RACING DE SANTANDER

José María Ceballos ya sufrió la fobia de Lucas Pérez: "Era como M.A. ('Equipo A'); me retiré sin valorar una oferta del Tenerife con la que debía volar cada 15 días"

El portero, leyenda de los 90' con más partidos en el Racing (460), no volvió a coger un avión tras dejar la élite ni lo hará: "Lo pasaba fatal una semana antes de jugar; las pastillas no hacían efecto".

José María Ceballos, exportero del Racing y actual coordinador de los guardametas en la cantera. /REALRACINGCLUB
José María Ceballos, exportero del Racing y actual coordinador de los guardametas en la cantera. REALRACINGCLUB
Alfredo Matilla

Alfredo Matilla

Lucas Pérez ha devuelto esta semana las fobias a primera plana tras su viaje a Eindhoven para fichar por el PSV. Pudiendo haber cogido un avión que le trasladase de España a Países Bajos en menos de tres horas, recorrió 1.700 kilómetros por carretera debido a su pánico a las alturas. Después de volar con normalidad en su primera etapa en Ucrania, Grecia, en la Premier o en el Depor, su miedo, que él mismo ha compartido públicamente, empezó a gestarse en su periplo en el Alavés pero fue en las filas del Elche, tras un viaje liguero al norte, cuando sufrió más de la cuenta, se plantó y se decidió a hacer la vuelta en coche.

Aunque el gallego pueda estar atormentado, esa dentera no es única ni nueva. En España, uno de cada tres habitantes sufren algún tipo de aerofobia según los últimos estudios, mientras que la Asociación de Transporte Aéreo Internacional (IATA) dan otro dato estremecedor: alrededor del 20% de los viajeros experimenta algún grado de miedo. El deporte en general, y el fútbol en particular, no escapa de esta realidad. Casos como el de Lucas Pérez siempre ha habido en nuestros campeonatos. De hecho, hasta hace poco Uzuni, exdelantero del Granada, se recorría el país con un chófer con tal de evitar los aeropuertos. Ahora, en la MLS, no lo estará pasando del todo bien.

Hay cientos de casos. Algunos muy curiosos. Paolo Guerrero lo vivió en el Corinthians y el Hamburgo, donde llegó a bajarse de la aeronave en muchas ocasiones justo antes de despegar. El peruano Pedrito Ruiz, ídolo de Unión Huaral, tuvo que tirar de fármacos para superar el trance en los años setenta y ochenta: sólo viajaba sedado con Diazepán. Y peor fue lo Raúl Gutiérrez, del Blooming de Bolivia, que se retiró harto de pelear contra sus temores cada fin de semana.

Más conocidos por el gran público son los temblores de Iván Helguera, que cuando jugaba en el Real Madrid tenía que viajar en la cabina del piloto para no desmayarse. O el talentoso Dennis Bergkamp: el fino delantero del Ajax, Inter o Arsenal lo pasó tan mal rumbo al Mundial 94 de Estados Unidos que, a partir de entonces, ya incluía una exigencia innegociable por contrato: sólo jugaba los partidos de casa y a domicilio sólo acudía a aquellos a los que se pudiera trasladar en cualquier medio de transporte sin alas. Se pasó su carrera yendo y viniendo en automóvil y hasta en barco, pero se perdió varios partidos de Champions y se negó a participar con Holanda en el Mundial de Corea y Japón de 2002.

En España, pocos lo pasaban peor que el mítico portero cántabro del Racing de Santander José María Ceballos (Pámanes, 1968). Una leyenda que hizo carrera en los 90', que mantiene el honor de ser el futbolista que más veces (460) ha lucido la camiseta del club en partidos oficiales y que ahora es el coordinador en la preparación de guardametas de la cantera que aún brota con fuerza en La Albericia, ciudad deportiva renombrada para homenajear a Nando Yosu. Su caso es más conocido entre su gente, pero su discreción ha ayudado a que no se sepa tanto lejos de la tierruca.Un runrún constante en su cabeza que, sin embargo, no le impidió ser un referente y desarrollar con aparente normalidad su profesión.

Ceballos ante Guti en un Real Madrid-Racing.  AGENCIAS
Ceballos ante Guti en un Real Madrid-Racing. AGENCIAS

Con pelos y señales

Cabellos atiende a Relevo desde Loredo, donde reside desde hace 30 años: "No me gustaba nada volar. Pero nada, nada. De hecho, desde que dejé el fútbol no lo he vuelto a hacerlo. Mi mujer ya sabe que conmigo no va a volar. Y a mis hijos les digo, 'como os vayáis mucho fuera, no voy a ir a veros'. Tuve varias experiencias malas. Y más cuando se pusieron de moda esas avionetas con hélices donde todo se mueve demasiado. Lo pasaba fatal. No sé si era miedo a tener un accidente, a la sensación esa de cuando pierdes altura... La verdad es que era miedo a todo", recuerda el excapitán.

Tal era su pánico, que las malas sensaciones empezaban una semana antes del viaje del Racing en cuestión. Y eso que sólo era en España puesto que el club no probó la Europa League hasta 2008 cuando él llevaba un lustro retirado. "Desde el lunes ya andaba revuelto y dos días antes del encuentro lo pasaba muy mal sólo con pensar que tenía que subirme a un avión... El de ida era peor. En el de vuelta, como ya sabía cómo había sido el primero, pues me afectaba menos. Aunque tampoco me hacía gracia. Pero el de ida lo pasaba realmente mal. Eso sí, durante el partido no pensaba en el vuelo posterior que me esperaba. Al menos jugaba tranquilo".

Poco a poco fue encontrando sus soluciones. Primero llegaron los habituales regates en este tipo de trastornos: "Muchísimos desplazamientos los hice por carretera pese a que el equipo iba en avión. E incluso en varios de vuelta, pese a que la ida la había hecho con el resto. Cogía un coche con Cali, el doctor Ceballos, y nos cruzábamos el país por carretera. Con tal de no volar...". Después probó con los avances de la ciencia para compensar que el calendario le tenía marcados restos en Tenerife, Las Palmas o Mallorca. "A veces tomaba una pastilla que me daban, pero no me hacía nada, ni me dormía. Si lograba hacerlo era después del viaje, en el viaje no me hacía nada. Así que luego decidí no tomar pastillas ni nada". Ya con los dos pies en tierra y sin obligaciones, tira de humor: "Me sentía totalmente identificado con M.A. Barracus, aquel personaje del 'Equipo A'. No tenía manías ni rutinas cuando volaba. Ni me sentaba en un sitio fijo. Me ponía donde me tocaba porque, en el fondo, nadie me daba seguridad".

Ceballos, junto a Setién y Munitis.  AGENCIAS
Ceballos, junto a Setién y Munitis. AGENCIAS

La fobia llegó a tener tanta presencia que, de alguna manera, varió alguna toma de decisiones de calado. Sin ese miedo, su futuro igual hubiera sido diferente: "Llegué a tener una buena oferta del Tenerife y ni la valoré. Fue cuando acabé mi etapa en el Racing en 2003. Directamente es que ni escuché la oferta para ir a Segunda. Entonces tuve otra más del Terrassa, que estaba en Segunda, y una tercera que no me acuerdo de dónde era. Pero preferí dejarlo. Me retiré sin escuchar esa propuesta del Tenerife, y eso que era muy buena. No quise escuchar. Pensaba, '¡pero cómo voy a estar volando cada 15 días!'. Seguramente aquello me empujó a tomar la decisión, no sé. No me lo planteé. Tampoco acepté las otras dos ofertas y ahí no estaba ese componente del avión cada dos semanas…".

Aquella huella del avión en la cabeza era casi tan dañina como la del carbono en el medio ambiente, pero Ceballos no acudió a terapia. "Nunca fui al psicólogo para hacer terapia con esto. Ahora, con los psicólogos que están en todos los clubes hubiera sido una buena cuestión a afrontar. Podía ir ahora, que tengo más tiempo, pero bueno, como tampoco tengo necesidad de volar, pues tampoco lo hago ya. Y eso que le doy muchísima importancia al aspecto mental. También dentro del fútbol. El camino nos lo ha dado Rafa Nadal en ese aspecto. En la mentalidad, en ser fuerte mentalmente. Él nos ha hecho ver que otra de las cualidades que tiene que tener un deportista es ser mentalmente fuerte".

Hay casos para la esperanza

Lo bueno es que de (casi) todo se sale. Y con fobias de este tipo hay ejemplos sanadores. El argentino y nacionalizado chileno Claudio Borghi vivió situaciones dantescas, como Ceballos y Lucas Pérez, cuando pasó del verde (campeón del mundo junto a Maradona) a los banquillos. Todo arrancó el 28 de septiembre de 2006, el día de su 42 cumpleaños. Mariana, la mujer del Bichi como se le conoce coloquialmente, le organizó una fiesta por todo lo alto. Así que se preveían risas de las buenas y abrazos de los necesarios. Hasta que el técnico comenzó a torcer el gesto al recordar que esa jornada cumplía la misma edad que su padre cuando murió de un infarto y él tenía 10 años... El pobre colapsó. Hizo asociaciones mentales de manera incontrolable y pensó que le sucedería lo mismo, debido a esa catarata de pensamientos irracionales que dispara la ansiedad. La paranoia se acentuó a los pocos días, ya que su hijo tuvo que someterse a unas pruebas cardiológicas que no salieron del todo bien. Y con ese runrún de que fuera algo hereditario, comenzó a tener unos miedos que hasta entonces desconocía.

Ese viernes Borghi tenía programado un viaje con el Colo Colo para medirse al Huachipato. Y todo se precipitó: sufrió un ataque de pánico, así que cuando el avión ya se desplazaba por la pista para coger velocidad de crucero ordenó que parasen las máquinas al grito de "me muero". La tripulación, asustada, intentó convencerle para que se calmara pero, al no atisbar solución, accedió a su petición de bajarse. El médico del equipo, Miroslav Tadic, le prescribió reposo en casa, adonde llegó sin poder parar de llorar por la vergüenza, y medicación. Tres días después había Copa Sudamericana en Costa Rica y se ausentó. Pero lejos de meterse en la cueva y huir, tan habitual en estos casos, Borghi se enfrentó al miedo.

El entrenador, que ha dirigido en Quito hasta hace una década, se puso en manos de un psicólogo, que fue tajante con su caso: "Usted no tiene miedo al avión; tiene miedo a la muerte". Desde entonces, y tras pasar por cursos de ayuda y simulacros —como le han ofrecido recientemente a Lucas en Riazor— o echar mano de un trago de vodka o de ron para rebajar la tensión previa, volvió a surcar los aires. Superó el trance de tal manera que, según las crónicas, llegó a quedarse dormido en más de un viaje de Boca Juniors e incluso auxilió a un pasajero que lo estaba pasando fatal en pleno vuelo camino de Perú.

De Ceballos tendremos que conformarnos con seguir viendo en Youtube los vuelos que hacía de palo a palo. Que no fueron pocos ni sencillos. Dejar la portería a cero en 148 encuentros (23%) no lo hace cualquiera.