EIBAR 0 - OVIEDO 2

El Oviedo asalta Ipurua para seguir soñando con el ascenso

Los asturianos superaron al Eibar, que vuelve a caer por tercer año consecutivo en la primera ronda del play-off.

Patxo De la Rica

Patxo De la Rica

El fútbol es así. Impredecible. Imposible de entender por momentos. Y volvió a quedar demostrado en Ipurua, donde el Eibar llegaba como gran favorito al partido decisivo de la primera ronda del play-off de ascenso a Primera División, pero el corazón y la ilusión de toda la gente del Oviedo fueron suficientes para dar la primera gran sorpresa al imponerse por 0-2. Lo que está consiguiendo este grupo, liderado por Luis Carrión, tiene un enorme mérito después de muchos años de penurias y pesadillas. El cabezazo de Alemao, mediado el segundo tiempo, es ya historia moderna del conjunto asturiano.

Hoy, los oviedistas vuelven a soñar con volver a la élite y ya solo le separa una eliminatoria para la que llevan preparándose desde el año 2001 cuando cayeron a Segunda. Si lo conseguido por los carbayones es emocionante y su ilusión contagia, es difícil no empatizar con lo que está sufriendo estas últimas temporadas el Eibar. Son ya tres temporadas consecutivas quedándose a las puertas del ascenso directo y, peor aún, cayendo a las primeras de cambio en los partidos eliminatorios.

Sucedió dos años con Gaizka Garitano y ha vuelto a revivirse el drama con Joseba Etxeberria y su fútbol propositivo, que no fue suficiente para superar a un Oviedo que esperó su momento y golpeó en una de las pocas que tuvieron. Pisaron ascenso durante la temporada regular y llegaron a la última jornada con opciones matemáticas, pero por tercer curso seguido acabaron en tercera posición. Eran los grandes favoritos, más aún ante un Oviedo al que ganaron hace solo diez días y que entró de carambola al play-off, pero han sido incapaces de anotar un gol en esta eliminatoria y han pagado carísimo su último error. Así son los play-offs, tan emocionante como crueles.

Gran ambiete y demasiados nervios

La noche se presentaba emocionante. El ambiente en las calles de Eibar en la previa demostraban la importancia del choque. No solo por la espectacular kalejira de los locales, envueltos en el humo de las bengalas, sino por la impresionante presencia de aficionados asturianos. Invadieron el pueblo y parte de la grada de Ipurua, disfrutando de su primera oportunidad de ascenso desde que perdieran la categoría, sufriesen en el fútbol de bronce e incluso su club estuviese al borde de la desaparición.

Todas estas emociones se concentraron en la previa y también durante el choque. No solo en las gradas. Los jugadores se contagiaron de la importancia de cada balón y cada duelo. Quizá incluso demasiado, impidiendo ver un juego fluido más allá de alguna jugada bien trenzada por un Eibar que sabe jugar muy bien al fútbol. Matheus mandaba desde el centro del campo, Peru Nolaskoain se erigía como líder con su presencia física y Aketxe ponía la calidad en tres cuartos de campo. De sus botas salió el mejor fútbol de la primera hora de juego, con las apariciones de Stoickhov, que pudo adelantaer a los suyos pero Leo Román hizo la primera de sus grandes intervenciones.

La segunda fue una de las paradas de la temporada. Y más aún tras el jugadón coral de los armeros. Sin embargo, el joven portero sacó una mano salvadora pegada al palo para evitar el tanto de Corpas. Era un primer aviso de que el Oviedo iba a resistir y de que el Eibar tenía que hilar muy fino para conseguir superar su gafe de los play-off.

El primer tiempo se esfumó sin mucho más fútbol, más allá de algún centro lateral de los visitantes que hacían presagiar que su segundo tiempo podía conllevar cierto peligro. Así saltaron tras el paso por vestuarios, convencidos de que tendrían una. Y esta llegó a los 59 minutos, tras un centro lateral de Bretones que Alemao remató picado a las redes. Nada pudo hacer Zidane, que hasta entonces no había tenido nada de trabajo. Enloqueció la grada visitante y parte de la tribuna de prensa. El ascenso estaba más cerca.

Más aún cuando veinte minutos después y con un Eibar volcado, Borja Bastón, otra vez Borja Bastón, se inventó una jugada para asistir a Moyano y cerrar la eliminatoria. La celebración de su gente demuestra lo que ha sufrido este club. Al igual que el silencio que se apoderó de Ipurua. Minutos durísimos, los últimos, con los únicos cánticos oviedistas y un público local rendido, dolido, tras un tercer intento fallido. Así es el fútbol. Así son los play-off.