Baila Brasil, baila

Brasil ya está en cuartos de final con más goles en media hora de octavos que en los tres encuentros de la fase de grupos y, además, con la plantilla descansada. Si ante Camerún Tite dio día libre a gran parte del once titular, frente a Corea hizo una sesión conjunta de baño y sauna. Por algo han jugado ya los 26 jugadores de la plantilla, con los tres porteros incluidos. En sólo un rato resolvió un partido en el que su rival no ofreció más que concesiones y en la que Vinicius lideró un ataque descomunal al galope y mortal en la definición. El segundo tiempo fue un trampantojo.

Croacia será el rival de la canarinha en la cita de cuartos (próximo viernes a las 16:00), pero tal es su superioridad que la afición, siendo sincera sobre todo en la intimidad, piensa a estas horas más en una hipotética semifinal ante Argentina que en Modric y sus socios. No parece exagerado. Salvo Messi, Mbappé o un equipo resucitado es poco probable que, a priori, otro coco frene a esta Brasil en busca de la sexta estrella.

Lo de Vinicius es digno de estudio. No se puede progresar más rápido en menos tiempo que él. Si en sus inicios en la élite era más que nada un agitador en el Bernabéu, ahora es el faro al que se agarran sus equipos, vistan de blanco o de amarillo. Siendo lo mejor del repertorio, el uno contra uno ya no es su exclusiva carta de presentación. A esta virtud ha añadido una gama de virtudes en el balcón del área que no envidia a la de ninguna otra estrella. Y a eso ha unido el temple en los metros finales que se le exigía. Su primer gol es el ejemplo perfecto, controlando (regular) cuando el cuerpo pedía machacar y definiendo con la sutileza de los virtuosos. Su asistencia a Paquetá en el cuarto tanto lo hubiese firmado el mismísimo Neymar.

Hablando del delantero del PSG... Por galones, expectativas y genialidad, Neymar siempre está llamado a ser el referente allá donde esté. Pero, aunque sea impopular, está Brasil es mucho más que él. Hasta el punto de que su liderazgo en mi cabeza empieza a ser compartido e incluso cuestionado. Hay futbolistas igual de importantes que él e incluso más. Vinicius es el más evidente si hablamos de espectáculo. Casemiro es el más repetitivo si nos referimos a la regularidad. Y Richarlison es el más importante numéricamente con los datos goleadores en la mano. La posición en la que ubica Tite a Neymar hace jugar mejor al equipo, sin duda. Pero también es cierto que le quita foco, presencia en el área y, más que nada, espacio en las portadas.

Si tuviera confianza con él y alguien me pasara su móvil, recomendaría a Militao no agrandarse. Es un futbolista con una condiciones descomunales. Sin embargo, ciertos aires de suficiencia emborronan muchas veces sus prestaciones. Se ve tan sobrado en el cuerpo a cuerpo con cualquiera que a veces deja volar demasiado la concentración. Ante Corea fue humillado en la única acción defensiva en la que le exigieron. Fue al costado como quien baja a la piscina en chanclas y salió trasquilado en una jugada aislada cuando el resultado aún estaba ajustado. Alisson, todo un pulpo, maquilló su cara sonrojada. La jugada me dejó la sospecha de que ésa es la manera de protestar que ha elegido ante una realidad: no le gusta mucho eso de ser lateral.

Curiosamente la defensa de Brasil, tantas veces en la sombra con los cracks que cada día resuelven arriba, es una de las líneas más fiables que hay en este Mundial. No se cieguen con lo que ocurrió con 4-0. Mientras otras potencias como España, Argentina y hasta Francia deja dudas por el camino, la muralla formada por Thiago Silva y Marquinhos da alas a su equipo. Los despistes ante Corea son más fruto de la relajación. La canarinha sólo ha recibido el gol de Camerún, con los pilares en el banquillo, y el del Corea con el partido solucionado. Danilo y Militao, con sus cosas, aportan una velocidad endiablada en las áreas y los cuatro juntos son claros dominadores en los balones aéreos. Hacer daño a esta selección es un reto serio. Y encima tiene a Alisson en su mejor momento. La zaga se ve con tal vigor que le da para contribuir a elaborar uno de los grandes goles del Mundial. El tanto de Richarlison a tres bandas fue originado por Marquinhos y catapultado por Thiago Silva...

El fútbol es alegría por encima de todas las cosas. Y celebrar es parte del juego. Faltaría más. Brasil baila como nadie y es tan sano como reconfortante que lo vea el mundo entero. Vinicius se desató desde hace bastante tiempo y puso de moda el Vini, baila Vini como inteligente respuesta a los irrespetuosos. Y esa tendencia parece haber calado en la expedición de Brasil. Otra cosa es la sobreactuación vista estos días en Catar con coreografías entrenadas y el respeto mostrado a Corea. Si Pelé sigue siendo el rey, y más en estos momentos, convendría imitar su naturalidad a la carrera cuando marcaba mientras buscaba a sus compañeros para abrazarles. O su puño elevado al viento. Sin más estridencias. Tienen tres partidos por delante para homenajearle.