SENTENCIA SUPERLIGA

El CEO de la Superliga tiene un plan para convencer a los equipos de la Premier League

Bernd Reichart siempre ha sido consciente de que "la Premier es ya una Superliga" y que será el gran talón de Aquiles del proyecto.

Bernd Reichart (49), durante una entrevista este jueves. /SUSANA VERA / REUTERS
Bernd Reichart (49), durante una entrevista este jueves. SUSANA VERA / REUTERS
Andrés G. Armero

Andrés G. Armero

La Premier es el talón de Aquiles de la Superliga. No sólo por su hinchada, la que frenó a los buses de sus propios equipos en una manifestación sin precedentes en el fútbol en abril de 2021, cuando estalló la bomba de la competición disidente. No sólo por el arraigo de la propia competición, en Inglaterra la Premier va por delante de cualquier torneo continental. No sólo por la protección de su Gobierno. Sino por los propios recursos que genera la liga nacional de fútbol más global del planeta.

Bernd Reichart, CEO de A22, agencia paraguas de la Superliga, siempre ha sido consciente del problema inglés para los intereses del proyecto comandado por Florentino Pérez. El propio ejecutivo alemán ha confesado a sus allegados en varias ocasiones una realidad: "La Premier es ya una Superliga, son los que menos la necesitan". Así de tajante. La mitad de los 12 fundadores de la Superliga eran ingleses (Manchester United, City, Arsenal, Liverpool, Tottenham y Chelsea) y todos pusieron pies en polvorosa cuando vieron la que se les venía encima con sus aficiones. Cómo para volver a intentarlo.

Antes del plan, el contexto. A22 ha pasado del letargo a la euforia en un año. La frustración por las conclusiones de Athanasios Rantos, abogado general del Tribunal Superior de Justicia de la Unión Europa (TJUE) de Luxemburgo, golpeó el proyecto de la Superliga el 15 de diciembre de 2022. Propios y ajenos sabían que en cuatro de cada cinco casos la sentencia del TJUE va en consonancia con el informe del abogado general. El castillo de naipes de Florentino Pérez se derrumbaba.

Florentino Pérez, Bernd Reichart y Joan Laporta, en el desayuno informativo Nueva Economía Fórum.  MARISCAL / EFE
Florentino Pérez, Bernd Reichart y Joan Laporta, en el desayuno informativo Nueva Economía Fórum. MARISCAL / EFE

Sin embargo, la Superliga siguió con sus acciones de lobbying en una suerte de remontada en los despachos. La primera, en Madrid, el 16 de diciembre, un día después del revés del abogado general griego. En el marco de un desayuno informativo organizado por Nueva Economía Forum, en el hotel Ritz de la capital, se juntaron con la mejor de sus sonrisas Bernd Reichart, Florentino Pérez y Joan Laporta. Una foto que escenificó que estaban vivos, aunque pocos lo creyesen.

La acción de lobbying más importante llegó en Bruselas un viernes 13 de enero. El clima era de pesimismo, pero se agarraban al clavo ardiendo de la incertidumbre de la futura sentencia. Por allí pululaba aún un representante de la Juventus y varios de A22. "Si en el baloncesto, el motor, el ciclismo... lo han conseguido, ¿por qué no el fútbol", comentaba en sus círculos por aquel entonces Reichart. El propio ejemplo del modelo español, en el que los clubes y LaLiga son amos de su destino y a la Federación le compete la organización del torneo, estaba en boca del teutón. "¿Por qué Tebas se opone ahora a esto?", se preguntaba en los corrillos.

A partir de ahí no hubo más eventos. Sólo un anuncio en febrero en web y redes sociales con 10 mandamientos, en los que reculaban con el plan original (con una división cerrada de 20 elegidos) y proponían una competición semicerrada (según ellos abierta) con tres divisiones y un sistema de ascensos y descensos. Fue el último fogonazo comunicativo. Luego, Bernd Reichart continuó, entre bambalinas, con el plan de la reconquista de Europa, en una suerte de partida de Risk.

Reichart reconocía que unos 60 clubes veían con buenos ojos su propuesta. En su estrategia, captar a clubes de clase alta venidos a menos era el punto de partida. Así hizo las maletas y ganó voluntades en clubes míticos en Escocia e Italia, hambrientos de ingresos. Y para muestra, el botón del Nápoles, el primero en salir del armario tras la sentencia, al proclamar su predisposición para sentarse con la Superliga (como comentó este viernes su presidente Aurelio De Laurentiis al Corriere dello Sport). También en Holanda, donde la frustrada fusión de su liga con la belga, no ha permitido a los neerlandeses incrementar su mercado. En Bélgica, con la Union Saint-Gilloise como principal opositor, no caló en exceso su discurso, y sólo un club flamenco, de los clásicos de la Pro League, parecía hacerle caso en privado.

En su plan era capital sumar pronto clubes de diversos lugares con un doble motivo: quitarse la etiqueta de proyecto elitista y el efecto llamada. En esa hoja de ruta, Inglaterra ocupa el último punto. Si los equipos de los principales países del continente se van uniendo, y Reichart gana adeptos en cada viaje con la presentación de la Superliga debajo del brazo, a los de la Premier no les quedaría más remedio que terminar adhiriéndose a la causa.

Una competición como la Premier, cuyos derechos de televisión se elevan hasta los 1.675 millones de libras por temporada hasta 2029 (unos 1.934 millones de euros) y cuyos aficionados y Gobierno están totalmente en contra de la misma, no podía ser el primer objetivo de la conquista, sino que debía ser el último. Reichart siempre lo ha tenido claro. Primero el resto, después Inglaterra.

La sentencia del TJUE, más favorable de lo que jamás imaginaron, y la preocupación de algunos clubes de la Premier, con el runrún de sus cuitas financieras tras la sanción al Everton, podrían acelerar los plazos de Reichart, exultante en las decenas de entrevistas que está concediendo. Pase lo que pase, él es consciente de que la batalla final de Inglaterra será la decisiva. Si la Superliga la pierde, se romperá el cántaro de los supuestos ingresos multimillonarios y el fútbol gratuito en televisión.