El PSG de Luis Enrique ya carbura y lo hace siendo puro 'Lucho'
El conjunto parisino suma dos victorias consecutivas y empieza a perfilar su nuevo proyecto.

Pocos entrenadores habrán tenido a lo largo de su trayectoria el placer (y el reto) de entrenar a los mejores futbolistas del momento en épocas donde sus poderes brillaban con fiereza. Luis Enrique entrenó a Messi desde los 27 a los 30 años, justo cuando Leo venía de firmar su peor curso como falso 9, y ahora tiene a Kylian Mbappé a punto de cumplir los 25. El técnico asturiano no ha tenido solo que construir equipos, sino hacer converger los recorridos de futbolistas gigantes en un ecosistema colectivo que les empuje a lo más alto. Y en su nuevo PSG, de momento, Lucho apuesta por mirar el pasado para construir el presente.
Como es lógico, Luis Enrique está queriendo sentar las bases de su proyecto alrededor del mejor futbolista que tiene y que, hasta este curso, había estado ciertamente ensombrecido por la presencia de Neymar primero y de Messi después. Pese a que lleva un tiempo siendo el más determinante, su status en el equipo no era tal, actuando como compensador y atacante de zonas que los otros dos genios demandaban. Ya sin ellos dos, Mbappé es el líder indiscutible dentro del verde. Y por ello, Luis Enrique le está dando herramientas para que el francés asuma la libertad que quiera sin preocuparse por su alrededor. Y ahí emerge Vitinha como el Ivan Rakitic de 2015.
Vitinha es el que compensa los movimientos de Mbappé, al que desde dentro del club definen su mejor posición como "ni delantero centro ni extremo", sino en esa zona de tránsito en la que todas sus virtudes encuentren acomodo de forma natural, porque no tiene que esperar abierto ni fijar a los centrales. Ya sin Neymar y Mbappé y con, de momento, un Asensio que viene jugando de 9, el PSG encuentra mucha movilidad en esa zona.
Vitinha, que se sacrifica en muchas ocasiones, también se beneficia del rol de Mbappé al atacar los espacios que este libera con sus atracciones. El portugués es un jugador muy inteligente, con recorrido y buena sensibilidad para detectar zonas de intervención, lo que supone un salto importante para que Kylian pueda tener cierta libertad. De hecho, Mbappé ha pasado de 6 disparos y pases claves combinados a más de 7,1 en este inicio de curso. La muestra es reducida, pero queda claro que el camino pasa por darle el mejor escenario posible al francés.
Luis Enrique ha ido virando cada vez más, sobre todo tras su paso por la selección española, a un técnico muy posicional. Un 4-3-3 casi ininmutable en el que hay posiciones predeterminadas y roles fijos. Su PSG, que es un lienzo en blanco tras un mercado en el que se ha renovado más del 50% del once titular, es un equipo que busca progresar de forma conjunta, harmónica, y en la que las ventajas nacen desde una lógica posicional muy marcada, alejada del anarquismo que imperaba en París hace no tanto.
Con Dembélé abriendo el campo, el PSG se estructura con tres centrales, con Lucas ejerciendo de central por fuera, y un Hakimi que ejerce de martillo pilón sin pelota, amenazando los intervalos con sus sprints. Eso permite una circulación rica porque hay amenaza tanto cerca como lejos, y el PSG hace notar a sus rivales todas las opciones que tiene. En este inicio de curso, es el único equipo de las 5 grandes Ligas que rebasa los 700 pases por encuentro... con 863, más de 100 que el Manchester City.
Es clave, y ya se está viendo, el nombre de Manuel Ugarte. El uruguayo, que llegó este verano procedente del Sporting de Portugal, es una máquina de presionar y permite que los franceses defiendan en 20 metros. Corrige, tapa y llega para hacer que el PSG nunca se descosa. Está promediando más de 6 presiones ganadas y casi 2 contrapresiones ganadas por encuentro, ambas cifras son TOP 10 en este inicio de curso en las 5 grandes ligas.
Es justo el inicio y queda mucho por resolver, pero los primeros pasos del PSG de Luis Enrique van en la dirección correcta. Es un equipo reconocible y que busca jugar a la vez que darle a Kylian Mbappé la libertad ansiada desde que aterrizó en París en 2017. Tras lograrlo con Leo Messi y ganar un triplete, Lucho quiere volver a demostrar su sensibilidad como entrenador de estrellas al darle a Mbappé su juguete favorito sin que el resto del patio se alborote.