Las idas y venidas de Bordalás y Torres no pillarán desprevenido al presidente: Diego Martínez, Gabi...
El técnico tiene contrato para la próxima temporada, pero puede salir si le llega una oferta que le convenza.

El Getafe de José Bordalás (60 años) afronta un tramo final de temporada decisivo en su pelea por el que se ha convertido en su gran objetivo: la séptima plaza. Con el Valencia a seis puntos y la insistencia del presidente Ángel Torres en pelear por la Conference hasta el último día, el entrenador exprime a un equipo corto de efectivos y que este sábado afronta un derbi capital ante el Rayo (Vallecas, 16:15).
La mente está puesta en el día a día, pero también en el futuro a corto y medio plazo y en qué pasará con el técnico más exitoso de la historia del club. Torres y Bordalás forman un matrimonio indudablemente fructífero, pero que, como todos, atraviesa momentos mejores y peores a lo largo de una temporada. Sus idas y venidas fluctúan, como ese par de socios que un día se creen inseparables y al siguiente piensan en que mejor por separado. Es por eso por lo que, aunque el técnico tenga contrato hasta 2025, nadie se atreve a aseverar que continuará en el banquillo del Getafe la próxima temporada.
El alicantino hace milagros con una plantilla que quedó debilitada en verano (sobre todo en cuanto a número de efectivos) y doblemente mermada en el mercado de invierno. El último día salieron dos delanteros, Enes Ünal (Pichichi la temporada anterior y que hubiese sido una pieza clave en la segunda vuelta) y el Choco Lozano, y no llegó ninguno, con la dirección deportiva tratando de armar operaciones exprés a falta de apenas horas para el cierre y con ofertas irrisorias que dejaron en blanco el capítulo de refuerzos ofensivos. Dos días después, y con la ventana de fichajes cerrada, se marchó Damián Suárez, otro titular. La reciente lesión de Borja Mayoral terminó de armar el lío y ha empujado a Bordalás a acudir a algún partido, como el último ante el Sevilla, con sólo cinco futbolistas de campo como suplentes.
El entrenador no se encuentra especialmente satisfecho por ese capítulo, aunque sea un profesional y toree con los recursos que le pongan. Desde su entorno consideran que está exprimiendo al máximo a un equipo que actúa sin otra pieza capital desde el inicio del curso (Arambarri, roto) y que ahora mismo aventaja en 13 puntos al descenso, mucho más cerca de Europa que de pensar en los fantasmas de Segunda. El club justifica que no pasa por una situación económica boyante (aunque se resalta que tampoco tan mala como se pinta) y que ofertas como la recibida por Ünal, con compra obligatoria por parte del Bournemouth de 16,5 millones al finalizar la campaña, resultan realmente difíciles de rechazar.
Pese a todo, Bordalás tiene contrato y el Getafe planifica el próximo curso bajo el escenario de que no haya novedades. De hecho, ya trabajan en contrataciones de futbolistas de su gusto (Iker Losada, del Racing de Ferrol, es uno de los que interesan) y se peina el mercado extranjero. Desde las oficinas no desean que haya cambios por mucho que en los sueños del presidente lleve tiempo apareciéndose regularmente Diego Martínez, ahora libre tras su salida de Olympiacos y que ya se ha dejado ver por el palco del Coliseum.
Ángel Torres suele decir que Bordalás tiene las puertas abiertas para salir "si viene un grande", aunque no exista una cláusula de ese estilo reflejada en su contrato. Simplemente, la relación es tan cercana que el Getafe no se opondrá a la marcha de su entrenador si le llega una oferta mejor y un proyecto que le garantice mayores posibilidades de éxito. A los azulones les tocará volver a reconstruir la plantilla de cara a la próxima campaña (se prevén más de una decena de incorporaciones) y saben que ese no es el panorama ideal.
Bordalás ya se colocó en el escaparate, gracias a su buena labor, después de conseguir la permanencia con el Getafe en la 22-23, cuando rescató a un equipo hundido tras la destitución de Quique Sánchez Flores y logró resucitarlo. En el Hotel Wellington, centro de la capital, se reunió el lunes 15 de mayo con responsables de un club extranjero y recibió, además, una propuesta de un conjunto de la Premier. Finalmente optó por continuar en el Coliseum.
Bordalás se enfoca ahora en lograr su enésimo hito en el sur de Madrid y recuperar al EuroGeta que él mismo creó. Sabe, porque se refleja en los medios, que está en las quinielas de clubes como el Sevilla, con el que siempre se le ha vinculado -su regreso al Coliseum ya se fue dilatando porque al presidente no le gustaron unas declaraciones del técnico dejándose querer por el cuadro hispalense-, pero su única obsesión es Vallecas y, después, recibir a la Real. Por si acaso prefiere cambiar de aires, a Gabi Fernández, entrenador del filial que quema etapas a velocidad de vértigo y lucha con el 'B' por el ascenso a Primera Federación, también se le ve capacitado para asumir el testigo. Cuando Quique cogió por primera vez al Geta sólo había dirigido al Juvenil del Real Madrid… y el eterno capitán atlético ya atesora más bagaje.