, ídolo de la afición pero con un modelo de juego opuesto radicalmente al del técnico gallego, sin experiencia como técnico en la élite.
El Espanyol acabó bajando con el ruido arbitral de fondo, pero Luis García se erigió como el líder fuerte del proyecto... hasta que de nuevo Mao y Chen decidieron fichar a Fran Garagarza, un hombre que había liderado el ascenso del Eibar pero que ve el fútbol de una manera opuesta a la del asturiano. La falta de criterio acabó visualizándose a las tres semanas y saltando por los aires la primera de noviembre. Garagarza ejecutó a Luis García en un adiós sentimental, mientras que prometió el ascenso con la llegada de Ramis y una apuesta distinta de gestión y de juego.
Ramis, el último en estar en el alambre a la espera de reaccionar
Pero el último invento se tambaleó cuatro meses después. Ramis, que empezó con buen pie pero el equipo se fue vulgarizando, especialmente lejos de casa, cargó ante el Eldense contra los jugadores, el punto de inflexión de su trayectoria. En aquel momento lanzó contra una plantilla víctima de los vicios pasados, de la débil mentalidad y de las cicatrices de años y años sin orientación en el club. "En el Espanyol se vive muy bien", es un mantra que recorre el vestuario: por ciudad, salario y exigencia. Una indolencia que denunció Ramis y que ya había advertido, de puertas para adentro, otros.
El Espanyol es ahora mismo tercero a un punto del segundo. A efectos de la clasificación, la situación es corregible. Pero las sensaciones del equipo han sido pésimas con Ramis, peores que con Luis, y los fichajes efectuados por Garagarza lo han dejado en evidencia también: desde el lateral zurdo Ramon (ya en Brasil) hasta Keita Balde, sin golear. Todo se banaliza en un Espanyol que ya vio como en verano Braithwaite se rebeló para salir y Darder no quiso saber nada y abandonó la entidad, que Simo, su central prometedor, puso rumbo a Qatar o Luka Koleosho a la Premier. Y ahora el danés es el único clavo al que agarrarse.
La última decisión de un "desesperado" Garagarza ha sido la de confiar en Manolo González, técnico del filial que llegó al club por recomendación de su amigo Ander Garitano, exdirector deportivo del CD Ebro, club en el que estuvo el entrenador recientemente. Otro técnico sin experiencia, con toda la ilusión del mundo y el aval de haber vivido el fútbol más primario, como en su día David Gallego. La oportunidad de su vida es ya la última opción del Espanyol.
El club se descapitaliza, lleva tres años seguidos con pérdidas y nada funciona en el Espanyol de Chen y Mao, quienes ahora rezan para regresar a Primera y no tener que tomar decisiones drásticas mientras esa venta que siempre planea nunca se fragua. Es el compás de espera más importante en la historia del club porque el no ascenso perico supondría entrar en una espiral peligrosa, como la que lleva viviendo el Zaragoza, rival este domingo contra las cuerdas, o la que llevó al Deportivo a la Primera RFEF. Nombres que sobrevuelan entre la gente perica, siempre alerta, esa 'maravillosa minoría' que viajará en masa a la capital del Ebro y que ve como su club se autodestruye dirigido con un mando a distancia a 10.000 kilómetros. Aunque siempre aparezcan milagros como el de Eibar o la añorada época del gol de Coro.