OPINIÓN

Este Madrid se enreda entre 'el querer', 'el saber' y 'el poder' que decía Kubala

Vinicius, ayer, en el partido ante el Barcelona. /EFE
Vinicius, ayer, en el partido ante el Barcelona. EFE

Después de ver repetida una de las finales de Copa más cautivadoras que mi irregular y juguetona memoria recuerde y volver a comprobar como uno de los dos contendientes, el que perdió, cambió de fisonomía en un momento determinado del partido sin una razón aparente que lo justificase ni para bien ni para mal, me ha venido a la cabeza una frase de Laszi Kubala, precisamente uno de los próceres del rival, del barcelonismo. Decía el húngaro-checo-español, el técnico que más años estuvo al frente de la Selección, de octubre del 1969 a junio del 80, que el fútbol se resumía en tres verbos: "querer, saber y poder". Y que el equipo que supiese mezclar los tres, sería el que más se acercase a la perfección y de paso a la victoria.

También es verdad, que no terminaba de explicar bien, con su castellano macarrónico, cuál de esos tres conceptos era el más importante, el que te conducía al éxito final. Aplicados a este Real Madrid de Ancelotti, que también es el Madrid de una plantilla desconexa, es evidente que andan, técnico y jugadores, enredados entre ellos sin terminar de aplicarlos al unísono ni en su debido momento. Los blancos pasan de ser un equipo 'sin' a un equipo 'con' sin que nadie pueda encontrar una justificación lógica. A veces, parece, que tienen un botón secreto que encienden y apagan cuando les viene gana, pero sin justificación alguna.

El Madrid de la final pasó de ser un conjunto sin balón, sin presión, sin carácter, sin orgullo, sin equilibrio, sin energía... a un bloque con todo ello amalgamado y asociado que se impuso al Barcelona en todas las facetas del juego. Era evidente que en la segunda parte, coincidiendo con la entrada al campo de Mbappé y la posterior de Modric y Guler, esos hombres ya querían, ya sabían y ya podían, que diría Kubala. Y ahí es donde se enreda el trauma de este equipo que ya ha perdido tres competiciones en lo que va de temporada. "El querer" se tiene quedar por descontado, aunque a veces no lo parezca, por lo que el misterio anida entre "el saber" y "el poder".

Después de correr detrás del balón y de los contrarios durante 30 minutos largos, los centrocampistas blancos, cambios incluidos, demostraron que 'sabían' y 'podían' plantar batalla por el balón a los De Jong, Pedri y Dani Olmo y que también "podían" y "sabían" presionar arriba. Incluso sabían y podían lo suficiente para que, en su etapa de dominio, tener más facilidad que el enemigo para crear ocasiones de gol. ¿Por qué no lo hicieron en la primera parte? ¿Por qué se refugiaron en un bloque bajo (1-4-1-4-1) con un descarado marcaje al hombre de Tchouameni a Dani Olmo y con Valverde y Bellingham más pendientes de Pedri y De Jong que de jugar el balón. Ni Kubala lo sabe.

He escuchado que, a lo peor, el Real Madrid, en esa primera parte impropia de su historia y de la calidad de su plantilla, lo que se pretendía era, precisamente, lo que consiguió: minimizar los riesgos, agotar físicamente al contrario y en la segunda parte dar el golpe definitivo. Cerca estuvo, cierto, y con todos los merecimientos, pero el plan no le salió perfecto. El Barça supo rehacerse lo suficiente como para mantenerse vivo y queriendo, sabiendo y pudiendo encontró el gol en la franja horaria del partido que más le gusta al contrario. El último minuto.