GIRONA FC - REAL BETIS

Míchel, el "ser nosotros mismos" y la teoría de la piel de la serpiente que deben llevar al Girona a la Champions

El técnico madrileño aprieta las tuercas a los jugadores para ponerle la guinda a la temporada. Este domingo, ante el Betis.

Míchel dirigiendo un partido en la banda./AGENCIAS
Míchel dirigiendo un partido en la banda. AGENCIAS
Lu Martin

Lu Martin

Luis Aragonés, el Sabio, siempre lo dijo: llega a las últimas diez jornadas con la posibilidad de alcanzar el objetivo y gánatelo. El miércoles antes de que el Girona jugara en Getafe, a las puertas de las últimas diez jornadas de Liga, Míchel dirigió uno de esos entrenamientos eternos, en los que para una y otra vez, vuelve a empezar y para, y vuelve a empezar. En La Vinya, donde todo se cuece, en el campo de entrenamiento del Girona, Míchel se pasó casi dos horas corrigiendo movimientos del equipo, explicando razones de por qué, ellos, los jugadores, tenían en su mano hacer historia, ser equipo de Champions o perder el paso. Y fue duro, incluso. Y lo sabe. 

A veces eso le preocupa, no quiere minar la autoestima de los suyos, pero es consciente de que se le va la mano. A veces cree que no hay más, que si no lo hace tal vez no saque lo mejor de su grupo. Y entonces verbalmente les exige a saco. Con la crudeza del que creció en Vallecas, del que no se corta cuando sabe que no hay vuelta atrás, cuando no hay otro camino que afrontar la vida a saco, porque se trata de ganar o ganar, como diría el zapatones, el sabio de Hortaleza, ese que creció vestido de rojiblanco, con rayas pero sin franja. Ese que no lo tuvo fácil y ganó. Y en Girona Míchel quiere ganar el pasaporte a Europa y sabe que aquel miércoles, camino de Getafe, después de perder, les quedaban diez finales, y ya solo les quedan nueve. Y viene el Betis, con Montilivi otra vez a petar.

Otra vez se llena Montilivi y otra vez, esta semana, de vuelta del parón –nueve jugadores en la diáspora, eso no pasaba nunca– Míchel les ha recordado la receta. No hay otra: "Somos nosotros o se nos escapa el tren". Sencillamente, necesita sacar lo mejor de ellos. Porque sabe que si el Girona está donde está, jugándose la Champions, es porque todos, él también –y cuando se habla de él se habla de su preparador físico y de sus más cercanos colaboradores, delegado y utileros incluidos– han dado lo mejor que llevan dentro durante todo el año.

Así que a falta de nueve jornadas para que termine la Liga, ahora que se decide todo, no toca dejarse ir. No toca cambiar de piel. No toca que al equipo le afecte la teoría de la serpiente. O todo se va al garete.

El duro reto del Girona de conseguir ser el equipo de siempre

"Si somos nosotros mismos en estas últimas jornadas acabaremos en Champions. Podemos hasta quedar primeros. Todo depende de vosotros", les ha dicho no una, muchas veces el de Vallecas a sus jugadores. El reto está ahí. No lo fueron en Mallorca, cuando estuvo castigado en la grada. No le gustó nada el equipo porque no dio pases adelante y se dividió mucho lateralmente. "Y eso no puede ser", lamenta el entrenador del Girona. Eso no puede ser porque si hacen eso, no es el Girona. Y para meterse en Champions, deben ganar puntos. Y para ganar puntos, deben ser lo que han sido toda esta temporada. "Un equipo reconocible. Hacer lo que sabemos hacer, lo que hemos hecho", les ha pedido. Pedido y exigido.

Les pide que se diviertan, que jueguen como saben, que jueguen como lo hicieron contra el Atlético de Madrid, contra el Sevilla, que sean lo que fueron contra el Barcelona en Montjuic –"probablemente el mejor de todos nuestros partidos este año", según reconoce Míchel – aunque no reniegue de los partidos contra el Athletic, contra la Real Sociedad, en Montilivi, aunque a los rojiblancos, a los que no ganaron ni en casa ni en San Mamés, o contra la Real Sociedad, a quienes en Girona, por una extraña decisión de Gil Manzano, el árbitro, que les anuló el 1-0, y él acabara expulsado al ver una tarjeta roja "por salir del área técnica protestando reiterada y con gestos ostensibles una de mis decisiones". Además, mostró dos amarillas a Blind y a que les privaron en el Bernabéu. Míchel tampoco pudo sentarse en el banco de San Mamés.

Eso les penalizó a partir de entonces porque el equipo perdió los dos partidos sin él y desde entonces acumula cuatro derrotas en seis encuentros. "No me gusta estar lejos de los jugadores, ver los partidos desde la grada porque no noto el alma del equipo", dijo Míchel, que admite que debe controlar sus impulsos.

"No es fácil mantener todo el año el mismo tono, eso es evidente", admiten en los despachos del cuerpo técnico, donde relativizan la "crisis", palabra que no les gusta nada en Girona cuando hablan de los últimos resultados del equipo. "Si miras en perspectiva, la temporada es extraordinaria, por mucho que hayamos perdido puntos en los últimos partidos Lo que nos debe preocupar es el juego y siendo cierto que en algunos partidos el equipo no ha sido el que fue, estamos orgullosos". Además, se advierte, Míchel el primero, que el juego no fue el mismo en Mallorca que en Getafe, donde seguramente el 1-0 del marcador no fue justo, pero al final, el equipo perdió.

«Hay equipos que se dejan ir, que llegado el momento cambian»

"No hay excusa, de lo que se trata es de volver a ganar", escupe Míchel, que combate la teoría de la serpiente que ronda en la cabeza de alguno de sus colaboradores desde la practicidad. "Necesitamos puntos para conseguir los objetivos", concluye. ¿Y qué dice esa teoría? "Hay equipos que se dejan ir, que llegado un momento cambian de piel y no sabes por qué y es muy difícil luchar contra eso. Lo he visto mil veces", se tortura el colaborador de Míchel, que si tiene algo es mucha experiencia en el mundo del fútbol y un par de cosas muy claras: nadie sabe por qué pasa y que solo los jugadores pueden combatirlo.

Y, mientras, Míchel, cocinero antes que fraile, les aprieta las tuercas para que no pierdan esa piel de equipo atrevido que no especula e invita a sus jugadores a liberarse y sacar lo mejor de si mismos. "Yo nunca voy a ganar un partido desde el banquillo. Esto no es una partida de ajedrez. Ha de fluir su talento, su capacidad para hacer bien lo que saben hacer porque lo han hecho antes, por eso han llevado al equipo hasta aquí".

Hoy, en rueda de prensa, antes de medirse al Betis, otra vez con el campo lleno, Míchel ha reconocido que su objetivo es "ser capaz de sacar provecho la próxima temporada a una plantilla sábado y miércoles, en la Liga y en Europa con el Girona". "Porque de aquí no me muevo. El año que viene estaré en Girona", ha sentenciado para finiquitar rumores. Pero quiero jugar Europa. Y para eso, depende del equipo. todo depende de que el grupo no mude, de que la serpiente del Girona no cambie la piel. Y de que, como diría Luis Aragonés, en la hora de la verdad, ahora que está en su mano, se lo gane.

(Postdata: Este artículo está basado en conversaciones con miembros del cuerpo técnico del Girona FC, ruedas de prensa de Míchel y en extractos de una entrevista que concedió el entrenador al programa "Què t'hi jugues" que presentan Sique Rodríguez y Lluís Flaquer, en Ràdio Barcelona).