Fichajes fallidos del Calciomercato: "Nesta al Atlético, Motta al Milán y José Mari al Barça"
Historias y anécdotas junto a Dario Canovi, el primer representante en la historia del fútbol italiano.

Italia tiene dificultades para ponerse de acuerdo en algo. De hecho, el país solo se aglutina cuando juega la Nazionale o en algún festival de música donde aparezca el veterano Gianni Morandi. Porque sí, Italia tiene un drama con el tiempo: siente animadversión por el futuro y un feeling especial por el presente, pero sobre todo por el pasado. Es por eso que le hace tilín el Calciomercato, con más de un siglo de vida y un sinfín de historias que lo unen -entre otros- al fútbol español, aunque no siempre con éxito.
Si Luis Suárez o Joaquín Peiró brillaron principalmente en el Inter, no se puede decir lo mismo de Iván de la Peña, Farinós, Mendieta o Javi Moreno, todo un desastre en el Milán. "Íbamos a hacer un intercambio con los giallorossi", comenta Dario Canovi, el primer representante en la historia del fútbol italiano. Un abogado de Trieste entrado en el mundo del balón hace medio siglo para solventar las controversias entre los futbolistas y las entidades. Así, espontáneamente, se inventó un trabajo que entonces no existía. Desde entonces ha representado a estrellas como Bruno Conti, Falcao, Nesta o Thiago Motta, ahora en manos de su hijo Alessandro. "Motta se iba al Milán y José Mari al Barcelona. Estábamos en la Ciudad Condal, y fuimos a hablar con Galliani y Braida… Nos hicieron una oferta extraordinaria: un millón y medio de euros netos más creo que quince mil euros por partido con un mínimo garantizado. Motta tenía 18 o 19 años, no lo recuerdo. Thiago hizo saltar todo por los aires, porque quería permanecer en el Barça y triunfar allí. Recuerdo que Galliani estaba enamorado de él, pero no se pudo llevar a cabo". Es el enésimo capítulo de fichajes fallidos, ese pudo ser y no fue que sirve al aficionado para agrandar su fantasía, para abrirse a una experiencia catártica, una especie de liberación al repertorio de lo inacabado dándole un estatus supremo.
La ironía y el sarcasmo son las otras herramientas para acabar con el estigma del Calcio: fútbol aburrido, físico y matemático. Bien lo sabe César Gómez (tres partidos en cuatro temporadas en la Roma), que tiene una novela sobre él: Tutti romani tutti romanisti. Escrita por Andrea Cardoni, habla de un fichaje erróneo (pagado a precio de estrella) en un momento equivocado, pero en el lugar perfecto. Porque sólo Roma sabe hacer un chiste de sus tragedias. Nadie como ella -solo quizás Nápoles- para brindar con vino y colines calientes ante cualquier catástrofe.

Gil y Alessandro Nesta
El Atlético de Jesús Gil tuvo también su momento de gloria en estos periodos -divertidos y extraños- donde se cambiaban jugadores, se consumían miradas y se bebía carajillo para trasnochar. "He representado a catorce campeones del mundo. Te cuento una historia curiosa de Toninho Cerezo, periodo Sampdoria. Una vez el presidente Mantovani aceptó la renovación del contrato cuando todo el equipo estaba en Barcelona por la boda de Víctor Muñoz (jugó en Génova del 88-90). Me contaron que estaban Lineker y casi todos los compañeros de Cerezo, salvo Vialli y Mancini, concentrados con Italia. Fue curioso", recuerda Canovi, una especie de Raiola antes que el propio Mino. ¿Nesta, a quien también representó usted, no estaba hecho con el Madrid? "No, no. Hablamos con Jesús Gil. Nos comprometimos a que si nuestro futbolista se liberaba habría ido al Atlético. Al no poder firmar con otro club -él militaba en la Lazio- llegamos a un acuerdo con una empresa de Gil. De España, nos gustaban Barça, Madrid y Atlético, pero creo que habría ido allí finalmente. Era la época de Vieri en Madrid y todo esto", evoca.
De haberse consumado, los colchoneros probablemente habrían tenido en sus filas a los dos reyes de las áreas del Calcio: el cerrojo y el bomber. "Todo saltó por los aires porque Sergio Cragnotti (presidente de la Lazio entonces) asumió la sanción económica por no cumplir lo pactado con esta empresa de Gil. Aunque final pagaron, creo, el Milán (Nesta jugó allí de 2002 a 2012) y el jugador", explica con cautela a sabiendas que está a punto de adentrarse en arenas movedizas, ese fango que en ocasiones ha subido tanto a la superficie hasta terminar confundiéndose con ella.
"Perdí poco después a Nesta, porque intervino la GEA (presuntamente involucrada en Calciopoli). Es esta empresa de representantes, donde estaban el hijo de Cragnotti y la hija de Geronzi (Chiara)… Porque Cesare Geronzi, por si no lo sabes, era el presidente de la Banca de Roma. Fue él quien hizo préstamos multimillonarios al Parma, la Lazio, prácticamente a todo el fútbol italiano. Fue el dueño del fútbol italiano. Muchos tenían deuda con él, también el Nápoles", apunta con tono pausado, marcando bien los tiempos, unos tiempos en los que él ya no tenía sitio.
El lado oscuro
Hay una frase inmortal de la novela El Gatopardo: si queremos que todo siga igual es necesario que todo cambie. "Sí, efectivamente eso supuso el inicio del tipo de fútbol que hoy tenemos, donde el negocio es más importante que el deporte, donde la financia manda. La otra hija de Geronzi (Benedetta) trabajaba entonces en la Federación italiana de fútbol… El hijo de Franco Carraro (otrora presidente de la FIGC) pertenecía a una empresa del Banco de Roma. Luego entró en acción el hijo de Luciano Moggi…" Y entonces el fútbol italiano se desvirgó convirtiendo en dibujos animados esos maravillosos tiempos de José Mari, Vieri, Iván Helguera, Guillermo Amor o Martín Vázquez. También los de Toni Calvo, Del Sol, Ricardo Gallego, Guardiola, Portillo, Carboni, Torrisi, Venturín, Albertini, César Gómez o Diego Tristán en el Livorno allá por el 2007. Fueron protagonistas de trueques, compras, ventas y fábulas con mayor o menor éxito.

Ya no está Gil para confirmarlo, pero las palabras del abogado afincado a pocos kilómetros de Roma provocan que, con nostalgia, cualquier recuerdo se antoje bueno, casi legendario. De hecho, los mejores libros salen de los personajes, los episodios aparentemente más insignificantes. Así se entiende mejor la novela sobre un ex defensor del Tenerife que un día secó literalmente a Ronaldo. Hace dos años dio una entrevista a la web del club para hablar de Mourinho y desmentir algunas leyendas construidas en torno a su fichaje. Todo comienza en un Tenerife-Lazio (UEFA, 1997). En esa Lazio jugaba Nesta, y estaba dirigida por Zeman, quien dicen se enamoró de un defensor que después -al año siguiente ya en la Roma- no recordaba el nombre, pero sabía que tenía alguna z. En la zaga tinerfeña estaba Pablo Paz, pero terminó llegando Gómez para ser pareja de Aldair. "No es verdad que hubiera equívocos raros en torno a mi fichaje. Tampoco que en Roma terminé abriendo un concesionario de coches", afirmó.
Lo cierto es que Roma siempre tuvo ojo para narrar sus aventuras. Para vivir en el victimismo y de ahí extraer narraciones sublimes, bíblicas. Porque en el terreno fértil de la ironía, reza la novela, "solo aquí César Gómez podía convertirse en leyenda, en mito". Sí, exacto, y con él todo aquello que pudo ser y no fue. Orson Welles, en Ciudadano Kane, apunto de morir recordó el mejor momento de su agitada vida: jugar con el trineo en la nieve cuando era niño. Después, calentarse en la chimenea en la casa de montaña con la familia.