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Pablo Íñiguez, renovado con el Villarreal B a los casi 30 años: "Las hienas de Twitter son mi gasolina"

El central, que seguirá una temporada más en el filial, charla con Relevo en Ibiza: "Me han llamado fracasado, pero yo estoy superfeliz".

Pablo Íñiguez, en el momento de la firma de su renovación con el Villarreal B. /INSTAGRAM: @pabloidh
Pablo Íñiguez, en el momento de la firma de su renovación con el Villarreal B. INSTAGRAM: @pabloidh
Manuel Amor
Rodra P

Manuel Amor y Rodra P

Ibiza.- Pablo Íñiguez (Valencia, 1994) es uno de los centrales más contrastados de Segunda y un caso atípico en el fútbol español: la semana pasada, con 29 años, renovó su contrato hasta 2024 con el filial del Villarreal. El anuncio del club en redes sociales se llenó de comentarios negativos por su edad, por su apuesta por seguir en el 'B' rozando la treintena y por el modelo del Submarino, el único equipo con dos conjuntos en el fútbol profesional y que valora el perfil de jugador veterano para su filial. Íñiguez, activo en Twitter, no es ajeno a nada y se sincera en conversación con Relevo.

"Madre mía, las que me cayeron… Estuvieron dos o tres días sin parar de rajarme. Yo no les tengo que explicar nada. Mucha gente, directamente, no me conoce y sólo ve que un chico de 29 años va a seguir en el 'B'. ¿Que es algo raro? Sí, lo es, pero creo que mi rol es importante. Hay muchos chicos de 18, 19 o 20 sin experiencia, algunos llegan de otros países a un club nuevo… Les vengo bien y mi papel nos ha funcionado", se arranca a desmenuzar en el hotel Destino Pachá, otro de los lugares de culto para los futbolistas que pasan sus vacaciones en la isla. Mientras compañeros como Ontiveros o Sergio Lozano disfrutan en la piscina, él se sienta en la mesa y se abre en canal.

"No os voy a mentir: cuando me rajan, sufro. A nadie le gusta que le digan que es malo, que le llamen abuelo, que qué hago con casi 30 años en un filial… No hace gracia que te insulten, pero hay que reírse un poco de uno mismo. Es muy importante tener un poco de humor en ese sentido y relativizar. ¿Quién me lo está diciendo? ¿Un niño de 14 años en su casa? ¿Un tío que no ha jugado nunca al fútbol? ¿Alguien de Valencia al que le caigo mal? No lo sabemos. Muchas veces son avatares que no tienen nombre", desliza.

"Yo les llamo las hienas de Twitter. Ven un comentario, les hace gracia, meten caña, mencionan a otros, empiezan a retuitearse… Se lo pasan bien, pero en el fondo su vida es triste. Por desgracia, Twitter es cada vez más tóxico. Es tremendo. Y yo no soy nadie. No sé cómo aguantarán Piqué y esta gente. Supongo que se la repampinfla y hacen bien. Es una pérdida de energía total".

Pablo Íñiguez, junto a su representante Carlos Abad.  INSTAGRAM: @pabloidh
Pablo Íñiguez, junto a su representante Carlos Abad. INSTAGRAM: @pabloidh

El defensa, que ahora se recupera de una lesión que le impidió terminar la campaña con el grupo, es un pilar sobre el campo y en el vestuario. "A falta de ver si sigue Gianni Cassaro, el año que viene seré el más mayor. Me va bien. Siempre digo que me divierto con los chicos. Me hacen sentir como un juvenil y yo les doy la otra parte: cuando toca pegar alguna bronca, cuando el entreno no está yendo bien y hay que dar un toque de atención… Tampoco soy un iluso y sé que probablemente este sea mi 'last dance' con el Villarreal", cuenta. El propio Gianni (31), Migue Leal (26) u Ontiveros (25) han aportado la experiencia necesaria para conseguir la permanencia esta temporada.

"Eso es importante. Si no, fíjate en la la Real B del año pasado. ¿Tenían talento? Un huevo, pero pierdes partidos por lo otro y desciendes", enfatiza. "Entiendo que haya mucha gente que no lo vea, pero me parece necesario que haya dos o tres futbolistas más mayores en un filial. Los partidos y los años que tengo se notan en el campo. No es ningún mérito especial, pero directamente es imposible que un chaval de 21 años los tenga. Yo estoy para eso: para ayudarles y para pasármelo bomba. Estamos muy contentos por el curso que hemos hecho".

Sus inicios en la élite y la preparación mental

La carrera de Pablo ha dado muchas vueltas hasta regresar al filial en 2022. Fue, en sus inicios, uno de los proyectos más prometedores del Villarreal e internacional con todas las categorías inferiores de la Selección hasta la Sub-21, en la que compartió generación con Kepa, Gayà, Saúl o Deulofeu. Con el primer equipo groguet no logró asentarse (sólo tres partidos en Primera) y encadenó pasos por Girona, Rayo Vallecano, Reus, Hércules y Atlético Levante para volver al 'Minisubmarino' con 27. Muchos esperaban una carrera más prolífica y continuada en la élite, pero tiene claro por qué no consiguió alargar su estadía en Primera.

El saludo de Pablo Íñiguez desde Ibiza. RELEVO / MANU AMOR

"No estaba preparado mentalmente. No lo había trabajado. Hasta los 25 no empecé a usar el psicólogo deportivo y eso me cambió. Si con 18 o 19 hubiera utilizado esa figura, el mejor Pablo podría haber salido antes. Pero llegó cuando llegó, cuando me di cuenta", asevera. Lluís Planagumà, su entrenador en el Hércules y antes en Vila-real, fue quien le cambió la vida. "Me dijo: 'Pablo, creo que debes usar esto. Tienes las condiciones para jugar más arriba, pero te está limitando la cabeza'. Hubo un antes y un después. Fue como hacer magia. He seguido utilizándolo siempre".

Su otro gran maestro ha estado en casa: su padre, Roberto Íñiguez, es uno de los entrenadores de baloncesto femenino más reputados de España. "Ahora dirige al Çukurova, en Turquía, pero ha ganado Euroligas y ha hecho nueve de las últimas 11 Final Four. Me ha ayudado, sobre todo en los momentos malos. Siempre me dice que se alegró de que jugase a fútbol y no a basket, porque si no hubiera sido muy pesado (risas). De fútbol no tiene ni idea, pero sí de alto rendimiento y de temas de actitud. Nos llevamos muy bien. Es como uno de mis mejores amigos".

Ahora, con la pretemporada ya en el horizonte, Íñiguez sólo quiere disfrutar... y levanta la mano para pronunciar un último deseo: "A esas hienas sólo les pido que nunca paren. Son mi gasolina. Es normal que en el momento te afecte, porque somos humanos, pero hay que intentar dejarlo pasar, relativizar y estar contento. El Villarreal es un sitio espectacular, tengo todos los medios para recuperarme perfectamente de la lesión, confío en mi míster, sé que vamos a hacer un buen equipo… Soy un afortunado. Donde otros ven que soy un fracasado, yo me siento muy feliz".