Viaje a la Caverna Mediática Sportinguista: "Manfredo siempre nos llamó los cachorros"
Los gijoneses Ricardo Rosety, Antón Meana, Edu Castelao, Juanma Castaño, Edu Pidal y Rodrigo Fáez hablan sobre la gran cantidad y relevancia de periodistas del Sporting en los grandes medios.

Cierta noche de agosto del año pasado, las circunstancias conspiraron y los cuatro programas radiofónicos en las emisoras nacionales de referencia los condujeron miembros de una ilustre hermandad: la que conforman un grupo de periodistas del Sporting y nacidos en Gijón; o de periodistas de Gijón nacidos en el Sporting. Aunque no todos, como después veremos. Los cuatro jinetes de tamaño apocalipsis rojiblanco en las ondas veraniegas fueron estos: el veterano Pedro Pablo Parrado en el micrófono de Goles, su emblemático programa en Radio Marca; Juanma Castaño, como acostumbra, al frente de El Partidazo de COPE; Antón Meana conducía aquella noche El Larguero de la Cadena SER; y Edu Pidal había asumido el primer plano en el Radioestadio Noche de Onda Cero.
Si existiera la radio en colores, como conjeturó Gila en aquel chiste en el que le daba brochazos al aire, esa noche las ondas hertzianas habrían danzado con cimbreo rojiblanco.
Parrado lleva desde principios de los años 80 largando al aire la liturgia nocturna de su Goles: un superclásico del "periodismo de etiqueta" que estos días ha despedido en la sintonía de Radio Marca, después de 40 años en parrillas como la COPE, Cadena Rato o es.Radio. Junto a la saga de los Rosety (Manolo y Gaspar), Pipi Estrada, el propio José María García, madrileño pero muy unido al Principado, Rafa Quirós o Mario Braña, ejerce como referente de una suerte de escuela o tradición periodística cuya última manifestación son un grupo amplio de profesionales en medios de primera línea: además de los ya mencionados al principio, Ricardo Rosety (Gol TV), Rodrigo Fáez (ESPN), Edu Castelao (El Mundo), Manu Martín (hasta el pasado septiembre en ESPN), Javier Giraldo (Sport) o Adrián Rodríguez Huber (Efe): "El más forofo de todos -apunta Antón Meana-. Adrián se cuadra las libranzas para ir a ver al Sporting". Y nos dejaremos alguno más, seguro.
¿Cuál es la razón para una presencia mediática tan relevante de periodistas gijoneses? ¿Cómo se explica una escuela tan prolífica en una comunidad sin facultad de periodismo propia? ¿Cuánto hay de tradición, escuela o imitación? ¿Son las fabes, la sidra, el cabrales, los milagros de la Santina, la espada de don Pelayo? ¿Es todo esto casual?
"En Asturias se oye mucha radio y hay como una tradición, con referentes cuya estela hemos seguido los demás", arranca Antón Meana. Encontrarle explicaciones convincentes no resulta sencillo: "Cada uno somos producto de circunstancias concretas en cada caso y cada medio", generaliza Edu Pidal. "No es que seamos más listos ni más trabajadores. Es que somos muy pesados, de verdad", bromea Edu Castelao, jefe de Deportes en El Mundo. Puede sonar a argumento sin base, pero que conste: a lo largo de esta serie de conversaciones con los habitantes de la Caverna, lo de que son muy pesados lo dicen varios de ellos. "Presumimos y mucho de ser de Gijón y del Sporting, aunque llevemos 20 años sin motivos para hacerlo", amplía Castelao. "Y nos hemos aferrado mucho a ese sentimiento de pertenencia".
"En Asturias no hay una facultad de periodismo y eso hace que mucha gente salgamos a estudiar: tus primeros trabajos los consigues fuera y ya te quedas"
Periodista en la Cadena SEREsta hipótesis la refuerza un factor socioeconómico de carácter transversal: la emigración como realidad común a muchos asturianos. "Somos gente muy acostumbrada a tener que irnos de allí", dice Edu Pidal, recogiendo el guante. Y Antón Meana le añade la perspectiva de la profesión: "En Asturias no hay una facultad de periodismo y eso hace que mucha gente salgamos a estudiar. Tus primeros trabajos los consigues fuera y ya te quedas".
Madrid, Salamanca, Bilbao, Navarra… han sido siempre las facultades de referencia para los aspirantes a periodistas en el Principado. "Además -aporta Rodrigo Fáez- la situación del trabajo en Asturias es complicada. Hay poco espacio en los medios y los puestos están ocupados, así que muchos llegamos a Madrid porque no nos queda otra", explica. Una vez allí, entra en juego un cierto espíritu y el instinto de supervivencia: "Llegas a un entorno en el que sabes que nadie te va a hacer un favor y quizás ahí sale nuestro gen luchador, asturiano. Vinimos con el cuchillo entre los dientes, como muchos emigrantes", considera.
Los cachorros de Manfredo
Y, sin embargo, toda esta historia comienza en pleno centro de Gijón. Antón Meana vivía en el número 1 de la calle Jovellanos. Un edificio de fachada y ventanales gris azulados que asoma a la playa de San Lorenzo. Esta desenfada violación del derecho a la protección de datos la justifica un detalle esencial: el inmueble de la familia Meana acoge también la sede de Ser Gijón. Y en la emisora trabaja desde 1992 Manfredo Álvarez, considerado el padrino de esta camada. "Manfredo siempre nos llamó los cachorros", revela Fáez, quien recuerda haberse presentado ante el veterano periodista cuando aún estudiaba en Salamanca: "Volvía de botellón con mis amigos, me planté delante de Manfredo con la camiseta del Sporting… y le dije que quería trabajar ahí". Algo parecido hizo Juanma Castaño: buscaba entrevistar a Abelardo para la revista de su colegio y se fue a la Ser a pedirle el teléfono a Manfredo. No se lo dio. Pero, a cambio, lo puso ante un micrófono: el del programa Jóvenes y Campeones.
Ese espacio, como diría aquél, fue el núcleo irradiador de la Caverna: "Lo hacíamos chicos de 16 y 17 años -cuenta Antón Meana-. Nos mandaban a hacer partidos de las categorías inferiores de Asturias. Manfredo ha sido un periodista de referencia en Gijón que apostó mucho por la gente joven y nos permitió tener un micrófono muy pronto". Edu Pidal también lo subraya: "Aquel programa y en general la Ser en Gijón fueron una gran cantera de periodistas: una escuela de oportunidades, donde te daban la posibilidad de desarrollarte y hacer cosas importantes".
'Jóvenes y campeones' y en general la Ser en Gijón fueron una gran cantera de periodistas: Manfredo Álvarez nos daba la oportunidad de desarrollarte y hacer cosas importantes"
Periodista en Onda CeroDesde allí, salieron volando hacia destinos mayores, cada uno en su momento y a su manera. Como cazabombarderos que abandonan un portaaviones en despegue por turnos, comisionados para objetivos mayores. Pero siempre dejando abierta la conexión con los estudios centrales, como se diría en el argot. En algunos casos esa proximidad adquirió naturaleza radiofónica. La Caverna Mediática Sportinguista fue un podcast de Radio Marca cuyo nombre ha servido para designar a la legión gijonesa en el exilio. Lo dirigía Pablo García Cuervo y en él debatían una vez a la semana Meana, Castelao, Rosety y Fáez, junto a compañeros de medios locales y nacionales: "Entrábamos para opinar y hablar sobre el Sporting desde fuera de Gijón -recuerda Rosety-; nuestra intención no era competir con la gente que trabajaba en los medios locales asturianos, sino aportar un juicio algo más distante, otra visión que enriqueciera el debate para los oyentes".
🎙Todos los lunes, en Directo MARCA Asturias, la tertulia rojiblanca más mediática de la radio asturiana.
— Radio MARCA Asturias (@RMarcaAsturias) October 19, 2021
🗣 Con @EJCASTELAO, @ricardorosety, @Escarabajano y @jjbrotons.
🎧 Escucha aquí la última Caverna Sportinguista (Desde minuto 57).
🔗 https://t.co/MjU9M4hIPt pic.twitter.com/NnUw3gufun
Esa interacción bidireccional se ha mantenido. "Ahora estoy en ESPN, pero sigo entrando en SER Gijón todos los jueves… y Antón lo hace los martes", cuenta Rodrigo Fáez. "Me encanta participar porque es una forma de devolver lo que me ayudaron en su momento, y sobre todo porque disfruto haciendo radio con amigos", remata.
Hacerse del Sporting
Entre los Cavernarios rojiblancos hay dos casos distinguidos, porque sus historias se apartan de la narrativa común. Por un lado está Manu Martín, quien salió de ESPN el pasado mes de septiembre y vive "un año sabático": "Soy el caso más excepcional, porque ni nací en Gijón ni en Asturias -cuenta el periodista-. En realidad nací en Madrid, pero iba a menudo a Asturias, primero de vacaciones y luego muchos fines de semana: en el Alsa no se tardaba demasiado… Y acabé haciéndome del Sporting, por los amigos, por lo que compartía allá: siempre me lo han puesto muy fácil, nunca me he sentido rechazado".
Esas migraciones en autocar de línea al Cantábrico ocurrieron en el inicio de los 90, pero naturalmente el proceso de enamoramiento vino alimentado por el Sporting legendario de la década anterior: "El Sporting de los 80 es el Sporting de los 80: Castro, Mesa, Ferrero, Quini, Redondo, Joaquín, Ciriaco…", enumera Manu Martín. Aquel equipo convertía a Gijón, como dice Antón Meana, "en una ciudad que se parecía a un álbum de cromos andante". "Crecimos compitiendo con el Madrid y el Barcelona y eso generó un orgullo transmitido", define Edu Castelao. Fáez suma una hipótesis de indudable encanto romántico: "En Gijón en los años 80 y 90 todos queríamos ser futbolistas del Sporting o estar lo más cerca posible de ellos: y el periodismo es un modo de lograrlo, de formar parte de las hazañas y los goles del equipo de tu vida. Es algo muy nuestro que todos llevamos dentro".
"En Gijón en los años 80 y 90 todos queríamos ser futbolistas del Sporting o estar cerca de ellos: el periodismo era una forma de lograrlo"
Periodista en ESPNAquel conjunto aproximó al sportinguismo a aficionados de otros lugares, un suceso raro en un fútbol español muy jerarquizado en torno a los grandes tiburones de la cadena alimenticia. Antón Meana lo resume con una frase brillante: "A uno de cada dos españoles no le importaría ser del Sporting si le tocara en un sorteo". La afirmación le cae clavada a Manu Martín, a quien la fe rojiblanca se le metió dentro un poco por contacto y un mucho por contraste: "Como dice un compañero: en equipos como el Sporting te hacían sentir parte del club; en los equipos grandes te sientes un cliente: yo me hice más del Sporting al empezar profesionalmente en el periodismo. Aprecias el valor de los clubes más pequeños y el trato, la cercanía, las facilidades para trabajar. Todo eso te va llenando y redescubres la pasión, que es lo que me gusta a mí. Ir al Molinón y volver cabreado porque hemos perdido, pero disfrutando".
El otro caso de Cavernario alternativo es Edu Castelao. Nació en Gijón, pero a los nueve años su familia se trasladó a Madrid por cuestiones de trabajo de su padre. "A esa edad un cambio así te arranca de todas tus referencias y yo tenía dos vínculos principales: mi amigo Fraga (le seguimos llamando siempre así, por el apellido), y desde luego el Sporting". El desarraigo de Castelao brotó, entonces, no de una decisión profesional, sino de una circunstancia fuera de su alcance: "A mí el Sporting me remite no sólo a lo deportivo, sino también a lo personal. El Sporting, El Molinón, son una más de todas las cosas que dejé atrás y la distancia hizo que crecieran en importancia", explica Castelao.
Llegó a la capital en 1986 y en 1991 el Sporting disputó la Copa de la UEFA. El 24 de octubre de 1991, el equipo dirigido por Ciriaco se enfrentó al Steaua de Bucarest en el partido de ida de la segunda ronda. "Recuerdo mejor la fecha que el partido, porque fue el día que murió mi padre. Y hubo un momento en que, cuando ya todo el mundo se había ido de casa, alguien puso la televisión y en la pantalla apareció el partido del Sporting contra los rumanos". La nitidez de la memoria en ese episodio se funde con la bruma de los días de niño vividos en El Molinón: "Aquellos son recuerdos muy vagos e imprecisos. Me acuerdo más del Sporting en Segunda".
Sus regresos a Asturias tienen, entonces, un sabor diferente: "Yo nací el año que surgió en El Molinón el grito de "¡Así, así, así gana el Madrid!". Vuelvo, pero Asturias se ha convertido en un lugar de vacaciones porque toda mi vida la he hecho en Madrid. Siempre que puedo voy al Molinón, pero son ocasiones excepcionales".
"Yo nací en Madrid, pero iba con frecuencia a Asturias y me acabé haciendo del Sporting: en los equipos así te hacen sentir parte del club y redescubres la pasión por el fútbol"
PeriodistaComo dirían allá… en expresión de hermosa fonética: a todos les presta de un modo especial regresar a casa e ir al templo rojiblanco, a menudo con los hijos también convertidos al sportinguismo. "El mayor es muy sportinguista y tira de mí cuando me da algo de pereza ir desde Llanes y ocupar la tarde entera", reconoce Edu Pidal. Juanma Castaño prefiere la televisión, aún estando allá: "Me permite analizarlo mejor, más cómodo". Antón Meana sigue siendo socio del Sporting "desde hace 25 años". Aunque, como la mayoría, sólo puede ir "a dos o tres partidos por temporada". En todo caso, son oportunidades cazadas al vuelo, en vacaciones, en las primeras jornadas de Liga aún en verano. Por lo demás, suelen aprovechar las visitas del Sporting a equipos madrileños, o coberturas que les coincidan, para ver a su equipo en vivo.
El fantasma del derbi
Aunque hace años llegaron a institucionalizar cierta regularidad en sus encuentros, las agendas han espaciado esas ocasiones. Pero todos ellos mantienen una relación singular y común por su origen y el sportinguismo, y comentan con frecuencia su marcha. "Yo llevo 14 años ya en Barcelona pero el contacto lo mantenemos. Hablamos con cierta frecuencia y siempre comentamos sobre el Sporting: "¿Qué? ¿Cómo viste al equipín?", cuenta Ricardo Rosety. "Entre nosotros tenemos un arraigo muy fuerte -explica Edu Pidal-. Nos hace formar parte de una comunidad en la que nos unimos. Si no nos conocemos, ocurrirá pronto". Eso sí, se encuentran con frecuencia en eventos y competiciones, donde a la amistad y el paisanaje se suma la lógica competencia periodística, que nunca ha deteriorado las relaciones: "En la Caverna nunca ha habido guerra civil", aclara Juanma Castaño y corroboran los demás.
Estos días, todos aguardan el inicio del playoff de ascenso con ese punto de anticipación y optimismo de los equipos que han entrado en la lucha en el momento justo y con una prometedora inercia. Que el último en colarse en la fiesta acabe llevándose el premio gordo ya es una tradición en Segunda. Pero, junto a la ilusión y el arrebato competitivo, entre los moradores de la Caverna encontramos también diferentes grados de aprensión. Primero hay que derribar al Espanyol -"favorito pero no tanto", advierten-, pero la mirada se les va a todos algo más allá. A la ominosa posibilidad, o tal vez no, de jugarse el regreso a Primera nada menos que contra el Oviedo, cuyo perfil azulado asoma por el otro lado del cuadro.
Esquizofrenia rojiblanca hipertensionada 🔥 pic.twitter.com/frBlHFRpVi
— Rodrigo Fáez 🕶🐝 (@RodrigoFaez) June 3, 2024
Oviedo y Gijón distan apenas 34 kilómetros en lo geográfico, aunque en lo que se refiere al fútbol las separan océanos de tiempo, como los del Drácula de Gary Oldman. "No sé si la sociedad asturiana está preparada para algo así", apunta Edu Pidal, con cierta gravedad irónica. "Yo soy de Llanes y allí convivimos repartidos al 50% aficionados del Oviedo y del Sporting, pero aun así… preferiría evitarlo". Ricardo Rosety: "No lo quiero ni pensar". Juanma Castaño: "No me apetece nada". Y el más expresivo es Edu Castelao, a quien el duelo le inspira una imagen poderosa ante la próxima cobertura de la Eurocopa de Alemania: "Me veo dando paseos por la Selva Negra como Gil Marín en la M30 cuando juega el Atlético", resume, antes de agregar un escatológico corolario: "Estoy cagado".
"¿Un derbi con el Oviedo por el ascenso? Me veo dando paseos por la Selva Negra como Gil Marín por la M30 cuando juega el Atlético... Estoy cagado"
Periodista de El MundoEn un caso así sólo puede quedar uno, como en Los inmortales. Y todo el mundo sabe que una cosa es no subir y otra que lo haga tu némesis después de cortarte la cabeza y pasar por encima de tu cadáver. Rodrigo Fáez relativiza: "Si hay que ascender y tiene que ser con el Oviedo, que sea", viene a decir. Y Antón Meana le pone un pecho valiente a la conjetura del derbi asturiano por el ascenso: "No me da miedo", afirma convencido. Manu Martín tampoco teme enfrentarse al Kurgan en un duelo con espada toledana. De hecho, hizo algo tan peligroso como sacar a bailar a la esposa del villano: una apuesta con un amigo del Oviedo: "Quedamos en que si se cruzaban yo pagaba la entrada en El Molinón y él la del Tartiere". Después, el calendario ha añadido unas gotas aún más venenosas de dramatismo: "Ahora me he dado cuenta de que ese partido coincidiría con la carrera en Montmeló y tengo entradas para mí y toda la familia. Es un tema planificado hace tiempo, así que si hay derbi me lo voy a perder", cuenta con resignada desesperación.
El hombre de la caverna de Platón vivía de espaldas a la realidad. Si hubiera conocido la cueva sportinguista, el reflejo en la pared de la gruta le traería paradas de Ablanedo, la barba sesentayochista de Mesa, el mentón imberbe de Luis Enrique y aquella volea de Quini que copiaría Van Basten en el 88. Pero los gijoneses miran al frente y confían en la posibilidad de la gesta. El Sporting busca un tercer ascenso este siglo, después de los de Manolo Preciado (2008) y Abelardo (2015). Jugó y perdió otros dos playoffs (en 2014 y 2018). Esta vez, la Caverna cree. Un sentimiento resumido en este imbatible adagio de Rodrigo Fáez: "Tengo que ser optimista: el Sporting hace feliz a todo el mundo".