Mendi, ¡viva la madre que te parió!

El Olympiacos de Mendilibar. El Olympiacos de Iborra, Quini y Fran Navarro (no inscrito en la Conference League); el Oympiacos del realista Kovacevic y del madridista Karembeu... El Olympiacos, el club más laureado del fútbol griego, escribió una de las mayores gestas de sus 99 años de vida. Quizá la más grande. Un título europeo, el primero de su historia. No era la Champions, ni siquiera la Europa League que jugará la temporada próxima, era, es, la Conference League a la que ha llegado después de 17 partidos europeos.
Prórroga. Los jugadores están tiesos como la mojama. Mendilibar, trajeado para la ocasión, miraba a la derecha, miraba a la izquierda. En silencio se dirigió hacia su delantero de cabecera, El Kaabi. El héroe de lo que iba de competición con sus 10 goles en ocho partidos. A uno de los pocos componentes de la plantilla que tiene que hablar por medio del intérprete porque es de los pocos de la plantilla que no entiende una palabra de español. "Ni papa", como dice Mendi. Le pasa la mano por el cuello y le pregunta algo. Posiblemente, si quiere seguir o le cambia. El marroquí, mirando al suelo, hizo un gesto afirmativo con la cabeza. Su actuación en los 90 minutos había sido desesperante. Los dos centrales de la Fiorentina un argentino de 28 años, Martínez Quarta y un serbio de 26, Milenkovic, le habían borrado literalmente de la escena. Mendi le dio un voto de confianza. Sabía que era su hombre.
Me lo había comentado hace unos días, cuando estuvimos en Atenas. "A veces me desespera porque cuando no tiene el día, se apaga, pero siempre hay que confiar en él. Nos ha llevado hasta aquí y me da que es un hombre de finales". Lo fue. Acertó. Le mantuvo sobre el césped y cuando ya estaba a punto de sacar la chuleta del lanzamiento de penaltis, marcó el gol del triunfo con el suspense del VAR.
Mendilibar lo ha vuelto a conseguir. De la Europa League con el Sevilla a la Conference con Olympiacos. Dos llamadas de rescate de dos clubes en problemas que él ha convertido con su sabiduría silenciosa en sendos títulos continentales. A su manera. De puntillas. Con rubor ante las llamadas de los medios de comunicación. Con su timidez como estandarte irrenunciable. Consciente de que sus jugadores, después de 57 partidos, llegaban a la final un tanto justos físicamente. En la intimidad de la charla les pidió paciencia, jugar con cabeza, no derrochar energía. Fabricar un partido largo. Jugar un poco más directo que en otras ocasiones. Amasar menos el balón y buscar el contraataque. Esa era la estrategia y no le pudo salir mejor. En el balón dividido y en los duelos aéreos, el equipo italiano era más fuerte. Y hasta lo fue en las segundas jugadas que tanto le gusta ganar al técnico de Zaldivar. Era evidente.
La humildad y la nobleza de un auténtico campeón
— Fútbol en Movistar Plus+ (@MovistarFutbol) May 29, 2024
Don 𝗝𝗼𝘀é 𝗟𝘂𝗶𝘀 𝗠𝗲𝗻𝗱𝗶𝗹𝗶𝗯𝗮𝗿. #LaCasaDelFútbol #UECL pic.twitter.com/mHTcLzXXFa
Ahí está, mientras improviso estas líneas plagadas de emoción. Es él. El Mendi de España. Está en la esquina del escenario. Nunca en primer plano, pero está saltando, cantando, vibrando... Aplaude, se abraza a todo lo que se mueve y disfruta. No es para menos. A sus 63 años, como él dice, a la vejez viruelas. Es verdad, ni es un 'guru', ni hace milagros. Lo que sí hace es modelar equipos que se transforman a su paso. No es literario, ni estético, pero es lo que me viene a la cabeza para terminar el artículo: Mendi, viva la madre que te parió.