Llevo unas semanas escuchando que la Segunda División española es la 'mejor' Liga de Europa. La más igualada, la más competitiva y la más emocionante. Por arriba y por abajo. Solo hace falta echar un vistazo a la clasificación para entender la montaña rusa en que se ha convertido esta categoría.
"¡Cómo mola, eh!", me dicen los compañeros del trabajo al ver los resultados, preocupados ahora por el liderato que ha perdido mi Leganés. "Sí, mola mucho si no es tu equipo el que se la está jugando", apuntilla un servidor, rechinando los dientes y deseando que termine este 'sinvivir'. Efectivamente, la Liga Hypermotion es un parque de atracciones para el espectador neutral, pero no para el que tiene la olla metida en el fuego.
Desde la temporada 2010-11, fecha de implantación del playoff de ascenso, hasta seis equipos se ven con el derecho de comer un trozo de la tarta. Y también el séptimo, el octavo... hasta el undécimo este año, que es el Levante ahora mismo, tiene opciones de engancharse a ese último vagón del tren.
Un final de temporada que podría ser consecuente en los carruseles de radio del fin de semana. Es solo una sugerencia, pero es el momento de que mis colegas lo hagan al revés: narren íntegramente los partidos de Segunda y hagan conexiones puntuales con los de Primera. Total, las emociones se venden en pequeñas dosis por ahí arriba: el campeón ya está decidido y el descenso, casi, casi.
El guion dice muchas cosas a falta de tres capítulos para el final, pero no suele cumplirse. Hace unas semanas solo ganó un equipo de los 11 primeros; la jornada pasada, el Eldense (que tenía la peor racha después de nueve partidos sin ganar) venció en casa del Burgos (mejor local), que peleaba por acercarse a la sexta plaza. Es como si la lógica jugase a la inversa mientras acaricia un gatito.
En Pucela, recién tomado el liderato, siguen enfadados con su entrenador, situación que nadie entiende desde fuera. En Leganés quieren subir, aunque sea con la rueda pinchada, como Abraham Olanoen el Mundial de Colombia. En el Eibar, con el regusto amargo del año pasado, le rezan a la Virgen de Arrate para que Bautista no se pierda este bonito final.
En el Espanyol, exigido por su historia y con tres entrenadores en la mochila, debaten si Braithwaite podría comprar el club; y por detrás aparece la ilusión del Oviedo, donde confían en obrar el milagrín para que Cazorla juegue en la categoría que merece. También el Racing cotiza al alza, ávido de tiempos pasados; y el Sporting apura las opciones pese a que dé vértigo mirar su calendario.
Tampoco se olviden del Elche que, aun de capa caída tras dos derrotas, sigue a solo un partido de sacar el billete para la sexta plaza. La que todos quieren para el playoff, la que dice la historia que te lleva a Primera con más probabilidades. Es tiempo de cábalas, calculadoras... y también de manías, liturgias. Todo vale y todo cuenta a fin de sobrellevar esta dichosa Liga Hipertensión...
