ASCENSO A PRIMERA | OVIEDO 0 - EIBAR 0

Un estelar Luca Zidane deja la eliminatoria abierta para Ipurúa

El portero del Eibar hizo un paradón en los útlimos minutos que permitió a su equipo seguir con vida.

Acción de juego en el Oviedo 0-0 Eibar. /EFE
Acción de juego en el Oviedo 0-0 Eibar. EFE
Marc Mosull

Marc Mosull

Oviedo.- Tras el apoteósico recibimiento de la afición del Real Oviedo fuera del estadio y también dentro, con un tifo de grandes dimensiones inspirado en Dragon Ball y con la leyenda "Guardianes del Tesoro y del lugar" todo hacía presagiar que sería una tarde de emociones fuertes. Lo sintió así también Cazorla, que cuando sonó el himno -interpretado por un gaitero- y miles de cartulinas de color azul y blanco se levantaron para formar un mosaico en la grada del estadio carbayón, se mordió la cremallera y suspiró emocionado al ver el Carlos Tartiere, lleno hasta la bandera, en plena ebullición. En verano volvió a su casa para hacer el último servicio al club de su vida, y está a cuatro partidos de lograrlo. Pero de emociones fuertes, al menos en la ida, bien pocas.

Un rato antes, Santi Cazorla estaba en el autocar del equipo alentando a las masas que fueron a recibirle en la plaza Pedro Miñor. Y mira que el mago de Lugo de Llanera ni tan siquiera estaba convocado porque sufre una lesión en su sóleo izquierdo. En principio, debería tener minutos en Eibar. Y lo necesitará su Oviedo porque hoy ha echado en falta la inspiración del excentrocampista del Arsenal, así como su capacidad para ejecutar las acciones a balón parado, uno de los principales peligros de los de Carrión.

"Los primeros 15 minutos son claves", se escuchaba en los aledaños del estadio cuando los más rezagados apuraban su última cerveza. Pues, no salió el Oviedo con ese empuje que se le presuponía en el comienzo de la primera eliminatoria de los playoffs de ascenso a Primera. En buena medida gracias a un Eibar ordenado, que no quería que el de hoy se pareciera en nada al duelo entre ambos de hace una semana (4-3), y que estuvo más pendiente de salir al contragolpe que de proponer. Teniendo a Mario Soriano en tres cuartos es mucho más fácil acelerar cuando es necesario. Al fin y al cabo, el 0-0 es un gran resultado para los armeros, teniendo en cuenta que en caso de que la eliminatoria termine en empate, subirían ellos.

Más intensidad que fútbol

Y la primera con peligro fue para un Stoickhov, asistido por Corpas, que finalizó contra el lateral de la red para alivio de los más de 28.000 ovetenses que estuvieron hoy en el Tartiere. Respondió el Eibar, al filo del descanso, con un cabezazo de Alemao tras una prolongación procedente de un saque de banda, que hizo lucirse a Luca Zidane.

Entre medias; mucha intensidad, imprecisiones por parte de ambos y tensión desmedida en las gradas en un primer acto con más nervios que fútbol. No disfrutó de un buen espectáculo Jesús Martínez, presidente del Grupo Pachuca, que vino de México con motivo del Oviedo-Eibar y fue enfocado varias veces por la televisión.

Tras el descanso, más "uyyys" que ocasiones reales de gol. De lo poco destacable, un disparo de Mario Soriano, el mejor de los suyos, tras una acción de estrategia que un semifallo del propio mediapunta de Alcalá de Henares le habilitó. Leo Roman lo despejó sin demasiados apuros. El chut de Alemao, desviado a córner por la defensa armera, todavía fue menos peligrosa. Solo un cabezazo de Paulino en el 90' que mandó a córner Zidane pudo decantar la balanza, lo cual supone un bagaje muy pobre en el global del duelo.

El miedo guardó la viña en el Tartiere, pues Oviedo y Eibar prefirieron firmar una tregua que arrancar las hostilidades en el primer partido de la eliminatoria de ascenso, conscientes que un paso en falso, a estas alturas, puede echar al traste el trabajo de 42 jornadas. Y, precisamente, ni unos ni otros son sospechosos de amarrar. De hecho, en sus dos anteriores enfrentamientos, en la competición local, se marcaron diez goles. Diez más que hoy.

"¡Qué jodido es el playoff!", maldecía en tribuna alta, protegido de la lluvia que cayó durante toda la tarde, uno de los más veteranos de los casi 30.000 espectadores que hoy acudieron al Tartiere; su frase, de frustración, bien sirve para describir lo que fue el primer duelo de la promoción. Y es que toda la rasmia y valentía que le sobró al público, ofuscado con el árbitro desde el comienzo del choque, es la que le faltó a armeros y carbayones, que prefieren solucionar el asunto el miércoles en Ipurúa. Y ahí, el Eibar tiene las de ganar. Pero si está Cazorla, ya será otra película.