OPINIÓN

Con el puñal de la derrota clavado en el esternón es cuando Ancelotti mejor se expresa... Sin disculpas

Carlo Ancelotti en Sevilla. /EFE
Carlo Ancelotti en Sevilla. EFE

No hay mejor cronista para analizar los partidos del Real Madrid que su propio entrenador. El italiano lo borda. Sobre todo cuando está cabreado, como ocurrió tras el partido contra el Betis. Hay que valorar cómo encuentra las palabras adecuadas estando todavía caliente, ardiendo, y con el puñal de la derrota clavado en el esternón. Su virtud, que debe ser hija de la experiencia, es que sabe explicarlo, pero su problema es que tampoco sabe cómo sucede. Y que los suyos se vayan para no volver de un partido que a los 20 minutos ganaban en el marcador y dominando sobre el terreno de juego.

Por los resultados, parece como si este Real Madrid se acerca a la primavera con dos caretas diferentes y se motivara más cuando se pone la de la Champions que cuando recurre a la de la Liga. La doble victoria contra el Manchester City y la superioridad demostrada en el juego no coinciden en nada con lo que le está sucediendo en el Campeonato: cinco puntos de los 15 últimos en juego y la sensación de que el equipo no responde de la misma manera. Lo extraño del duelo contra el Betis es que los blancos no acabaran sometiendo al rival en su área ante la necesidad de remontar. Muchos delanteros, pero poco juego. Muchos centros al punto de penalti y pero pocos desequilibrios individuales.

Podría Ancelotti haber sacado el diccionario de las disculpas y podría haber comenzado a justificar el patinazo del Villamarín con las vitales ausencias de Valverde, Bellingham y Ceballos, los tres mejores jugadores de lo que va de temporada, junto al Mbappé de los dos últimos meses. No. No se acordó de ninguno. Y encima quitó al francés del campo con 20 minutos por delante y no tuvo el menor inconveniente en reconocer que por culpa del 'diente' no se había entrenado bien y no estaba fino.

También habrá que reconocer que el rival del turno, el Betis, hizo mucho para salir de su pésimo arranque de partido y dar la vuelta a la tortilla sin necesidad de tirarla muy alta. Los verdiblancos se agarraron al gol de Cardoso de cabeza, en un córner perfecto sacado por Isco y en el que bloqueo sobre Vinicius dejó al brasileño en evidencia, para también cambiarse de careta. Y pasar de comparsas a protagonistas. Altimira y Cardoso, con las ayudas de Antony e Isco, se comieron el centro del campo madridista.

Ahí, aunque Ancelotti no lo diga, es donde y cuando su equipo echó de menos a los tres volantes antes mencionados. A Ceballos, porque estaba siendo el eje sobre el que giraba la salida del balón.. A Bellingham, porque estaba siendo quien mejor sabía trasladar el balón a los tres delanteros. Y a Valverde, porque aun cuando juega de lateral, aporta fuerza y calidad a la zona ancha. Y hasta hubiera tenido problemas para controlar a un Jesús Rodríguez que hace del regate y la profundidad sus mejores armas futbolísticas.