SEVILLA FC

Mendilibar calla sobre el Sevilla y no olvida la Champions ni su reencuentro frustrado con Arteta

Ni la destitución de Diego Alonso le invita a hablar de su salida del Sevilla, ni de sus aventuras ni desventuras en el Sánchez Pizjuán

José Luis Mendilibar, en un momento de una entrevista con Relevo cuando era entrenador del Sevilla. /Relevo
José Luis Mendilibar, en un momento de una entrevista con Relevo cuando era entrenador del Sevilla. Relevo
Enrique Ortego

Enrique Ortego

José Luis Mendilibar se enteró de la destitución de Diego Alonso, otra víctima de la locura colectiva instalada entre los mandatarios del Sevilla desde hace varios meses, camino de su casa en Zaldivar. Había asistido como invitado en San Mamés al homenaje a José Ángel Iribar, antes del Athletic-Atlético del pasado sábado. El 'Mendi' jugador y después entrenador, como buen producto de Lezama, había trabajado codo con codo con 'el Chopo' y no podía perderse un día tan señalado. Como todos los allí presentes, salió maravillado con el juego del Athletic de su amigo Ernesto Valverde, con quien jugó en el Sestao en la temporada 1985-86.

Sólo él sabe, y no lo piensa decir nunca, lo que pensó en ese momento que todos los medios de comunicación comenzaron a anunciar que a su sustituto en el banquillo del Sánchez Pizjuán le habían guillotinado, poco, más o menos, de la misma manera que a él. Con nocturnidad y alevosía. Con la única coartada de los resultados. Desde aquella noche del 8 de octubre, después del partido contra el Rayo (2-2), no ha querido comentar nada al respecto. Ni una palabra más alta que otra. Ni un reproche. Ni una crítica. Ni un desahogo de esos que te arreglan el cuerpo y te liberan la mente. No. José Luis Mendilibar decidió que ni entonces, ni ahora, ni nunca traicionará su forma de ser. Ni la educación que mamó como hijo y ahora contagia como padre y abuelo.

Ya en casa, el técnico comenzó a echar cuentas consigo mismo. ¡Qué curioso! Diego Alonso había durado en el banquillo ocho jornadas de Liga, como él. Mejor balance el suyo. dos victorias, tres empates y cuatro derrotas: nueve puntos. El uruguayo firmó el finiquito sin ganar ningún partido liguero, cuatro empates y tres derrotas: cinco puntos. En la Champions, Mendi saldó sus dos encuentros con sendos empates y su sucesor perdió los cuatro siguientes para dejar al equipo hasta fuera de la Europa League.

'Mendi' es un tipo especial. Entiende como pocos las leyes y los códigos no escritos del fútbol. Ni enloqueció la temporada anterior cuando salvó del descenso al Sevilla y ganó la Europa League, ni se dejó las venas largas cuando Víctor Orta, el director deportivo 'palangana', le dijo que no iba continuar en el equipo "porque tenemos que hacer algo". Tampoco contestó el primer 'tantarantán' del presidente Castro que para alabar al entrenador entrante, ninguneó sin estilo al saliente. No hay mejor desprecio que no hacer aprecio.

Su representante, Iñaki Ibáñez, arregló el papeleo, que tampoco era complicado porque había firmado por una temporada y él se marchó para casa con la familia. Era lo único que le apetecía. Estar con los suyos alejado del mundanal ruido. Varios días después volvió al lugar de crimen y, medio enfermo, desmontó lo poco que había montado en la casa que había alquilado en el centro de la ciudad para estar más cómodo esta temporada -los meses de la pasada había vivido en el hotel NH Collection- y se perdió definitivamente en el silencio de Zaldivar y de los montes cercanos. Urquiola arriba, Urquiola abajo.

Respondía al teléfono, pero quería saber lo justo de fútbol y del periodismo. En esos momentos los ánimos del prójimo sirven de poco, aunque tengan toda la buena intención del mundo. Recuerdo perfectamente mi primera o segunda llamada después de los hechos. Fueron sus únicas palabras sobre lo sucedido y él era el único protagonista. No mencionó a nadie más. Era, simplemente, la manera de expresar la sensación de frustración que recorría su cuerpo

"Sí, Enrique, estoy jodido. ¿Y sabes por qué, porque estaba muy ilusionado con la Champions. Era mi primera experiencia en esa competición y la tenía ganas. Estaba muy ilusionado. Había visto competir al equipo la temporada anterior en la Europa League ante el United, la Juventus y en la final contra la Roma y sabía que mis jugadores eran competitivos. Los 'jodíos', eran tan buenos que en esos partidos se venían arriba aunque el rival fuera muy fuerte. Lo demostraron también en la final de la Supercopa contra el City. No sé por qué, bueno sí por lo que te he dicho, estaba convencido de que íbamos a competir bien en Europa. Seguro, seguro... Me ha dado mucha pena... pero no pienso decir nada más. Prefiero no hablar del pasado. Paso página. Ya no gano nada".

Lo mejor era no hurgar en la herida. Tampoco insistir, aunque no hubiera estado de más poder haberle preguntado por sus dos primeros meses en Sevilla. Complicados donde los hubiere. O por la indiferencia de muchos de sus dirigentes hacia su persona hasta que ganó la Europa League y entonces le tuvieron que renovar sí o sí porque sino los aficionados les hubieran sacado del club a 'gorrazos'. O cómo le regatearon el nuevo contrato. Tampoco hubiera estado de más saber de su boca por la confección de la plantilla durante la pretemporada. O por los fichajes. Cuando pidió un extremo zurdo, una de sus pocas peticiones, para jugar en la izquierda, como Bryan Gil, y le trajeron un zurdo que jugaba y juega por la derecha, como Lukebakio. O también por qué llegaron dos mediocentros en una posición más o menos cubierta en la plantilla. O por qué no llegó un central hasta la cuarta jornada, la que se tenía que jugar en el Metropolitano contra el Atlético, que se suspendió por el temporal que al final se quedó por el camino. Además, ese central fue Sergio Ramos a quien presidente y director deportivo habían negado en público semanas antes.

Las llamadas continuaron existiendo. Más personales que profesionales. Aunque solo fuera para saber qué era de su vida. Sus apariciones públicas, en estos meses, han sido mínimas. Un compromiso emocional en Lanzarote, donde 20 años antes había entrenado al club conejero en Segunda B para acudir a la presentación de La Lanzarote International Cup de fútbol base (12-11) y una visita a Anoeta el día que jugó allí el Sevilla (26-11) y donde, afortunadamente, no se cruzó con nadie de su ex club porque malditas las ganas que tenía de ver a alguno o algunos.

Sí se ha dejado ver por Ipurúa para ver a su Eibar. Ni siquiera hasta el sábado había ido a San Mamés, siendo socio del Athletic; ni a Anoeta salvo el día comentado del Sevilla. Ha visto y sigue viendo mucho fútbol. Partidos a puñados. Curiosamente los de su ex-equipo nunca los veía en directo. ¿Por qué? Mejor no saberlo. Esperaba a que acabaran y luego los veía más tranquilo. Incluso sabiendo, en ocasiones, el resultado. Era su forma de seguir sintiéndose sevillista. Como se siente de todos los clubes por donde ha pasado, que han sido muchos. Echa de menos el trabajo diario, pero sin obsesión. Menos que en ocasiones anteriores. La puñalada de Sevilla necesita cicatrizar. La familia le ocupa todo el tiempo, nieta incluida. Ofertas ha recibido. De fuera. En España, por reglamento, no puede entrenar esta temporada. Lo más serio-serio que tuvo fue una llamada del Olympiacos griego. Incluso se informó al respecto. No hay que olvidar que allí entrenó su buen amigo Valverde y también Míchel, ahora en Arabia Saudita. Al final no se dio, aunque las recomendaciones fueron positivas. Posiblemente, todavía renquea de la cornada.

En su silencio, continúa barruntando que no le gustaría jubilarse sin probar en la Premier o en la Championship. Se ha informado de que la Segunda inglesa podría ser perfectamente el sexto o el séptimo Campeonato después de las cinco grandes Ligas. Le hubiera gustado, también, enfrentarse en la Champions al Arsenal de Arteta, a quien había entrenado en el cadete del Athletic y visitar el Emirates para poder compararlo con Old Trafford. De momento, tranquilidad. Cobra mensualmente el finiquito de su contrato. Y no quiere dar un paso en falso. Sabe perfectamente que salvar al Sevilla del descenso y el triunfo en la Europa League del curso pasado, todo en dos meses, le ha devuelto al mercado nacional e internacional, pero sin presumir, que diría Luis Aragonés. De momento, Navidades caseras... y una oferta sobre la mesa para volver a escribir sus 'historias de fútbol' en Relevo.

-Por el momento quiero estar tranquilo... No hacer ruido.