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Cuando los conciertos buenos eran siempre en el Calderón: "No hubiera mandado a la mierda a Madonna o Michael Jackson sin ese carácter"

El antiguo estadio del Atlético de Madrid fue el centro de la música en España. Los que vivieron de cerca aquellos días cuentan los entresijos del montaje y sus anécdotas.

Madonna, en el Vicente Calderón en 1990./
Madonna, en el Vicente Calderón en 1990.
Gonzalo Cabeza

Gonzalo Cabeza

"Madonna era una pedorra, y se oía fatal, fue la última vez que la vi". Julián Ruiz es productor musical y periodista, él llegó a la música moderna un poco antes de que esta llegase a España. "No puedes bailar, moverte y grabar, todo lo llevaba grabado en el ordenador y cuando quería lo disparaba, y si quería hablar lo paraba y luego seguía", relata.

Madonna cantó, o se supone que cantó, bailó, se movió y se puso una camiseta del Atlético de Madrid con el número 16. Nada de casualidad en la indumentaria, pues todos esos brincos se estaban dando en un escenario que descansaba sobre el césped del Vicente Calderón. Eso tampoco es fortuito o aleatorio, es que en aquellos días el Calderón era el estadio de Madrid en el que se hacían los grandes conciertos.

La mayoría de esos eventos llegaban de la mano de Gay Mercader, un personaje inusual, hijo de una familia potentada, con infancia privilegiada en París, que habla cinco lenguas, es sobrino de Vittorio de Sica y se podría seguir y seguir y seguir contando aquí cosas sorprendentes de su vida, pero el caso es que todo eso importa menos que el hecho de que rompió con los lazos familiares para convertirse en alguien distinto, moderno, que montaba conciertos como nunca antes se habían visto en el país. Hay más Transición de España en sus giras que en los libros.

¿Conoció él a Madonna? Por supuesto que sí. Y terminó tarifando con ella. "Tengo mal carácter, si no tuviese ese mal carácter no hubiese mandado a la mierda a Madonna o a Michael Jackson", dice al otro lado del teléfono. Se diría que tiene fama de gruñón, pero cuando uno lo acepta y lo repite en la conversación deja de ser una fama para convertirse en parte de la personalidad. Va todo en el mismo pack.

Para esta profesión no valen las medias tintas: "No es por los artistas, es por los agentes, que pedían cosas y yo les mandaba a tomar por culo. En Nueva York lo hice con Michael Jackson y al volver a la mesa estaban todos de lo más suaves que la seda".

Jackson, por supuesto, también pasó por el Calderón y allí se encontró con Julián Ruiz, que no se perdía una. "Poca gente se acuerda de Jackson en el Manzanares, lo que más me acuerdo es que en el meet and grit me dio la mano y estaba pegajosísima, con mucho sudor. Luego se dio cuenta y se puso un guante". Era un guante cualquiera, no el icónico guante blanco con brillantes marca de la casa.

El inicio de todo es volver a Mercader, cuando trajo a los Rolling Stones a España en 1977. Aquello fue en la Monumental de Barcelona, en un concierto que da para una película, más una de tiros que una comedia romántica. Al Calderón llegaron unos pocos años más tarde, en 1982. No hubo disturbios, porque el futuro llegó en España a una velocidad admirable, pero sí lluvia. De hecho, ese concierto es un hito porque es el de la lluvia. Todos los que estuvieron lo recuerdan y muchos de los que no estuvieron también lo recuerdan, porque la memoria es un artefacto complicado.

Mick Jagger, bajo una tremenda tromba de agua, en el Vicente Calderón en 1982.
Mick Jagger, bajo una tremenda tromba de agua, en el Vicente Calderón en 1982.

"Yo había pactado con los Stones dos estadios para las fechas del Mundial de fútbol. Teníamos el del Espanyol y después teníamos el del Calderón. Como la organización iba muy mal Pablo Porta, que por entonces presidente de la RFEF, amenazó al Espanyol de que les quitaría el dinero de las quinielas si no cumplían conmigo, y evidentemente se inclinaron, porque en aquel momento no había derechos televisivos ni cosas de estas, los equipos vivían de las quinielas y esto dependía de las quinielas", explica Gay Mercader, que excusa la memoria para no recordar muchas batallitas, pero que sí tiene esta presente.

"En cambio el mundial cultural, que lo llevaba Raimundo Saporta, iba de puta madre, tenía dos estrellas, Julio Iglesias y los Stones. Ya estaba previsto hacer un Madrid, lo que no estaba previsto era hacer dos Madrid. Cuando vi que tenía que pagar dos estadios y solo podía hacer uno pensé, 'para morir hoy muero el mes que viene'. Así que me la jugué a hacer dos estadios. Es decir, cuando nadie había llenado un estadio en España para un concierto de rock, yo llené dos", explica Mercader.

Ruiz también conoció a los Stones: "Estuve en de sus últimos conciertos en sus camerinos, todavía tomaban vodka los cabrones de Keith Richards y Ronnie. Todo el mundo habla del apoteósico de la lluvia. Yo me hice una foto, porque antes de salir hacían un photocall, me hice una foto con ellos", explica. Richard, por descontado, también es amigo del Mercader.

Cómo se negocia un concierto de éxito

Para llenar el Calderón hay que ser muy artista, pero lograr que te lo abran es algo mucho más prosaico de lo que pueda parecer. "Yo no sé por qué estáis todos obsesionados con las negociaciones, pero siempre es lo mismo, piden pasta. No sé cuánta gente había ahí, ten en cuenta que han pasado 42 años", explica sobre cómo se negociaba para quedarse por una noche (o dos, o tres) el templo del Atlético de Madrid.

"Para Gil eso era muy vulgar, no le gustaba, pero claro, la pasta y la pasta", remata Ruiz. En otra conversación, Mercader recuerda que para él la relación con el presidente atlético de la época era bastante sencilla. El idioma, en todo caso, era el dinero.

Siempre el Calderón, muy rara vez el Bernabéu. "Nunca tuvieron ningún interés en hacer ningún concierto", explica el productor. Lo opuesto que actualmente, cuando parece que es imposible que un gran artista se vaya a un lugar que no sea el estadio blanco.

Aunque Mercader, de esto, también duda. En realidad no es un sitio mucho más capaz que el Metropolitano para un evento así. "Lo del boom de los conciertos habrá que verlo", explica. Más tarde añade: "Yo tengo mucho respeto por Florentino Pérez, porque el tipo es un fenómeno, pero ahora vamos a ver qué pasa con los vecinos".

Junto al paseo de los melancólicos pasaron en una década los Stones, Genesis, Pink Floyd, Bruce Springsteen, Lou Reed, Prince, Dire Straits, U2, Gun' N Roses… así que hay mucho recuerdo por contar en ese estadio sin implicar a Futre o Pizo Gómez.

"En el Manzanares de lo que más me acuerdo es de la gira de David Bowie, de Glass Spider, que me dejó verla al lado, en el escenario. No me acuerdo de la fecha, pero lo puedes buscar [6 de julio de 1987]. Porque yo era muy amigo de David Bowie. Verlo allí era impresionante, aunque la gira fue mal porque Bowie cuando tenía mucho éxito lo tiraba todo y el disco siguiente… la gira se complicó mucho, un concierto carísimo y es difícil ganar dinero", cuenta Ruiz.

Los que no estuvieron no pueden recordar cómo sonaba, y los que estaban discrepan entre ellos. Mercader dice que bien, que siempre depende del equipo y los mejores artistas van más que bien equipados. Ruiz pone matices: "Sonaba mal, es que un estadio tiene un rebote tremendo. Los que mejor sonorizaban eran los Stones, tienen ya muchos años de experiencia, muchos años de estadios. Nadie suena como los Rolling Stones. Es muy difícil sonorizar eso".

Ruiz Mateos y Sting

"Ahora hay unos equipos que te mueres y el ordenador busca los decibelios exactos, los graves, los agudos, la reverberación… todo", cuenta Julián Ruiz, que también escribe sobre el fútbol y es célebre, entre otras cosas, por su 'Plásticos y decibelios'.

Ha salido Gil en la conversación, porque el Calderón estaba ahí plantado para las grandes noches, pero el mejor recuerdo de Gay Mercader llega, quizá, de ese día en el que fue imposible hacer el concierto en el estadio de la ribera del Manzanares. Fue con Sting.

"Había un problema estructural en el Calderón e hicimos un contrato con el Rayo Vallecano. El club lo había comprado Ruiz Mateos, que en aquella época se vestía de Superman y daba hostias a Miguel Boyer. Rompió el contrato y cada noche me llamaba a las dos o tres de la mañana y me decía con esa voz de cura 'oye, fíate de mí, que sé que eres buen chico' y yo pensaba, a este tipo, con todo los problemas que tiene ¿para qué le interesamos? y pensé que lo que quería era montar un pollo cancelando para darse publicidad", recuerda Mercader.

Eso les empujó a ir a Las Ventas y, por lo tanto, menos aforo que en Vallecas y mucho menos que en el Calderón. "Fue un éxito bestial y Sting estaba feliz. Yo estaba en el backstage, había perdido una fortuna. Me vino su manager y me pidió que le explicase qué había pasado y se lo conté y al rato me volvió y me dijo 'Sting te devolverá medio millón de dólares'. Es muy muy muy amigo mío". Porque Mercader puede ser gruñón, pero tras montar mas de 3.000 conciertos en España y enseñar a todo un país cómo disfrutar de la música, los amigos se amontonan en la agenda.