El que menos prisa tiene es Mbappé y el que más tenso está es Ancelotti
El '7' tiene cláusula de fidelidad en el PSG, compromisos por París 2024 y prima de fichaje del Madrid. Carlo quiere fichajes si no llega.

Para empezar, conviene ser honestos con el lector: del Caso Mbappé todo el mundo habla, pero la verdad es que absolutamente nadie puede asegurar cómo acabará. Como mucho, intuir. El futuro no lo conocen a ciencia cierta ni los propios afectados y protagonistas de una novela que ya se viene escribiendo desde hace varios años. Pese a que cada cinco minutos hay una actualización sobre el tema que parece que todo se va a resolver en unas horas -llegada desde cualquier parte del mundo; ya sea Madrid, París o el Algarve portugués-, la realidad es que los acontecimientos se están desarrollando a un fuego mucho más lento de lo que le gustaría a la mayoría. Pero, eso sí, están pasando cosas...
La gran novedad, y aunque parezca contradictorio, es que en la carrera por Mbappé el que menos prisa tiene de todos los implicados es... el propio Mbappé.
Por partes. El Real Madrid, vestuario incluido, estaría encantado de tenerlo cuanto antes galopando por el nuevo Bernabéu. De hecho, ha visto guiños que le animan a intentar ahora culminar el sueño desde una posición de tensa calma y con los deberes hechos: desde hace un par de temporadas ya está presupuestado y guardado bajo llave el dinero necesario para afrontar esta operación, y la labor de persuasión con el jugador y su familia ya está hecho. El club blanco cuenta con hacer efectivo su contratación en 2024, con la llegada de la estrella libre previo pago de 100 millones de euros de prima de fichaje y un salario histórico por concretar, pero que le haría ser el futbolista mejor pagado del mundo. También podría afrontarla ahora mismo, aunque tuviera que pagar un traspaso del que rehúye en un principio Florentino.
Las cifras no se dispararían tanto como parece ni peligraría el límite salarial de LaLiga. Ni el fichaje de Bellingham (103 millones de euros) sería un impedimento, como contó Sergio Fernández al detalle en nuestra web: los beneficios de otras temporadas, el patrimonio neto acumulado de 500 millones y el nuevo Bernabéu son las palancas para afrontarlo.. El presidente del Madrid prefiere pagar al futbolista y ofrecerle un contrato de seis o siete temporadas que ayudar a enriquecerse a un club con el que las relaciones están rotas.
Si tuviera que pagar entre 180 y 200 millones de euros por un traspaso, la diferencia real estribaría en que el Madrid abonaría esa millonada al PSG, pero el futbolista ya no recibiría esa suculenta prima de fichaje o se difuminaría mucho aunque le subieran aún más el sueldo pactado como gratitud por haber forzado la situación. Por eso, restándole a esos 180-200 millones la prima de la discordia (100), al final el Madrid estaría cosiendo el socavón dejado por Benzema con un fichaje que llegaría como agua de mayo y que elevaría su plan contable de este verano en unos 80 o 100 millones. Algo que en principio parecía reservado para un Kane o un Havertz, que también hubieran llegado con un salario elevado.
El PSG, entre el orgullo y el negocio
El PSG, por su parte, no tiene muchas ganas de facilitar las cosas al jugador ni al Madrid. El orgullo es el orgullo. Por mucho que a través de sus medios afines vaya lanzando mensajes subliminales que forman parte de su estrategia. Si pueden sacarle una buena tajada, mucho mejor, pero les llena más dominar la situación, manejar los tiempos y tomar sus decisiones sin que nadie le fuerce a nada. En el club parisino están hartos del comportamiento de Mbappé y por ahí estarían dispuestos a deshacerse de él. Pero el ego y el honor importan mucho más para sus propietarios que el dinero. Ahora no tienen urgencias y contar con un potencial Balón de Oro, al mismo tiempo que no refuerzan a un rival directo, tampoco es mala estrategia para seguir reinando en Francia e intentar de nuevo el asalto a Europa.
Mbappé sí que está menos agobiado que nunca. Por eso, mientras en otras situaciones similares torcía el gesto, ahora se le ve por la concentración de Francia tranquilísimo, como si nada pasara. Ser el centro de todas las miradas le eleva aún más como estrella. Le gustaría pasar por un profesional que cumplió su contrato y que no se fue por la puerta de atrás. La salida de Messi del Parque de los Príncipes le ha marcado. Kylian envió la confirmación por escrito al PSG para dejar claro con luz y taquígrafos que no ampliará su contrato más allá de 2024. Sin más, creen los periodistas galos que mejor le conocen. Sin embargo, aunque su deseo firme es el de jugar en el Madrid, tiene menos ansiedad que en otras ocasiones. Y la razón es sencilla: llegar ahora España le llenaría el alma, pero le dejaría con menos brillo la cuenta corriente.
Cuando dio portazo al Real Madrid, del que luego se arrepintió, firmó un último contrato con el PSG con importantes cláusulas de fidelidad que se incrementaban de manera progresiva. En París, además, ha adquirido un compromiso, sobre todo en cuanto a la imagen, que va mucho más allá del fútbol y que tiene como objetivo potenciar la candidatura olímpica de París 2024. Tiene tantos contratos publicitarios como compromisos para los próximos 12 meses. Dicen, sin que sea oficial, que pretende protagonizar incluso un documental durante este tiempo. Y no hay que olvidar que ya ha manifestado que no quiere perderse un año ilusionante y especial que desearía coronar participando de corto como abanderado del evento más importante del mundo. El problema es que le quieran chantajear con eso.
Incluso las señales que le llegan desde Madrid le animan a apelar a la calma. Vinicius ha decidido hace nada dejar el 20 a la espalda y enfundarse el 7 (el de Mbappé en el PSG) y Rodrygo ha hecho lo propio aceptando la oferta del club de coger el 11, así que si ficha ahora será difícil que el francés haga algo similar a lo de Bellingham con Vallejo para quedarse con el 5. Modric es el dueño del 10, el que Mbappé luce con la selección francesa y al que aspira cualquier estrella mundial, y al croata le queda un año de contrato. Así que podría heredar ese mágico dorsal justo en 2024.
Ancelotti levanta la ceja
Lo que sí está confirmado en toda esta historia de rumores, medias verdades y algún que otro farol es que algunas promesas aireadas en la reunión entre Florentino Pérez, José Ángel Sánchez y Ancelotti del pasado 1 de junio están ahora mismo en el aire. Es cierto, tal y como informó Relevo un día después de la cumbre, que Mbappé fue el nombre propio al que menos tiempo dedicaron, pero también el que sonó con más fuerza por la contundencia con que lo puso encima de la mesa el presidente del Real Madrid. Mientras se consensuaba, o se teatralizaba, que había que ir a por Kane, objetivo ahora en la nevera, Florentino Pérez reconoció que había recibido nuevas señales del entorno de Mbappé que invitan al optimismo, en principio de cara a 2024. No es casualidad que la estrella confirmara poco después su renuncia a permanecer en el PSG más allá de la próxima temporada. Los acontecimientos han ido virando poco a poco la estrategia. Y eso ha ido tensando a Ancelotti, ya de vacaciones.
En aquella reunión le prometieron al técnico italiano refuerzos de primer nivel y ahora empieza a ver que eso va a quedar en cuarentena a expensas de lo que suceda definitivamente con Mbappé. Tanto es así que las llegadas de Fran García, Brahim y próximamente la de Joselu eran entendidas como buenísimos complementos y, en algunos casos, como necesarias opciones para renovar el banquillo; y ahora han empezado a venderse como fichajes de tronío, como el de Bellingham. Lo bueno para el club es que el viento corre a su favor para poder ir retocando su primer relato. Fran García ha entrado en la convocatoria de la Absoluta por primera vez, Joselu es el héroe con su tercer gol en un par de partidos y Brahim, que apareció hace poco por Valdebebas como si fuera un canterano más, el otro día ya fue recibido por la directiva como la estrella del Milan que es e incluso sintió la presión de que, tras esta confianza, debe responder con pases y goles.
El caso es que Ancelotti se teme lo peor, Brasil lo sabe y por eso insiste en contratarle o incluso en esperarle por si cae la próxima temporada antes de tiempo. A Carletto le animaron desde algún que otro sector de su entorno a aceptar la marcha a la canarinha y ahora, con todo este revuelo, le hacen ver que igual se ha equivocado y que incluso está a tiempo de rectificar. Sin embargo, Ancelotti no es de romper contratos y se hace el despistado. Eso sí, le preocupa mucho que la unión que se había escenificado en aquella reunión a tres de Valdebebas empiece a esfumarse a las primeras de cambio y que en pretemporada tenga que lanzar mensajes cada tres días con los que no comulga para nada ("no hace falta un nueve", "estamos bien con lo que tenemos", "nunca quisimos a Kane o a Havertz...").
La pretemporada que empieza el 10 de julio será muy exigente al no haber conseguido la Liga ni la Champions, con los internacionales incorporándose más tarde y con un Clásico a los pocos días en el horizonte. Poner todos los huevos en la cesta de Mbappé y que luego no venga le tiene angustiado. Por el hecho de que luego haya que fichar deprisa y corriendo tirando de la lista B o C, porque no se pueda o quiera traer a nadie más en la delantera y, sobre todo, porque al entrenador sólo le vale el corto plazo puesto que en 2024 no estará y un club como el Real Madrid no admite años de transición. Por eso, en la dirección deportiva y en el núcleo duro de Ancelotti hay tanta ilusión con dar el petardazo con Mbappé como miedo por quedarse con lo que hay y acabar confeccionando lo que alguno de sus compatriotas llama "un equipo UEFA".