Rubén Castro se despide del fútbol con un hueco en su corazón para Pepe Mel y Jorge Molina
El máximo goleador en la historia del Betis se retira después de más de 20 temporadas en el fútbol profesional.

Rubén Castro, el mítico delantero canario que creció con el equipo de su ciudad, UD Las Palmas, para luego convertirse en leyenda en el Real Betis y del fútbol español deja el fútbol después de 312 goles y 744 partidos.
Quién le iba a decir a ese niño que debutó en 2001 con 19 años en primera división que iba a retirarse 23 años después con más de 300 goles y casi 750 partidos en el fútbol de élite. Creció en Las Palmas, donde debutó, pero formó parte de muchos más equipos: Deportivo de la Coruña, Real Betis, Albacete, Racing, Gimnàstic, Huesca, Rayo Vallecano, Guizhou Hengfeng Zhicheng, Cartagena y Málaga. Esta larga trayectoria le valió para convertirse en el máximo anotador español, uniendo Primera y Segunda división.
Fue en el conjunto verdiblanco donde gozó de su mejor etapa. En su primera temporada logró ascender al equipo gracias a sus 27 tantos y fue el 6 de diciembre de 2014 cuando pasó a los libros de la historia al superar a Manuel Domínguez y sus 94 goles, convirtiéndose así en el máximo anotador de la historia del club. Acabó con 147 repartidos en 290 partidos y varias etapas.
Ha anunciado su retirada con una carta en redes sociales en la que repasa su agradecimiento a todos los clubes por los que ha pasado, pero especialmente a dos: Betis y Las Palmas. Además de clubes, destaca a dos personas que han marcado su trayectoria: un entrenador, Pepe Mel, y su mejor compañero de ataque, Jorge Molina.

Carta de Rubén Castro:
Mi despedida del fútbol
Me ha costado llegar a este momento. Qué digo. Todavía me cuesta verme alejado de la pelota. No soy capaz de hacerme a la idea de que esto se ha terminado. Quizá por eso he tardado tantos meses en anunciaros que mi etapa como futbolista en activo toca a su final. Lo hago porque me considero un afortunado. Aquel muchacho que se divertía en el Club
Artesano, el modesto equipo de Las Palmas donde empecé, ha superado todas las barreras que ni siquiera hoy soy capaz de imaginar: disputar como delantero casi 800 partidos oficiales y celebrar como propios más de 300 goles. Con todo esto en la mochila del fútbol y de la vida, considero que es el momento de dejar descansar al balón.
Me despido con cariño, respeto y admiración, especialmente a dos clubes y a dos personas que han marcado mi carrera. He defendido los colores de once equipos durante más de veinte años como profesional, del norte al sur de la península y hasta una aventura en China. De todos guardo su estima porque de todos recojo maravillosas vivencias que nunca me abandonarán allí donde esté. Pero tengo que ser honesto con todos: dos clubes son especiales, dos clubes los he sentido como propios. Sí, la UD Las Palmas y el Real Betis Balompié me hacen sentirme un privilegiado. Pertenecer a la historia de ambos me congratula. Con ellos, me hice mejor, me superé como persona y como futbolista y sólo me queda expresar mi gratitud eterna a sus dos aficiones y a esos seguidores que me apoyaron en las buenas, y sin dejarme caer en las malas.
En esta despedida, mirar atrás me abruma. Agradezco la oportunidad que me concedieron técnicos, empleados y compañeros de esa lista interminable de equipos en los que desarrollé mi felicidad. Voy a nombrar a dos muy particulares
No significa que no me acuerde de muchos otros, pero singularmente la figura de Pepe Mel se encuentra grabada a fuego en mi trayectoria. Nadie me entendió mejor que él, como con nadie me entendi en el césped como con Jorge Molina.
Esos años en el Villamarín nunca tendrán fin en mi memoria.
Concluyo con el orgullo de pertenecer al mundo del fútbol, al que de alguna u otra manera seguiré vinculado, dónde si no.
Hasta aquí hemos llegado y desde aquí, con humildad, buscaré seguir amando a la pelota.