ALBACETE BALOMPIÉ

Rubén Albés, el técnico de moda en Segunda: "Trabajé de comercial tras sufrir impagos en Marruecos"

Recién ascendido y con el segundo presupuesto más bajo de la categoría, el gallego tiene a su equipo en Playoff.

Rubén Albés, entrenador del Albacete /Albacete Balompié
Rubén Albés, entrenador del Albacete Albacete Balompié
Sergio Sánchez

Sergio Sánchez

"Mi equipo es valiente, atrevido, tiene desparpajo, a veces esa inconsciencia de no respetar lo establecido", así define Rubén Albés (Vigo, 37 años) la personalidad de su Albacete Balompié. "¿Por qué no puedo ir a este campo y jugar igual que lo hago en casa, o por qué si voy ganando no voy a ir a por el segundo, apartándome de lo políticamente correcto?", continúa hasta concluir resumiendo esa actitud en una sola palabra: "Es el reflejo de ese tipo canalleta. Me gusta transmitírselo a mis futbolistas porque pueden hacerlo y porque hay algunos canalletas de serie en la plantilla".

Amable y pausado, transmite con pasión el conocimiento que aporta más el poso de la experiencia que de los años: "Lo principal es darte cuenta de que eras mal futbolista, así lo dejas pronto y te puedes empezar a sentar en los banquillos". A los 19 años ya entrenaba en el fútbol base del Pontevedra mientras era jugador. Todavía no había dado el paso definitivo, "porque dejar el fútbol, independientemente de estar jugando en Tercera, es una decisión que hay que tomar: dejar una profesión que amas".

Una vez dio el salto, Albés llegó a ser el técnico más joven en categoría nacional con solo 25 años. Comenzó un duro proceso. "Necesitas el atrevimiento para salir de tu casa. Llega una experiencia, otra, y te vas dando golpes: sacas pecho y te lo meten para dentro", recalca antes de continuar relatando el tortuoso camino. "Te piensas que eres el mejor y después que eres muy malo, así te vas desarrollando, pasándolo mal fuera de tu casa, lejos, con salarios bajos para pelear por el sueño de ser entrenador profesional". Aquí hace un apunte imprescindible para progresar: "Necesitas rodearte de los mejores e incorporarlos a tu staff, te harán mejor".

"Me pasaba cinco horas viendo un partido con Benito Floro"

Rubén Albés Entrenador del Albacete

Su precoz aventura le llevó a entrenar a los equipos benjamín y alevín "J" del Valencia. Allí conoció a Benito Floro, con el que Rubén ha llegado a pasarse "cinco horas viendo un partido", apostilla. "Yo decía, ¿pero no lo hemos visto ya, por qué hay que verlo otra vez? Y él me contestaba, 'porque aquí hay esto y esto otro'. No parábamos de hacer cuadrillas, no había tanto ordenador y apuntábamos 'saque de meta, qué pasa', 'recuperación, qué pasa', 'pérdida, qué pasa', 'pero pérdida, ¿en la derecha o en la izquierda?, qué pasa'. Mostraba esa profundidad a la hora de analizar el juego".

Aprendió del técnico valenciano a observar, gestionar los entornos y profundizar hasta el detalle en el análisis del juego. Junto a él, se marchó de segundo entrenador al Wydad de Casablanca marroquí, donde vivió las dos caras del fútbol. "Me pensaba que era el Rey de Marruecos", rememora, "era muy joven, iba al mejor equipo del país, con un entrenador top". Sin embargo, esa visión idealista se derrumbó: "Hubo unos impagos importantes y me volví diciendo, 'bah, seguramente encontraremos equipo a los dos días'".

"No me gusta la sociedad que sólo te valora por lo que tienes"

Rubén Albés Entrenador del Albacete

No fue así. El jovencísimo técnico gallego se enfrentó a tener que buscar una fuente de ingresos. "Pasaba un mes tras otro y no me llamaban. Tenía a mis padres que me podían ayudar, pero yo sentía que hubiera sido un fracaso volver a casa, llamar a mis padres para pedirles después de tres o cuatro años fuera de casa, tener que volver a dónde empecé. Al final, uno también tiene su orgullo y en ese sentido soy orgulloso."

Entonces, la necesidad se convirtió en virtud: "Busqué una alternativa y es una de las grandes experiencias de mi vida: trabajar como comercial. Estuve en una compañía de teléfonos durante tres meses. Es un trabajo dificilísimo que te permite desarrollar una sensibilidad con respecto a la persona que tienes enfrente, para entender qué necesita, qué le puedes dar, en este caso para venderle algo". Una experiencia que le permite concluir con un consejo: "Recomendaría a todos los hijos que trabajaran un determinado tiempo de comerciales, porque creo que es una experiencia muy chula. Le tengo un respeto brutal a una profesión muy difícil".

La charla del polígono industrial

De toda su trayectoria, también recuerda que incluso cuando se encuentra trabajo en lo que más te gusta, esa incertidumbre puede aparecer en cualquier momento. "Con mi segundo, Antonio Madrigal, firmamos en el Novelda y en la jornada cinco habíamos hecho cero victorias. Uno se preocupa y dice, 'si me va mal aquí, igual son dos pasos atrás en mi carrera, quizás no sirvo tanto para esto'. Perdimos y recuerdo que paramos en un polígono industrial. Los dos nos sentamos a hablar. Yo le decía 'creo que me tenía que haber dedicado a otra cosa'. Nos fuimos a su casa, nos bebimos una botella de vino y nos relajamos". Tocaba ver la situación con perspectiva, un mínimo parón para seguir adelante con más fuerza: "Al día siguiente vimos un poco la luz, encontramos la manera de hacer las cosas y completamos un año muy bonito".

Pasó entre otros equipos por los filiales de Valladolid o Celta, también llegó a ser segundo entrenador en el primer conjunto pucelano, dirigió en Rumanía y siguió peleando por sus sueños. Fueron algunas de sus escuadras hasta que volvió a España fichado por el Lugo: "Si te escupe la rueda por resultados o rendimiento, es muy difícil volver a entrar".

En el conjunto del Anxo Carro firmó un gran trabajo convirtiéndose en un entrenador al que, según él mismo, se puede calificar como "plástico". Concepto que explica así: "Si veíamos el Lugo de la primera salvación era un equipo extremadamente defensivo, que vivía del contraataque y el balón parado. El año pasado fuimos un mix, éramos valientes, pero por nuestra manera de atacar teníamos más fase defensiva que ofensiva. Este año en el Alba, por los futbolistas que tenemos, somos un equipo más ofensivo, pretende atacar mucho más tiempo. Pero incluso a lo largo de la temporada, hemos tenido partidos en los que nos hemos adaptado a otra situación". La prioridad la tiene clara: "Busco que mis futbolistas sean felices jugando al fútbol".

"La afición apoya a los futbolistas en cada situación y eso me alegra. Se trata de dar amor y recibir amor"

Rubén Albés Entrenador del Albacete

La ilusión vuelve a instaurarse en La Mancha

Recién ascendido y con el segundo presupuesto más bajo de la categoría, el Alba está en Playoff y es el equipo más goleador. En su último encuentro, ha roto la racha de once partidos sin perder del Leganés. "Muchos futbolistas estaban la pasada temporada en Primera RFEF, pero cuando llegué y fui entrenando, vi que tenía jugadores de mucho más nivel de lo que en principio podías pensar por la categoría en que militaban. El club quiere hacer las cosas bien y fuimos capaces de incorporar a otros que buscan reivindicarse. Se ha conformado un buen equipo. Nos sorprendemos a nosotros, creo que sorprende a la afición, los rivales nos respetan y hasta ahora las cosas han salido, probablemente de una manera no imaginada al principio".

El fantástico primer tramo y el gran inicio del segundo, ilusionan, pero siempre desde la prudencia: "Yo creo que la primera vuelta ha sido extraordinaria. No sé si seremos capaces de hacer una segunda tan buena, pero estoy convencido de que el objetivo principal que se marcó el club, la salvación, lo vamos a conseguir".

Su fútbol y su personalidad han conectado con la llanura manchega: "Creo que me quieren demasiado, es la sensación. No hecho tantos méritos. Trato de ser auténtico, como yo soy. Me ha generado ese vínculo de estar en deuda con ellos por todo el cariño que me están dando a mí, y la plantilla piensa lo mismo. Apoyan a los futbolistas en cada situación y eso me pone contento: dar amor y recibir amor". Sin duda, un buen trato.

El futuro

Albés acaba de renovar por dos años, considera el trato humano primordial y reside en el centro de la ciudad, por la que prefiere desplazarse andando para estar en contacto con la gente. Este apunte no es una descripción más, sino que esconde una filosofía de vida: "Hemos entrado en una sociedad donde el valor de las personas va mucho en relación a lo material. Pues yo aquí no tengo coche porque no lo necesito. Parece que si te ven bajar de un buen coche, eres muy bueno o muestras algo más allá de lo que eres como persona. Estoy en contra de eso, lo cual no quiere decir que no me pegue mis caprichos, pero desde el punto de vista de que me gusten o realmente me hagan sentir bien".

Entrenador viajero, ahora disfruta de la estabilidad en el Carlos Belmonte. "Yo soy un amante del cambio. Creo que el cambio te mejora", asegura, para a continuación argumentar su renovación: "Es cierto que cuando llegas a un sitio donde te sientes valorado por la gente, en sintonía con la ambición del proyecto y los gestores del club y crees que tienes buenos jugadores, es un buen momento para el crecimiento mutuo".

Han pasado casi veinte años desde que Rubén Albés comenzó a entrenar. Un proceso de evolución constante: "He cambiado muchísimo, desde un punto de vista táctico, estratégico, de gestión del vestuario…, me he hecho más humilde. Muchas veces cuando eres joven y recibes el primer éxito y dicen 'el entrenador más joven de...', no estás preparado para eso. Sientes que el único que tiene la razón eres tú. Yo creo que el tiempo me ha hecho ir a la inversa: ser más humilde, escuchar más, ser más reflexivo, menos dogmático... Antes pensaba que solo había un juego y el resto no era válido, era mi manera de entenderlo. También comprendo más al futbolista: le doy más valor a lo bueno que tiene, que a lo malo. En definitiva, creo que soy bastante diferente a cuando comencé y espero seguir cambiando". Una evolución que ha servido para que la ilusión regrese a La Mancha.